Después de eso vi a Dios. Estaba de pie, junto al altar,
y me dijo: Golpea la parte alta de las columnas del templo, para que el templo
se derrumbe y caiga sobre la gente. ¡Nadie escapará con vida! Pero si alguno
logra escapar, morirá en el campo de batalla.
No importa que se escondan en lo más profundo de la
tierra: de allí los voy a sacar; no importa que se escondan en lo más alto del
cielo: de allí los voy a bajar. Tal vez se escondan en lo más alta del monte
Carmelo, pero yo mismo iré a buscarlos y de allí los voy a sacar. Tal vez se
escondan de mi vista en lo más profundo del mar, pero yo mandaré una serpiente
para que los muerda. Y si acaso sus enemigos los llevan presos a otro país, aun
allí daré la orden: ¡Que los maten a filo de espada! Voy a estar pendiente de
ellos, pero no para hacerles bien sino para hacerles mal.
Y yo les digo: ¡Nuestro Dios es todopoderoso! Toca la
tierra, y esta se desmorona; la hace subir y bajar como al agua del río Nilo,
haciendo llorar a sus habitantes. Dios hizo su casa en el cielo, pero puso las
bases en la tierra. Dios llama a las aguas del océano, y la derrama sobre la
tierra. ¡Nuestro Dios es todopoderoso!
Nuestro Dios ha dicho: Para mí, ustedes los israelitas no
son diferentes a otros pueblos: a ustedes los saqué de Egipto, a los filisteos
los saqué de Creta. Y a los arameos los saqué de Quir. Yo he visto que ustedes
también son un pueblo pecador; ¡por eso los borraré del mapa! Pero salvaré a
los descendientes de Jacob. Yo soy el Dios de Israel, y les juro que así lo
haré.
Pueblo de Israel, ahora mismo daré la orden de que
ustedes sean sacudidos, como se sacude el trigo para limpiarlo de basura, sin
dejar caer un solo grano. Todos ustedes piensan que nada malo les pasará, pero
al final sus pecados les causarán la muerte.
¡Cuando llegue ese día, haré que los descendientes de
David, vuelvan a reinar sobre Israel. Volverán a ser fuertes como antes. Así,
lo que quede de Edom y las otras naciones volverá a ser de Israel, el pueblo
que alaba mi nombre. Yo soy el Dios de
Israel, y les juro que así será.
Ya está cerca el día en que tendrán abundantes cosechas.
No habrán terminado de cosechar el trigo cuando tendrán que volver a sembrar,
no habrán acabado de preparar el vino cuando tendrán que plantar más viñas. ¡En
los cerros y en las colinas correrá el vino como un río!
Pueblo de Israel, cuando llegue ese día, los haré volver
a su país. Entonces reconstruirán sus ciudades y volverán a habitarlas;
plantarán viñedos y beberán su vino, sembrarán huertos y comerán sus frutos. Yo
mismo los plantaré en su tierra, y nadie volverá a arrancarlos de la tierra que
les di. Yo soy su Dios, y les juro que así lo haré.
Aquí puedes darte cuenta que Dios nunca cambia y está en todas partes, por lo
que Dios conoce el corazón del hombre y
no puede ser engañado, por tanto, es tiempo que el hombre modifique sus malos
hábitos, pues no puede huir de Dios; así que es preciso que el hombre sea
sacudido, que despierte y reflexione si su comportamiento es bueno o agradable
a Dios y entonces el Señor lo liberará de
la opresión del pecado y restaurará su corazón.
No obstante, es esencial que el hombre acepte a Dios y
establezca una relación espiritual con El, Dios quiere que el hombre vuelva a
ser fuerte, que sea transformado en una nueva persona y por ende, Dios le
bendecirá, en su vida tendrá paz y prosperidad.
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