Pueblo de Israel, escuchen este triste canto que entono
por lo que va a suceder. Pueblo de Israel, nuestro Dios les advierte: Ya
ustedes pueden darse por muertos. Quedarán tendidos en el suelo, y no volverán
a levantarse; serán como una jovencita muerta que no volverá a la vida.
No les irá bien en la guerra. Si de una ciudad salen mil
soldados, sólo cien volverán con vida; si de un pueblo salen cien soldados,
sólo diez volverán con vida.
Si quieren seguir viviendo, vuelvan a obedecerme. No
vayan al santuario de Betel, porque pronto será destruido; tampoco vayan al
santuario de Beerseba ni pasen por el de Guilgal, porque todos sus habitantes
serán llevados presos a otro país.
Si quieren seguir viviendo, vuelvan a obedecerme. Si no
lo hacen, yo destruiré al reino de Israel; ¡le prenderé luego al santuario de
Betel, y nadie será capaz de apagarlo! Ustedes no han tratado con justicia a
los que son maltratados, ni han respetado sus derechos: ¡han convertido en malo
lo que es bueno!
Yo soy quien hizo todas las estrellas del cielo; yo soy
quien convierte la luz del día en oscuridad, y la oscura noche en día; yo soy
quien manda a las nubes que vengan y rieguen la tierra; yo soy quien derriba
murallas y quien convierte grandes fortalezas en un montón de ruinas; ¡yo soy
el Dios todopoderoso!
Ustedes desprecian al que lucha por la justicia y al que
dice la verdad; ustedes humillan a los pobres y les quitan el pan de la boca al
cobrarle altos impuestos. Por eso no podrán disfrutar de las lujosas casas que
construyeron, ni tampoco beberán el vino de los hermosos viñedos que plantaron.
Yo conozco todos sus pecados; conozco sus muchas
maldades. Sé que los jueces aceptan dinero para juzgar a favor de los malvados
y en contra de la gente inocente. Por eso el juicio lo ganan los ricos y lo
pierden los pobres. ¡Hay tanta maldad hoy en día que los sabios prefieren callarse!
Ustedes dicen estar seguros de que yo vivo entre ustedes.
Si en verdad quieren que así sea, dejen de hacer lo malo, empiecen a hacer lo
bueno y traten a todos con justicia. Puede ser que entonces yo, el Dios
todopoderoso, viva entre ustedes y les dé vida. Puede ser que entonces yo, el
Dios todopoderoso, bendiga a los pocos de ustedes que hayan quedado con vida.
Nuestro Dios, el poderoso Dios de Israel, ha dicho:
Cuando yo venga a castigarlos, el llanto se oirá por todas partes. Se llorará
en las calles, se llorará en los mercados, se llorará en los viñedos, se
llorará en los campos, ¡y también en los velorios! ¡Qué mal les va a ir a
ustedes, los que esperan con ansias el día de mi llegada! ¡No saben lo que les
espera! ¡No será un día de luz, sino un día terrible de oscuridad! Ese día
sabrán lo que sienten los que huyen de un león y se encuentran con un oso. Ese
día sabrán lo que sienten los que entran en su casa y los muerde una serpiente
al apoyarse en la pared.
En verdad, así será el día de mi llegada: ¡no será un día
de felicidad, sino un día de terrible tristeza! Yo aborrezco sus fiestas
religiosas! ¡No soporto sus cultos de adoración! Ustedes se acercan a mí
trayendo toda clase de ofrendas, pero yo no quiero ni mirarlas. ¡Vayan a cantar
a otra parte! ¡No quiero oír esa música de arpa! Mejor traten con justicia a
los demás y sean justos como yo lo soy. ¡Que abunden sus buenas acciones como
abundan las aguas de un río caudaloso!
¡Pueblo de Israel, durante los cuarenta años que
anduvieron por el desierto, ustedes nunca me presentaron ofrendas. En cambio,
llevaban en hombros la imagen de Sicut, el dios que llaman rey, y cargaban la
imagen del dios Quiiún que tenía la forma de una estrella. Por eso haré que a
ustedes se los lleven presos a otro país que está más allá de Siria. Yo, el
Dios todopoderoso, les juro que así será.
Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe aprender a obedecer
las enseñanzas que Jesucristo estableció durante su vida en la tierra, por lo
que es el tiempo en que el hombre se vuelva a Dios y se aparte de la maldad.
Por lo tanto, lo esencial es que el hombre actúe con justicia y verdad en
dondequiera que vaya.
Ahora bien, otro punto importante es que el hombre demuestre
a Dios que se ha arrepentido y cambie su
manera de vivir, construya su vida apegada a la Palabra, y por ende, Dios
morará en su ser interior; pues espíritu de Dios le dará sabiduría para que
viva de acuerdo a sus mandatos pues Dios aborrece toda idolatría, y lo cierto es que el hombre debe aprender a
vivir como extranjero, sin tanto apego material sino al contrario con sencillez
y sobriedad en todo lo que haga.
Sabes, Dios mira el corazón del hombre y conoce sus
pensamientos y para El lo fundamental es que el hombre cambie su actitud, que
su carácter sea firme, que respete sus convicciones para que en El abunden sus buenas acciones,
que son ofrenda grata al Creador.
Con Alta Estima,
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