viernes, 8 de agosto de 2014

Pero yo los rescataré…


Cuando llegue ese día, haré que los de Judá y de Jerusalén vuelvan de las naciones a donde los llevaron prisioneros. Reuniré a todas las naciones en el valle de Josafat, y las declararé culpables por todo que le hicieron a mi querido pueblo Israel; lo dispersaron por todas partes, y echando suertes entre ellos se repartieron su territorio; vendieron como esclavos a los niños y a las niñas, ¡y con ese dinero compraron vino para emborracharse, y les pagaron a las prostitutas!

Ciudades de Tiro y de Sidón, no les conviene ponerse en mí contra. Y a ustedes, provincias de Filistea, no les conviene desquitarse conmigo, porque yo les daré su merecido más pronto de lo que piensan. Ustedes se han robado todo mi oro y toda mi plata; ¡mis más ricos tesoros se los llevaron a sus templos!

Ustedes, gente de Tiro y de Sidón, se llevaron muy lejos a la gente de Judá; a los habitantes de Jerusalén los vendieron como esclavos. Pero yo los rescataré; los haré volver de Grecia, donde ustedes los vendieron.

Ahora yo haré con ustedes lo mismo que hicieron con mi pueblo; venderé a sus hijos y a sus hijas al pueblo de Judá, para que ellos los revendan a las tribus del desierto. Les juro que así lo haré.

El profeta Joel les dijo a las naciones vecinas: ¡Preparen sus ejércitos! ¡Prepárenlos para la batalla! ¡Dios les declara la guerra! ¡Conviertan sus herramientas en armas de guerra! ¡Conviertan a los más cobardes en hombres de valor!

¡Vengan, naciones vecinas! Reúnanse pronto en el valle de Josafat!¡Allí Dios las juzgará y las declarará culpables! Dios les cortará como al trigo cuando está listo para la cosecha; las aplastará como a las uvas cuando están listas para hacer vino. ¡Ya es demasiada su maldad!

Mucha gente se ha reunido en el Valle de la Decisión, porque allí llegará nuestro Dios, ¡Cercano está el día de su llegada! Cuando Dios llegue, se oscurecerán el sol y la luna, y perderán su brillo las estrellas; temblarán el cielo y la tierra, y nuestro Dios se enojará y hablará desde Jerusalén. Pero protegerá a los israelitas y será un refugio para ellos.

Dios le dijo a su pueblo: Cuando llegue ese día, ustedes reconocerán que yo soy su Dios. Me quedaré a vivir en mi templo y Jerusalén será mi ciudad preferida. ¡Nunca más un ejército extranjero volverá a poner un pie en ella!

Cuando llegue ese día, en los cerros y en las colinas habrá vino y leche en abundancia, y nunca faltará el agua en los arroyos de Judá, pues del templo saldrá un manantial que regará el valle de Sitim.

A Egipto y a Edom los convertiré en un desierto, porque atacaron sin motivo a los habitantes de Judá, y en su propio país mataron a gente inocente. Pero yo vengaré su muerte; el culpable no quedará sin castigo. Las ciudades de Judá y de Jerusalén serán habitadas todo el tiempo, y yo viviré en mi templo para castigar al culpable y defender al inocente.

Aquí puedes darte cuenta  que aunque el hombre viva con prosperidad material, muchas veces no se mantiene firme en sus convicciones y a veces cae en pobreza espiritual, se aleja de Dios pues le atraen las diversiones del mundo  y por ende, la maldad predomina en su corazón.

Por lo tanto, es urgente que el hombre busque a Dios, que se apegue a su Palabra, sólo Dios puede rescatar y restaurar al hombre que lo acepte y se arrepiente verdaderamente, pues Dios es grande su misericordia y así Dios morará en su ser interior, el espíritu de Dios se impregnará en el corazón del hombre que cambie su  manera de vivir, que obedezca sus enseñanzas y cumpla sus mandatos en su diario vivir.

Sabes, ahora es el momento de dar ese paso, de hacer esa renovación pues es el tiempo de que el hombre se vuelva a Dios. 

Con Alta Estima,


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