lunes, 4 de agosto de 2014

Yo soy tu única ayuda…


Hubo un tiempo, cuando la tribu de Efraín hablaba y las demás tribus de Israel escuchaban
con respeto; pero luego la gente de Efraín adoró al dios Baal, y esa fue su sentencia de muerte. ¡Y todavía sigue pecando! A sus artesanos les piden que hagan toros de plata,  y ellos los fabrican a su gusto. ¡Besan a esos dioses falsos y les presentan ofrendas!

Por eso, pronto dejarán de existir. Se esfumarán como la niebla y como el rocío de la mañana. El viento los arrastrará como a hojas secas, como al humo que sale de la chimenea.

Dios le dijo a su pueblo: Israel, yo soy tu Dios; no tienes otro salvador. Yo he sido tu único Dios desde que estabas en Egipto. Yo te cuidé y te alimenté cuando andabas por el desierto; pero te llenaste de orgullo y te olvidaste de mí en cuanto calmaste tu hambre.

Por eso voy a tratarte con la misma furia de un león. Me esconderé en el camino y te atacaré como un leopardo. ¡Te atacaré como una osa que ha perdido a sus cachorros! Te desgarraré el pecho, y allí mismo te haré pedazos; te devoraré como un león, ¡como una fiera salvaje! Israel, yo soy tu única ayuda, ¡pero ahora voy a destruirte!

Tú les dijiste a tus jefes que querías tener reyes y príncipes para que salvaran tus ciudades; pero, ¿dónde están esos reyes? ¿Y qué pasó con esos jefes? Tanto me hiciste enojar que te di el rey que pediste, pero tanto me has hecho enojar que ahora te lo he quitado; ¡he anotado en un libro toda la maldad que has cometido!

¡Qué tonto eres, Israel! ¡Te pareces a esos niños que están a punto de nacer, pero que no se acomodan! ¿Y así esperas todavía que yo te libre de la muerte? ¡Pues ya no te mostraré compasión! Muerte, ¡ven con tu poder, ven a destruir a este pueblo! Talvez vuelvas a prosperar, pero yo te destruiré como el viento del desierto que seca los manantiales. Entonces tus enemigos se adueñarán de todos tus tesoros.

Castigaré a Samaria, tu ciudad capital, porque su gente se rebeló contra mí. Sus habitantes morirán en la batalla, a sus niños los estrellarán contra el suelo, ¡y partirán en dos a las embarazadas!

Aquí puedes darte cuenta que el hombre no se aparta de la maldad y por eso Dios ha anotado en un libro toda la maldad que el hombre ha cometido, pero sabes, lo que el hombre no ha entendido es que Dios, es el único Dios verdadero, no hay otro salvador.

No obstante el hombre debe pedir perdón a Dios por sus pecados y arrepentirse verdaderamente y así Dios libera al hombre de la muerte espiritual, pero sabes, lo esencial es que el hombre despierte,  haga cambios en su vida para ser mejor persona y entonces Dios seguirá teniendo compasión.


Con Alta Estima,

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