Dios le dio un mensaje a Joel hijo de Petuel, y Joel se
lo comunicó al pueblo de Israel: ¡Pongan mucha atención ustedes, jefes del
pueblo, y todos los que viven en este país! ¡Cuatro plagas de saltamontes han
venido sobre nuestra tierra y han acabado con nuestras siembras! ¿Cuándo han
visto ustedes algo así? ¡Ni siquiera los
antepasados de ustedes vieron en su vida algo parecido!
¡Cuéntenselo a sus hijos, para que ellos, a su vez, se lo
cuenten a sus nietos, bisnietos y tataranietos!
¡Vamos, borrachos, levántense! ¡Despierten y pónganse a
llorar, pues ya no van a tener vino! Una plaga de saltamontes ha invadido
nuestro país, como si fuera un gran
ejército. Sus dientes tienen tanto filo que hasta parecen leones furiosos.
Destruyeron nuestras viñas y despedazaron nuestras higueras; ¡pelaron las ramas
por completo!
La gente llora desconsolada, como la novia que llora de
tristeza porque se ha muerto su novio. También lloran los sacerdotes que están
al servicio de Dios, pues ya nadie lleva al templo ofrendas de vino y de
cereales. Ya no hay trigo, ya no hay vino ni aceite, pues los campos se secaron
y quedaron hechos un desierto.
Ustedes, los campesinos, y ustedes, los agricultores:
¡lloren de tristeza! Ya se han perdido las cosechas de trigo y de cebada; ya se
han secado los viñedos, las higueras, los granados, las palmeras, los manzanos
y todos los árboles del campo; ¡la gente misma ha perdido la alegría!
Ustedes, los sacerdotes, que sirven a Dios en el altar,
pónganse ropa de luto ¡ y pasen la noche llorando, pues ya nadie trae al templo
ofrendas de vino y de cereales. Reúnan en el templo a los israelitas y a sus
jefes, para que ayunen y oren a Dios. ¡Nuestro Dios viene! ¡Ya está cerca el
día! ¡Será un día de destrucción por parte del Todopoderoso!
En nuestra propia cara nos quitaron la comida; nos
quitaron la alegría de estar en el templo de nuestro Dios. La siembra de trigo
se secó, por eso están vacíos todos nuestros graneros. ¡Mugen nuestras vacas y
balan nuestras ovejas! ¡Los ganados se mueren de hambre porque no encuentran
pastos!
Dios nuestro, ¡en ti buscamos ayuda porque el fuego ha
quemado nuestros campos y nuestros bosques! ¡También te piden ayuda los
animales del campo, pues los arroyos están secos y el fuego ha acabado con los
pastos!
Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe estar alerta
pues se está viviendo tiempos difíciles, de plagas lo que ocasionara escasez
y debido a que es una situación difícil,
entonces el hombre deberá preocuparse y reflexionar en si lo que hace es
lo correcto.
Por tanto, es tiempo de que el hombre despierte, que se
levante y clame a Dios, que le pida al Señor sabiduría para cambiar su manera
de vivir.
Así pues, ante tanta adversidad, el hombre se aflige,
pierde la alegría y llora de tristeza,
pero sabes, lo más importante es que el hombre busque a Dios, ponga su
confianza en El, que se mantenga firme en sus convicciones y haga oración porque sólo El, Dios todopoderoso puede
ayudarle.
Con Alta Estima,
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