Amós continuó diciendo: ¡Qué mal les va a ir a ustedes,
los que viven cómodos en Jerusalén! ¡Qué mal les va a ir a ustedes, los
poderosos de este gran país! Si creen que Jerusalén y Samaria son ciudades
seguras y confiables, vayan a la ciudad de Calné, a la gran ciudad de Harmat y
a Gat, ciudad filistea, ¡y vean lo que pasó con ellas! ¿Se creen ustedes
mejores que ellos, o creen que su país es más grande? ¡Aunque pongan un rey muy
violento no podrán alejar la desgracia!
Ustedes se pasan el día recostados en lujosas camas de
marfil! Y comiéndose lo mejor del
ganado. Ustedes se la pasan tocando el arpa, se ponen a componer canciones, y
hasta inventan nuevos instrumentos. ¡Así también hacía el rey David! Beben vino
hasta emborracharse, y usan los más finos perfumes, ¡pero nada les importa que
el país esté en la ruina! Por eso voy a poner fin a sus falsas fiestas
religiosas, y cuando el pueblo sea llevado a otro país, a ustedes se los
llevarán primero.
Nuestro Dios, el todopoderoso, claramente ha dicho: ¡Ya no
quiero a los israelitas! ¡Se sienten muy orgullosos de sus hermanos palacios!
Por eso voy a entregarlos, a ellos y a su ciudad, en manos de sus enemigos.
Cuando eso pase, no importa si sólo diez hombres quedan
con vida en una casa, todos ellos morirán. Tal vez llegue algún pariente para
recoger y quemar los cadáveres, si algún otro pariente le pregunta si todavía
queda alguien, el primero le responderá que no, y le advertirá que se calle,
porque podrían pronunciar mi santo nombre, y entonces les iría peor.
Tomen esto en cuenta: Yo, el Dios de Israel, voy a
destruir por completo todas las casas, ¡grandes y pequeñas! Hay dos cosas
imposibles de hacer: correr a caballo entre las piedras y arar en el mar. Pero
ustedes hicieron lo que parecía imposible: convirtieron la justicia en muerte y
en tristeza la alegría de un pueblo. Ustedes se sienten muy felices de haber
conquistado una ciudad insignificante y creen que pueden vencer a pueblos más
poderosos.
Pues oigan esto, israelitas: Voy a mandar contra ustedes una
nación que los conquiste, y los vencerá por completo; desde Hamat, en el norte,
hasta el desierto, en el sur. Yo, el Dios todopoderoso, les juro que así será.
Aquí puedes darte cuenta que es necesario que el hombre
cambie de actitud, pues la mayoría de las veces se acostumbra a cierta
comodidad “confort” y le es difícil modificar su estilo de vida en el que
incluya a Dios como su prioridad.
Ahora bien, el tiempo apremia, es hora de que el hombre esté
alerta y busque el conocimiento de Dios
para que su mente sea renovada, y tenga una transformación, desarrolle un
corazón dispuesto para agradar a Dios y, por ende, convertirse en una persona sencilla.
Asimismo, el hombre no ha respetado los límites establecidos por Dios
sino al contrario la disciplina la
descarta y se vuelve permisivo, ocasionando un desequilibrio de valores morales
que llevan al hombre a un caos, sobretodo, que repercute en su avance
espiritual.
Por lo tanto, el tiempo apremia y el hombre debe cuidar de no caer en uso excesivo del alcohol, así como adquirir perfumes
costosos, pues no debe llevarse por lo superfluo ni que lo domine el orgullo,
pero sabes, es necesario que el hombre, desarrolle una nueva naturaleza, una conciencia
firme que lo aleje de tanta maldad.
Con Alta Estima
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