Jesús continuó diciendo a sus discípulos: Yo soy la vid
verdadera, y Dios mi Padre es el que la cuida. Si una de mis ramas no da uvas,
mi Padre la corta, pero limpia las ramas que dan fruto para que den más fruto.
Ustedes ya están limpios, gracias al mensaje que les he anunciado. Si ustedes
se mantienen unidos a mí, yo me mantendré unido a ustedes. Ya saben que una
rama no puede producir uvas si no se mantiene unida a la planta. Del mismo
modo, ustedes no podrán hacer nada si no se mantienen unidos a mí. El discípulo
que se mantiene unido a mí, y con quien yo me mantengo unido, es como una rama
que da mucho fruto; pero si uno de ustedes se separa de mí, no podrá hacer
nada. Al que no se mantenga unido a mí, le pasará lo mismo que a las ramas que
no dan fruto; las cortan, las tiran y, cuando se secan les prenden fuego.
Si ustedes se mantienen unidos a mí y obedecen todo lo que
les he enseñado, recibirán de mi Padre todo lo que pidan. Si ustedes dan mucho
fruto y viven realmente como discípulos míos, mi Padre estará orgulloso de
ustedes. Así como el Padre me ama a mí, también yo los amo a ustedes. Nunca
dejen de amarme. Si obedecen todo lo que yo les he mandado, los amaré siempre,
así como mi Padre me ama, porque yo lo obedezco en todo.
Les digo todo esto para que sean tan felices como yo. Y esto
es lo que les mando; que se amen unos a otros, así como yo los amo a ustedes.
Nadie muestra más amor que quien da la vida por sus amigos. Ustedes son mis
amigos, si hacen lo que les mando. Ya no los llamo sirvientes, porque un
sirviente no sabe lo que hace su jefe. Los llama amigos, porque les he contado
todo lo que me enseñó mi Padre.
Ustedes no fueron los que me eligieron a mí, sino que fui yo
quien los eligió a ustedes. Les he mandado que vayan y sean como las ramas que
siempre dan mucho fruto. Así, mi Padre les dará lo que ustedes le pidan en mi
nombre. Esto les ordeno: Que se amen unos a otros.
Los que se interesan sólo por las cosas de este mundo los
odian a ustedes, pero recuerden que primero me odiaron a mí. Ellos los amarían
a ustedes, sí ustedes fueran como ellos. Pero ustedes ya no son así, porque yo
los elegí para que no sean como ellos. Por eso ellos los odian a ustedes.
¿Recuerdan que les dije que ningún sirviente es más importante que su jefe? Por
eso, si la gente que sólo ama a este mundo me ha maltratado a mí, también los
maltratará a ustedes. Pero si esa gente hace caso de lo que yo digo, también
hará caso de lo que digan ustedes. Todo esto les va a pasar por ser mis
discípulos, y porque los de este mundo no conocen a Dios, que fue quien me
envió.
Esa gente no sería culpable por sus pecados si yo no hubiera
venido a hablarles, y si delante de ellos no hubiera hecho yo cosas que nadie
jamás ha hecho. Pero aun así me odian a mí, y también a mi Padre. Porque el que
me odia, también odia a mi Padre. Pero todo esto debe suceder para que se cumpla
lo que está escrito en la Biblia: Me odian sin motivo.
Yo les enviaré al Espíritu que viene del Padre, y que les
enseñará lo que es la verdad. El Espíritu los ayudará y les hablará bien de mí.
Y ustedes también hablarán bien de mí, porque han estado conmigo desde el
principio.
Aquí puedes darte cuenta que Dios envió al mundo a su único
Hijo para dar su vida y salvar a la humanidad, por lo que es fundamental que el
hombre crea en el Señor Jesús y esté asido de su mano, que se arrepienta de sus
pecados, que muera a su egoísmo, a su “yo” y, entonces sus pensamientos serán renovados, su
corazón purificado y, por ende, el hombre regenerado, nacido de nuevo, dará
buen fruto.
No obstante, lo fundamental es que el hombre sea obediente y
cumpla los mandamientos, que viva apegado a su Palabra para que el mundo
conozca a Dios, que muestre con su conducta que ama a Jesús, quien dio su vida
por salvar a sus amigos, por lo que el hombre debe cumplir el segundo
mandamiento más grande: Amarse los unos a los otros.
Así pues, es prioridad que el hombre haga lo bueno, que no se
interese por las cosas de este mundo, sino que busque a Dios, que abra a su
corazón para que el Espíritu de Dios
habite en cada persona, en su ser interior y conozca la verdad.
Con Alta Estima,
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