sábado, 14 de febrero de 2015

… porque él hablaba con la sabiduría que le daba el Espíritu Santo

Cada vez había más y más seguidores de Jesús, y comenzó a haber problemas entre los seguidores judíos que hablaban griego y los que hablaban arameo. Y es que los que  hablaban griego decían  que las viudas de su grupo no recibían suficiente ayuda para sus necesidades de cada día. Entonces los apóstoles llamaron a todos a una reunión, y allí dijeron: Nuestro deber principal es anunciar el mensaje de Dios, así que no está bien que nos dediquemos a repartir el dinero y la comida.  Elijan con cuidado a siete hombres, para que se encarguen de ese trabajo. Tienen que ser personas en las que todos ustedes confíen, que hagan lo bueno y sean muy sabios,  y que tengan el poder del Espíritu Santo. Nosotros nos dedicaremos entonces a servir a Dios por medio de la oración, y a anunciar el mensaje de salvación.

A todo el grupo le pareció buena la idea, y eligieron a Esteban, un hombre que confiaba mucho en Dios y que tenía el poder del Espíritu Santo. También eligieron a otros seis: Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Pármenas y Nicolás. Este Nicolás era de la región de Antioquía, y antes se había convertido a la religión judía. Luego los llevaron ante los apóstoles, y estos pusieron sus manos sobre la cabeza de cada uno y oraron.

Los apóstoles siguieron anunciando el mensaje de Dios. Por eso, más y más personas se convirtieron en seguidores de Jesús, y muchos sacerdotes judíos también creyeron en él.

Dios le dio a un joven llamado Esteban un poder especial para hacer milagros y señales maravillosas entre la gente. Sin embargo, algunos judíos del pueblo de Cirene se pusieron a discutir con él, junto con otros judíos de la ciudad de Alejandría, que pertenecían a la Sinagoga de los Hombres Libres. También discutieron con Esteban otros que venían de la región de Cilicia y de la provincia de Asia, pero ninguno de ellos pudo vencerlo, porque él hablaba con la sabiduría que le daba el Espíritu Santo. Entonces aquellos judíos les dieron dinero a otros para que mintieran. Tenían que decir: Esteban ha insultado a Dios y a nuestro antepasado Moisés. Nosotros mismos lo hemos oído.

Fue así como alborotaron al pueblo, a los líderes del país y a los maestros de la Ley. Luego apresaron a Esteban. Lo llevaron ante la Junta Suprema, y llamaron a algunos hombres para que dijeran más mentiras. Uno de ellos dijo: Este hombre anda diciendo cosas terribles contra el santo templo y contra la Ley de Moisés. Lo hemos oído decir que Jesús de Nazaret destruirá el templo, y que cambiará las costumbres que Moisés nos enseñó. Cuando todos los de la Junta Suprema se fijaron en Esteban, vieron que  su cara parecía la de un ángel.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe aprender a vivir bajo el orden que Dios ha establecido y, sobretodo que si el hombre obedece ese orden divino,  Dios ocupa el primer lugar en la vida de cada persona y  todo lo que haga le irá bien, pero lo más importante es  que el hombre siga anunciando el mensaje de Dios para que otros lo conozcan.

No obstante, el hombre debe ser sabio al tomar decisiones para ciertos asuntos, pero esa sabiduría viene de lo Alto, del hombre obediente y que se conduce apegado a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo, pues entiende que para dar prioridad a las cosas de Dios debe establecer un equilibrio en su vida y confiar en otros que buscan a Dios, y hagan lo bueno y  puedan contribuir a las tareas del reino de Dios para que su obra siga creciendo.

Así pues, el hombre humilde y que permanece con un corazón regenerado, disponible para servir a Dios, recibe el poder del Espíritu de Dios y su presencia es manifiesta en la conducta de cada persona pues su confianza puesta en Dios,  le da la fuerza que necesita para acelerar el paso y  vencer toda obstrucción de la obra del Señor pues Dios derrama su espíritu.


Con Alta Estima,

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