Cuando Pablo y Bernabé llegaron a la ciudad de Iconio,
entraron juntos en la sinagoga de los judíos. Allí hablaron a la gente acerca
de Jesús, y muchos judíos y gente de otros pueblos creyeron en él. Pero los
judíos que no creyeron en Jesús hicieron que se enojaran los que no eran
judíos, y los pusieron en contra de los seguidores de Jesús.
Pablo y Bernabé se quedaron en Iconio por algún tiempo.
Confiaban mucho en Dios y le contaban a la gente toda la verdad acerca del amor
de Dios. El Señor les daba poder para hacer milagros y maravillas, para que así
la gente creyera todo lo que decían. La gente de Iconio no sabía qué hacer,
pues unos apoyaban a los judíos, y otros a Pablo y a Bernabé. Entonces los
judíos, y los que no eran judíos, se pusieron de acuerdo con los líderes de
Iconio, y decidieron maltratar a Pablo y a Bernabé, y matarlos a pedradas. Pero
Pablo y Bernabé se dieron cuenta y huyeron a la región de Liacaonia y sus
alrededores. Allí anunciaron las buenas noticias en los pueblos de Listra y
Derbe.
En el pueblo de Listra había un hombre que nunca había
podido caminar. Era cojo desde el día en que nació. Este hombre estaba sentado,
escuchando a Pablo, quien lo miró fijamente, y se dio cuenta de que el hombre
confiaba en que él podía sanarlo. Entonces le dijo en voz alta: ¡Levántate y
camina!
Aquel hombre dio un salto y comenzó a caminar. Al ver lo que
Pablo hizo, los allí presentes comenzaron a gritar en el idioma licaonio: ¡Los
dioses han tomado forma humana, y han venido a visitarnos!
Y el sacerdote y la gente querían ofrecer sacrificios en
honor de Bernabé y de Pablo. Pensaban que Bernabé era el dios Zeus, y que Pablo
era el dios de Hermes, porque él era el que hablaba. Y como el templo del dios
Zeus estaba a la entrada del pueblo, el sacerdote llevó al templo toros y
adornos de flores.
Cuando Bernabé y Pablo se dieron cuenta de lo que pasaba,
rompieron su ropa para mostrar su horror por lo que la gente hacía. Luego se
pusieron en medio de todos, y gritaron: ¡Oigan! ¿Por qué hacen esto? Nosotros
no somos dioses, somos simples hombres, como ustedes. Por favor, ya no hagan
estas tonterías, sino pídanle perdón a Dios. El es quien hizo el cielo, la
tierra, el mar y todo lo que hay en ellos. Y aunque en otro tiempo permitió que
todos hicieran lo que quisieran, siempre ha mostrado quién es él, pues busca el
bien de todos. El hace que llueva y que las plantas den a tiempo sus frutos,
para que todos tengan qué comer y estén siempre alegres.
A pesar de lo que Bernabé y Pablo dijeron, les fue muy
difícil convencer a la gente de no ofrecerles sacrificios. Pero llegaron unos
judíos de Iconio y Antioquía, y convencieron a la gente para que se pusiera en
contra de Pablo. Entonces la gente lo apedreó y, pensando que estaba muerto, lo
arrastró fuera del pueblo. Pero Pablo, rodeado de los seguidores de Jesús, se
levantó y entró de nuevo al pueblo. Al día siguiente, se fue con Bernabé al
pueblo de Derbe.
Pablo y Bernabé anunciaron las buenas noticias en Derbe, y
mucha gente creyó en Jesús. Después volvieron a los pueblos de Listra, Iconio y
Antioquía. Allí visitaron a los que habían creído en Jesús, y les recomendaron
que siguieran confiando en él. También les dijeron: Debemos sufrir mucho antes
de entrar en el reino de Dios.
En cada iglesia, Pablo y Bernabé nombraron líderes para que
ayudaran a los seguidores de Jesús. Después de orar y ayunar, ponían las manos
sobre esos líderes y le pedían a Dios que los ayudara, pues ellos habían creído
en él.
Pablo y Bernabé continuaron su viaje, y pasaron por la
región de Pisidia hasta llegar a la región de Panfilia. Allí anunciaron las buenas noticias, primero a los del pueblo
de perge y luego a los de Atalía. Después tomaron un barco y se fueron a la
ciudad de Antioquía, en la región de Siria. En esa ciudad, los miembros de la
iglesia le habían pedido a Dios con mucho amor que cuidara a Pablo y a Bernabé,
para que no tuvieran problemas al anunciar las buenas noticias.
Cuando Pablo y Bernabé llegaron a Antioquía, se reunieron
con los miembros de la iglesia y les contaron todo lo que Dios había hecho por
medio de ellos. Les contaron también cómo el Señor los había ayudado a anunciar
las buenas noticias a los que no eran judíos, para que también ellos pudieran
creer en Jesús. Pablo y Bernabé se quedaron allí mucho tiempo con los miembros
de la iglesia.
Aquí puedes darte cuenta que es esencial que el hombre
confíe en Dios y hable otro de las maravillas del amor de Dios, pues es momento
de que el hombre deje de ser cojo, que deje de hacer tonterías y que se apegue
a la Palabra de Dios como fundamento ya que es fuente de vida.
No obstante, el hombre debe hablar del poder de Dios y de su
autoridad, entonces alinearse a sus mandatos y aprender a vivir bajo el orden
establecido por Dios y sólo así el hombre sentirá seguridad por estar bajo su
cobertura.
Asimismo, el hombre debe estar consciente de que Dios le da
libre albedrío, pero sabes, no todo le es conveniente pero si la adversidad le
ayuda para bien, para que cada día aprenda a ser mejor persona y alcanzar la
perfección en todo lo que haga, llegar a la estatura del varón perfecto que es
nuestro Señor Jesucristo.
Por lo que es tiempo de que el hombre use los recursos que
Dios le ha dado, sus dones y talentos, que muestre sus capacidades y
habilidades a otros para que fructifique, y, sobretodo un fruto bueno, en
dondequiera que se encuentre y que sea agradable a Dios.
Así pues, el tiempo apremia y el hombre debe buscar a Dios,
es hora de que despierte y esté preparado, que se empape de su conocimiento y
así lo conozca cada día más, no hay tiempo que perder, que esté siempre atento
pues nuestro Señor Jesucristo pronto volverá.
Con Alta Estima,
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