martes, 28 de mayo de 2013

La majestuosidad de un rey...

Sabes lo que significa  un “rey”, es un soberano de un Reino, que desciende de un linaje, se puede decir que es generacional. Por lo general vive en la opulencia, en grandes residencias, con sirvientes, con riquezas materiales y su autoridad la ejerce en todo momento, todos sus súbditos le obedecen.

Pero en esta ocasión, te hablaré de un rey que a pesar de su linaje tuvo que nacer en un lugar muy humilde, que su vida fue de santidad, de milagros, de enseñanza, y este es el Reino de Dios, en el que el majestuoso rey es Jesús, quién está lleno de esplendor, de grandeza, de belleza para tu vida, quién te liberará de tus malos deseos y que con El en tu corazón lograrás hacer cambios extraordinarios en tu persona.

Como dice: Salmos 14:2 “Dios, desde el cielo, mira a los hombres y mujeres; busca a alguien inteligente que lo reconozca como Dios. Pero no hay uno solo que no se haya alejado de Dios; no hay uno solo que no se haya corrompido; no hay uno solo que haga el bien”.

Acércate a Él para que lo conozcas y aceptes, su magnificencia es tan grande que la puedes ver cuando observas el cielo  y  toda  su grandeza; te maravillas de su poder, de su muestra de  ternura y de su gran amor.

El es el rey de gloria, pues si recuerdas él murió en la cruz y resucitó.  Jesús siempre obedeció a su Padre a pesar de tener conciencia de lo doloroso del trance que pasaría, pero que así estaba escrito que tenía que suceder, para que el hombre pueda ser redimido de sus pecados y volver a tener una relación personal con El.

Es importante, des gracias a Dios por toda su bondad, por su sacrificio de amor.

El tomó tu lugar y murió por ti para que tengas libertad. El sólo quiere que tú lo aceptes, que esté en tu corazón, en tu mente, que tenga presencia en tu vida. No te debe importar lo que diga la gente que a veces se burla, que se niega a conocerle.

Como dice: Salmo 22:8 “Hasta dicen: “Ya que este confió en Dios, ¡que venga Dios a salvarlo! Ya que Dios tanto lo quiere, ¡qué venga él mismo a librarlo!”


Y por último, como dice en el Salmo 22:28-31: “Tú eres rey y gobiernas a todas las naciones. Nadie es dueño de su vida. Por eso los que habitan este mundo, y los que están a punto de morir se inclinarán ante ti, y harán fiestas en tu honor. Mis hijos te rendirán culto; las generaciones futuras te alabarán, y los que nacerán después sabrán que tú eres justo y que haces grandes maravillas”. 

Con Alta estima,

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