Tú como la mayoría de las personas han usado con frecuencia
un espejo… quizá para peinarte, para mirarte si con el atuendo que te pusiste te
ves bien, o para maquillarte según el caso o simplemente para admirarte.
Como tú sabes un espejo refleja una imagen nítida de cómo se
ve una persona. Por lo que sería bueno que, cuando te veas en el espejo analices
tu vida presente, que al acercarte además de ver tu imagen, tu belleza
exterior, puedas ver lo que hay en el interior, pues es necesario reflexiones de
cómo actúas, si lo que reflejas es de ejemplo a los demás y por tanto agrada a Dios.
Para que te evalúes, es imprescindible te analices si tienes
defectos, como el egoísmo, la envidia, la manipulación, la competencia
desenfrenada, es decir, ésta última en el sentido de creerte que sabes más que
otros, no saber escuchar, pensar antes de hablar, contestar intempestivamente y
de forma agresiva, etc., estos defectos, son una carga que no puedes vencer bajo tu fuerza, debes poner dicha carga en las manos de Dios, pues son
deformaciones, no son cualidades que edifican tu vida, por el contrario minimizan
tu imagen ante los demás.
Es urgente un cambio y la realidad es que es difícil vivir
bien con tantos defectos ya que todavía vives en el “yo”. Lograr los cambios
bajo tu fuerza es casi imposible. Es
necesario, pongas tu peso en Jesucristo, quien dio la vida por ti, que te ama.
El desea que vivas bien. Por lo que es necesario que renueves tu mente y tus
pensamientos, para ello, lee, medita en su
Palabra, que es como una lámpara encendida. Guarda la Palabra en tu mente y en
tu corazón, ya que te iluminará y ayudará en este proceso de transformación
para que puedas ver una imagen nítida de tu persona.
Como dice heb.4:12-13 “Porque la Palabra de Dios es viva y
eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos, y penetra hasta partir el
alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos
y las intenciones del corazón.
Con Alta estima,
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