Cuando Jesús vio a tanta gente, subió a una montaña y se
sentó. Los discípulos se le acercaron, y él comenzó a enseñarles: Dios bendice
a los que confían totalmente en él, pues ellos forman parte de su reino. Dios
bendice a los que sufren, pues él los consolará. Dios bendice a los humildes,
pues ellos recibirán la tierra prometida. Dios bendice a los que desean la
justicia, pero él les cumplirá su deseo.
Dios bendice a los que desean la
justicia, pues él les cumplirá su deseo. Dios bendice a los que son compasivos,
pues él será compasivo con ellos. Dios bendice a los que tienen un corazón
puro, pues ellos verán a Dios. Dios bendice a los que trabajan para que haya
paz en el mundo, pues ellos serán llamados hijos de Dios. Dios bendice a los
que son maltratados por practicar la justicia, pues ellos forman parte de su
reino.
Dios los bendecirá a ustedes cuando, por causa mía, la gente
los maltrate y diga mentiras contra ustedes. ¡Alégrense! ¡Pónganse contentos!
Porque van a recibir un gran premio en el cielo. Así maltrataron también a los
profetas que vivieron antes que ustedes.
Ustedes son como la sal que se pone en el horno de barro
para aumentar su calor. Si la sal pierde esa capacidad, ya no sirve para nada,
sino para que la tiren a la calle y la gente la pisotee. Ustedes son como una
luz que ilumina a todos. Son como una ciudad construida en la parte más alta de
un cerro y que todos pueden ver. Nadie enciende una lámpara para materia debajo
de un cajón. Todo lo contrario: la pone en un lugar alto para que alumbre a
todos los que están en la casa. De la misma manera, la conducta de ustedes debe
ser como una luz que ilumine y muestre cómo se obedece a Dios. Hagan buenas
acciones. Así los demás las verán y alabarán a Dios, el Padre de ustedes que
está en el cielo.
No crean que vine a quitar la ley ni a decir que la
enseñanza de los profetas ya no vale. Al contrario: vine a darles su verdadero
valor. Yo les aseguro que mientras existan el cielo y la tierra, ni siquiera un
punto o una coma se quitará de la ley, hasta que todo se cumpla. Por eso, si
alguien no obedece uno solo de los mandamientos de Dios, aun el menos
importante, será la persona menos importante en el reino de Dios. Lo mismo le
sucederá al que enseñe a otros desobedecer. Pero el que obedezca los
mandamientos y enseñe a otros a obedecerlos, será muy importante en el reino de
Dios. Yo les aseguro que si ustedes no son más obedientes que los fariseos y
los maestros de la Ley, nunca entrarán en el reino de Dios.
Recuerden que hace mucho tiempo Moisés dijo: No maten, pues
si alguien mata a otro, será castigado. Pero ahora yo les aseguro que
cualquiera que se enoje con otro tendrá que ir a juicio. Cualquiera que insulte
a otro será llevado a los tribunales. Y el que maldiga a otro será echado en
el fuego del infierno. Por eso, si llevas al altar del
templo una ofrenda para Dios, y allí te acuerdas de que alguien está enojado contigo, deja la
ofrenda delante del altar, ve de inmediato a reconciliarte con esa persona y
después de eso regresa a presentar tu ofrenda a Dios.
Si alguien te acusa de haberle hecho algo malo, arregla el
problema con esa persona antes de que te entregue al juez. Si no, el juez le
ordenará a un policía que te lleve a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de
allí sin que antes pagues hasta la última moneda que debas.
Moisés también dijo: No sean infieles en su matrimonio. Pero
ahora yo les aseguro que si un hombre mira a otra mujer con el deseo de tener
relaciones sexuales con ella, ya fue infiel en su corazón. Si lo que ves con tu
ojo derecho te hace desobedecer a Dios, es mejor que te lo saques y lo tires
lejos. Es preferible que pierdas una parte del cuerpo y no que todo tu cuerpo
sea arrojado al infierno. Si lo que haces con tu mano derecha te hace
desobedecer, es mejor que te la cortes y la tires lejos. Es preferible que
pierdas una parte de tu cuerpo y no que todo tu cuerpo se vaya al infierno.
También hace mucho tiempo Moisés dijo: Si alguno ya no
quiere vivir casado con una mujer, déle un certificado de divorcio. Pero ahora
yo les digo que el hombre sólo puede divorciarse si su esposa tiene relaciones
sexuales con otro hombre. Si se divorcia de su esposa por otra razón, la pone
en peligro de cometer ese mismo pecado. Si esa mujer vuelve a casarse, tanto
ella como su nuevo esposo serán culpables de adulterio.
En ese mismo tiempo, Moisés también enseñó: No usen el
nombre de Dios para prometer lo que no van a cumplir. Pero ahora yo les digo a
ustedes que, cuando prometan algo, no hagan ningún juramento. No juren por el
cielo, porque es el trono de Dios, ni juren por la tierra, porque Dios gobierna
sobre ella. Tampoco juren por Jerusalén, pues esta ciudad pertenece a Dios, el
gran Rey. Nunca juren por su vida, porque ustedes no son dueños de ella. Si van
a hacer algo digan que sí, y si no lo van a hacer digan que no. Todo lo que
digan de más viene del diablo.
Otra de las enseñanzas de Moisés fue esta: Si alguien le
saca un ojo a otro, también a él se le sacará un ojo; si le rompe un diente, también
a él se le romperá otro. Pero ahora yo les digo: No traten de vengarse de quien les hace daño.
Si alguien les da una bofetada en la mejilla derecha, pídanle que les pegue
también en la izquierda. Si alguien los acusa ante un juez y quiere quitarles la
camisa, denle también el abrigo. Si un soldado los obliga a llevar una carga
por un kilómetro, llévenla dos kilómetros. A quien les pida algo, dénselo, y a
quien les pida prestado, préstenle.
Esta es otra orden que dio Moisés hace muchísimo tiempo:
Amen a su prójimo y odien a su enemigo. Pero ahora yo les digo. Amen a sus
enemigos y oren por quienes los maltratan. Así demostrarán que actúan como su
Padre Dios, que está en el cielo. El es quien hace que salga el sol sobre los
buenos y sobre los malos. El es quien manda la lluvia para el bien de los que
lo obedecen y de los que no lo obedecen.
Si ustedes aman sólo a quienes los aman, Dios no los va a
bendecir por eso. Recuerden que hasta los que cobran impuestos para Roma
también aman a sus amigos. Si saludan sólo
a sus amigos, no hacen nada extraordinario. ¡Hasta los que no creen en
Dios hacen eso! Ustedes deben ser perfectos como Dios, su Padre que está en el
cielo, es perfecto.
Aquí puedes darte cuenta que es tiempo de alegría, que el
hombre debe estar contento y estar alerta, pues Dios pronto volverá y entonces,
el hombre debe cuidar su conducta y así Dios bendice a toda persona que pone su
confianza en El, al que es humilde, al que es compasivo, al que tiene un
corazón puro.
Asimismo, Dios da capacidades al hombre para que sea útil,
pues unos son sal que generan calor, otros son luz que iluminan a otros, demostrando
estas capacidades en su conducta y mostrando como debe obedecer a Dios.
Por tanto, es importante que cada persona cumpla sus
mandamientos, que haga buenas obras, si es necesario que se reconcilie con sus
hermanos lo haga pues no debe vengarse de quien les hace daño, y entonces que pueda ofrecer una ofrenda grata a Dios, para que el hombre sea perfecto como
Dios es perfecto.
Con Alta Estima,
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