El Dios todopoderoso ha dicho: ¡Miren al mensajero de mi
pacto! Ustedes esperan su llegada, y él ya se ha puesto en marcha. Lo estoy
enviando delante de mí, para que me prepare el camino. Cuando menos lo esperen,
yo entraré en mi templo. Yo soy el Dios todopoderoso, a quien ustedes buscan.
Mi mensajero ya viene. Pero, cuando llegue, nadie va a
poder resistir su presencia. ¡Ese día nadie va a poder mantenerse en pie! Mi
mensajero es como el fuego que purifica los metales; es como el jabón que
limpia la mugre. Cuando llegue, se sentará a borrar los pecados de los
descendientes de Leví, como si purificara oro y plata en el fuego. Así ellos
podrán presentar las ofrendas de la gente de Judá y de Jerusalén. Las
presentarán como a mí me agrada, y yo las recibiré con alegría, como antes las
recibías.
El Dios todopoderoso ha dicho: Voy a iniciar un juicio
contra ustedes. Actuaré como testigo contra los que practican la brujería,
contra los que son adúlteros, contra los que hacen juramentos falsos, contra
los que explotan a sus trabajadores, contra los que abusan de las viudas y de
los huérfanos, contra los que maltratan a los que no son israelitas, y contra
los que me faltan al respeto.
Oiganme, israelitas: Si ustedes no han sido destruidos es
porque yo soy el Dios todopoderoso y mi amor no cambia. En cambio ustedes,
desde los días de sus antepasados, siempre han desobedecido mis mandamientos.
Pero si ustedes se arrepienten y vuelven a mí, yo también me volveré a ustedes.
Yo soy el Dios todopoderoso, y les aseguro que así lo haré.
Ustedes me preguntan: ¿Y de qué tenemos que
arrepentirnos? Yo les respondo: No es fácil que alguien me robe; sin embargo,
¡ustedes me han robado! Todavía se atreven a preguntarme: ¿Y qué te hemos
robado? Pues escúchenme bien: ¡Me han robado porque han dejado de darme el
diezmo y las ofrendas! Todos ustedes, como nación, me han robado; por eso yo
los maldigo a todos ustedes, también como nación.
Traigan a mi templo sus diezmos, y échenlos en el cofre
de las ofrendas; así no les faltará alimento. ¡Pónganme a prueba con esto!
Verán que abriré las ventanas del cielo, y les enviaré abundantes lluvias.
Además, alejaré de sus campos las plagas de insectos que destruyen sus cosechas
y sus viñedos. Tendrán entonces un país muy hermoso, y todas las naciones los
considerarán muy dichosos. Yo soy el Dios todopoderoso, y les juro que así lo
haré.
Pero ustedes hablan mal de mí, y todavía preguntan: ¿y
qué de malo hemos dicho? Pues esto es lo que han dicho: No vale la pena servir
al Dios todopoderoso. Aun si pecamos contra él, no tiene caso que nos pongamos
tristes, ni vale la pena obedecer sus mandamientos. Bien sabemos que los
orgullosos viven felices, y que los malvados siempre les va bien; nunca les
pasa nada malo, ni siquiera cuando ofenden a Dios y lo ponen a prueba.
Cuando los que adoran a Dios y lo respetan oyeron lo que
Dios dijo, hablaron entre sí. Dios se dio cuenta de esto, y les prestó
atención, y entonces mandó que se anotaran en un libro sus nombres para
recordarlos. Además, Dios dijo acerca de ellos: Ya viene el día en que ellos
volverán a ser míos. Serán mi tesoro especial, y nos les haré ningún daño; los
trataré como trata un padre a los hijos que le sirven. Entonces ustedes verán,
una vez más, que hay diferencia entre el bueno y el malo, entre el que adora a
Dios y el que no lo adora.
Dios dice: Ya está cerca el día en que los orgullosos y
malvados arderán como la paja y se quemarán por completo a causa de mi enojo.
Yo soy el Dios todopoderoso, y les juro que así será. Para ustedes, que me
respetan, la justicia brillará como el sol y les traerá mi salvación. Entonces
ustedes saltarán de alegría, como saltan los terneros cuando salen del establo.
Ya tengo preparado ese día, y ustedes aplastarán a los malvados como aplastan
el polvo que pisan. Yo soy el Dios todopoderoso, y les juro que así será.
Israelitas, recuerden que en el monte Horeb yo les di por
medio de Moisés mis enseñanzas y mandamientos. ¡No se olviden de obedecerlos!
Antes de que llegue el día en que yo los castigaré, les
enviaré al profeta Elías. El hará que los padres se reconcilien con sus hijos y
vivan en paz. Pero si no se reconcilian yo vendré y destruiré la tierra.
Aquí puedes darte cuenta que es fundamental que el hombre
obedezca y cumpla los mandamientos de Dios, que se aparte de la maldad, pues es
prioridad que el hombre esté preparado, pues El Señor viene pronto. Así como es
necesario que el hombre aprenda a ser justo con los demás (casa, trabajo, etc.)
y en cualquier otra actividad que desempeñe, para que cada persona agrade a
Dios, con una conducta íntegra de manera que honre y respete a Dios.
Así pues, es importante que el hombre entienda como Dios
ama al hombre, es tan grande que le da la oportunidad a cada persona de que se
arrepienta y cambie de manera de vivir pero ¿qué crees? Esta es una decisión
voluntaria que el hombre toma y busca a Dios.
No obstante, es esencial que cada persona entregue sus
ofrendas, su diezmo a Dios y el Señor abrirá las ventanas del cielo, y habrá
lluvia abundante y no les faltará alimento, pero sabes, el tiempo apremia y el
hombre debe ponerlo en práctica, pero sólo a través de su Palabra adquiere
discernimiento para escoger hacer el bien.
Por tanto, ahora es el tiempo que el hombre muestre su
obediencia a Dios y cumpla sus enseñanzas, que deje a un lado el orgullo, el
odio, el rencor y que logre la reconciliación en su familia, que exista respeto
entre padres e hijos, para que vivan en paz.
Con Alta Estima,
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