Yo soy Malaquías, Dios me dio la orden de comunicarles a
ustedes, los israelitas, este mensaje: Israelitas, Dios los ama. Y ustedes
preguntan: ¿Y cómo nos demuestra ese amor? Dios les responde: Recuerden,
israelitas, que yo preferí a Jacob y no a Esaú, a pesar de que Esaú era su
hermano mayor. Recuerden también que yo convertí en un desierto la tierra de
Esaú, a pesar de que era una región montañosa. Ahora sólo viven allí los
chacales. Si los descendientes de Esaú intentan reconstruir su país, yo les
aseguro que volveré a destruir lo que ellos construyan. La tierra de Esaú será
conocida como “el país de la maldad”, y su pueblo será conocido como “el pueblo
con el que Dios siempre está enojado. Yo soy el Dios todopoderoso, y les juró
que así será. Ustedes lo verán con sus propios ojos, y entonces dirán: ¡La
grandeza de nuestro Dios va más allá de nuestras fronteras!
Sacerdotes, nuestro poderoso Dios me manda a decirles a
ustedes: Los hijos respetan a sus padres, y los esclavos respetan a sus amos.
¡Pues yo soy su Padre y su Amo, y sin embargo ustedes los sacerdotes no me
respetan! ¡Me tratan como si no valiera nada! Ustedes los sacerdotes se
defienden, y preguntan: ¿Por qué nos acusa Dios? ¿Cuándo le hemos faltado al
respeto?
¿Cuándo lo hemos ofendido?
Pero el Dios todopoderoso les responde: Me ofenden cuando
desprecian mi altar, cuando me presentan como ofrenda animales impuros, que no
valen nada porque están ciegos, cojos y enfermos. ¿No creen qué eso está mal?
Si esos mismos animales se los ofrecieran a su gobernador, ¡se ofendería y no
los aceptaría!
Y después de presentarme esa clase de ofrendas, todavía
esperan que yo los escuche y les tenga compasión? Pues yo soy el Dios
todopoderoso y quiero que les quede claro lo siguiente: ¡Prefiero que se
cierren las puertas de mi templo! Ya no me traigan esta clase de ofrendas,
porque estoy muy molesto con ustedes y no se las voy a aceptar.
En todas las naciones del mundo hay quienes reconocen mi
grandeza, y por eso me presentan ofrendas aceptables. Pero ustedes los
sacerdotes hacen todo lo contrario: me faltan al respeto, y desprecian mi altar
y las ofrendas que allí me presentan.
Ustedes los sacerdotes se quejan y dicen: Nuestro trabajo
es muy pesado. Pero el Dios todopoderoso les dice: ¿Creen ustedes que voy a
recibir con gusto esos animales cojos y enfermos, que ustedes me traen como
ofrenda? Eso es un insulto, pues para como me traen animales con defectos.
¡Maldito sea el que me prometa uno de esos mejores animales, y luego me
presente un animal defectuoso! ¡Yo soy el gran Rey, y todas las naciones me
respetan! Yo soy el Dios todopoderoso, y les juro que así lo haré.
Aquí puedes darte cuenta que Dios es amoroso, por lo
tanto, el hombre debe mostrar honra al Señor que es grande y todopoderoso, por
tanto, si el hombre reflexiona, si su actual comportamiento le ayuda a crecer
espiritualmente, de lo contrario, debe
renovar su mente y su corazón, alejarse de la maldad. pues Dios quiere que el
hombre viva con respeto, honrando a sus padres y, por ende con obediencia a sus
mandatos honra a Dios.
No obstante, es esencial que el hombre cambie de actitud y, por consiguiente, de manera de
vivir, que su confianza esté puesta en Dios y apegado a su Palabra el enemigo no
puede aprovechar ni ser oportunista e imponer la maldad, así como puedes ver en
la falta de empatía entre unos y otros, la ira, desconfianza, ya que el hombre
debe entender que la ofrenda más grata a
Dios es que el hombre mismo se concientice y tenga discernimiento del bien y
del mal, que escoja el bien y cambie su conducta, logrando una nueva actitud,
muestre integridad y. honre a Dios.
No obstante, el Señor merece que cada persona haga su
mejor esfuerzo y le ofrezca como ofrenda grata ser mejor persona cada día, que
el hombre se vuelva a Dios pues sabes, el amor de Dios puede ser comprobado, al
enviar a su unigénito Hijo Jesús a dar su vida para salvar a cada persona que
se arrepiente de sus pecados evitando los obstáculos que impiden un goce
verdadero al amor de Dios.
¡Anímate! El tiempo apremia, el hombre debe apartarse de
la indiferencia hacia las cosas espirituales, sino más bien, es conveniente que
el hombre actúe con justicia aún en una situación adversa y sobre todo,
considere no perder la comunión con el espíritu de Dios
Con Alta Estima,
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