viernes, 10 de octubre de 2014

Síganme…


Luego el Espíritu de Dios llevó a Jesús al desierto, para que el diablo tratara de hacerlo caer en sus trampas. Después de ayunar en el desierto cuarenta días con sus noches, Jesús tuvo hambre. Entonces llegó el diablo para ponerle una trampa, y le dijo: Si en verdad eres el Hijo de Dios, ordena que estas piedras se conviertan en pan.

Jesús le contestó: La Biblia dice: No sólo de pan vive la gente; también necesita obedecer todo lo que Dios manda. Después el diablo llevó a Jesús a la ciudad de Jerusalén. Allí lo subió a la parte más alta del templo, y le dijo: Si en verdad eres el Hijo de Dios, tírate abajo, pues la Biblia dice: Dios mandará a sus ángeles para que te cuiden. Ellos te sostendrán; para que no te lastimes los pies contra ninguna piedra.

Jesús le contestó: La Biblia también dice: Nunca trates de hacer caer a tu Dios en una trampa. Por último, el diablo llevó a Jesús a una montaña muy alta. Desde allí podían verse los países más ricos y poderosos del mundo. El diablo le dijo: Todos estos países serán tuyos, si te arrodillas delante de mí y me adoras.

Jesús le respondió: Vete de aquí, Satanás, porque la Biblia dice: Adoren a Dios y obedézcanlo sólo a él. Entonces el diablo se fue, y unos ángeles vinieron a servir a Jesús. Cuando Jesús oyó que Juan el Bautista estaba en la cárcel, se marchó a la región de Galilea. Pero no volvió a su casa en Nazaret, sino que se fue a vivir a Cafarnaúm. Este pueblo se encuentra a orillas del Lago de Galilea. Allí vivieron las tribus israelitas de Zabulón y de Neftalí.

Así se cumplió lo que Dios había dicho por medio del profeta Isaías, cuando escribió: Escucha, tierra de Zabulón, que estás cerca del gran mar; escucha, tierra de Neftalí, que estás al oeste del río Jordán; escucha, tú, Galilea, tierra de extranjeros. Aunque tu gente viva en la oscuridad, verá una gran luz. Una luz alumbrará a los que vivan en sombra de muerte.

Desde entonces, Jesús comenzó a decirles a todos: Vuélvanse a Dios, porque su reino se va a establecer aquí.

Jesús pasaba por la orilla del Lago de Galilea cuando vio a Simón Pedro y Andrés, dos hermanos que eran pescadores. Mientras ellos pescaban con sus redes, Jesús les dijo: Síganme. En lugar de pescar peces, les voy a enseñar a ganar seguidores para mí.

En ese mismo instante, Pedro y Andrés dejaron sus redes y siguieron a Jesús. Jesús siguió caminando por la orilla del lago y vio a Santiago y a Juan, otros dos hermanos que también eran pescadores. Los dos estaban en una barca arreglando las redes, junto con su padre Zebedeo. Jesús llamó a los dos. Ellos salieron de inmediato de la barca, dejaron a su padre y siguieron a Jesús.

Jesús recorría toda la región de Galilea. Enseñaba en las sinagogas, anunciaba las buenas noticias del reino de Dios y sanaba a todos los que estaban enfermos. Jesús se hizo muy famoso en toda la región de Siria. La gente le traía personas que sufrían dolores y enfermedades, o que tenían demonios. También le traían a los que sufrían de ataques o que no podían caminar ni moverse, y a todos ellos los sanó.

Muchísima gente de las regiones de Galilea, Judea y Decápolis seguía a Jesús. También venía gente de la ciudad de Jerusalén y de los pueblos que están al otro lado de río Jordán.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe vivir apegado a la Palabra de Dios para que pueda vencer las trampas del mundo, esas tentaciones materiales que sólo ocasionan que el hombre se afane y olvide a Dios, pues es necesario que el hombre conozca a Dios y obedezca sus mandatos con la seguridad de que sólo con Dios el hombre se podrá sostener firmemente.

No obstante, hay tantos distractores en el mundo que el hombre debe aprender a resistir para no caer en la falacia, en tanta frivolidad que enajena al ser humano y lo conduce a valles de sombras. Lo importante, es que el hombre honre a Dios, con una buena conducta pues sólo a Dios debe adorar.

Y, lo fundamental es que el hombre crea en Jesucristo, sólo a través de El, el hombre llegará a Dios, pues  Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, sólo asido a El, el hombre vivirá en la luz.

Por tanto, es tiempo de que el hombre se vuelva a Dios, que acepte a Jesucristo en su vida como su salvador, aunque sabes esta es una decisión voluntaria que el hombre debe tomar.Por lo que ahora es el momento que el reino de Dios se establezca en su ser interior de cada persona, pero ¡No tardes! Es importante que el hombre haga cambios y  siga a Jesús, que anuncie las buenas noticias de su reino.


Con Alta Estima,

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