domingo, 19 de octubre de 2014

Cuando una persona los recibe a ustedes, también me recibe a mí.


Jesús reunió a sus doce discípulos. A cada uno le dio poder para expulsar malos espíritus y para sanar toda clase de enfermedades. A los doce discípulos que Jesús eligió, los llamó apóstoles. Estos son sus nombres: Simón, mejor conocido como Pedro, y su hermano Andrés, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, Felipe, Bartolomé, Tomás, Mateo el cobrador de impuestos, Santiago hijo de Alfeo, Tadeo, Simón el patriota y Judas Iscariote, que fue el que después traicionó a Jesús.

Jesús envió a estos doce discípulos con las siguientes instrucciones: No vayan por lugares donde vive gente que no es judía. Tampoco vayan a los pueblos de la región de Samaria. Mejor vayan a los israelitas, pues son un pueblo que anda como rebaño perdido.

Cuando vayan, anuncien este mensaje: Ya está por llegar el reino de Dios. Sanen también a los enfermos. Devuélvanles la vida a los muertos. Sanen a los leprosos, y libren de los demonios a la gente, ¡No cobren nada por hacerlo, pues el poder que Dios les ha dado a ustedes tampoco les costó nada!

Y no lleven dinero ni provisiones para el camino. Tampoco lleven bastón ni otro par de zapatos, ni otra muda de ropa. Porque todo el que trabaja tiene derecho a ser alimentado. Cuando lleguen a un pueblo o a una ciudad, busquen a alguien que merezca su confianza, y quédense a vivir en su casa hasta que se vayan del lugar. Cuando entren en esa casa, saluden ofreciendo la paz a todos los que vivan en ella. Si merecen la paz, la tendrán. Si no la merecen, no la tendrán.

Si en alguna casa o pueblo se niegan a recibirlos o escucharlos, salgan de ese lugar y sacúdanse el polvo de los pies en señal de rechazo. Les aseguro que, en el día del juicio final, ese pueblo será más castigado que las ciudades de Sodoma y de Gomorra.

El trabajo que yo les envío a hacer es peligroso. Es como enviar ovejas a un lugar lleno de lobos. Por eso, sean listos y estén atentos como las serpientes, pero sean también humildes como las palomas. Tengan cuidado, porque los entregarán a las autoridades y los golpearán en las sinagogas. Por ser ustedes mis discípulos, los llevarán ante reyes y gobernadores, y ustedes hablarán de mi parte ante ellos y ante su gente.

Cuando los entreguen, no se preocupen por lo que van a decir, ni cómo van a decirlo, porque en ese momento Dios les indicara lo que deben decir. Ustedes no son los que van a hablar, sino que el Espíritu de Dios hablará por ustedes.

Entre hermanos se traicionarán unos a otros. Cada uno entregará al otro para que lo maten. Los padres traicionarán a sus hijos, y los hijos atacarán a sus padres y los matarán. ¡Todo el mundo los odiará a ustedes por ser mis discípulos. Pero si ustedes confían en mí hasta el final, yo los salvaré.
Cuando la gente de un pueblo lo persigue para maltratarlos, huyan a otro pueblo. Les aseguro que yo, el Hijo del hombre, regresaré con todo el poder de Dios, antes de que ustedes terminen de recorrer todos los pueblos de Israel.

El discípulo no es más importante que su maestro, ni el esclavo es más importante que su amo. Lo más que puede hacer el discípulo es ser igual a su maestro, y el esclavo, igual a su amo. Si la gente dice que yo soy el diablo, entonces, ¿qué no dirán de ustedes, que son mis discípulos?

No le tengan miedo a nadie. Porque todo lo que esté escondido se descubrirá, y todo lo que se mantenga en secreto llegará a conocerse. Si les digo algo en la oscuridad, díganlo ustedes a plena luz del día. Si les cuento un secreto, cuéntenselo a todo el mundo. No tengan miedo de la gente que puede destruir el cuerpo, pero no la vida que está en ustedes. Más bien, teman a Dios, que tiene el poder de destruirlos totalmente en el infierno.

Dos pajaritos no valen más que una moneda. Sin embargo, ningún pajarito muere sin que Dios, el Padre de ustedes, lo permita. ¡Dios sabe hasta cuántos cabellos tienen ustedes en la cabeza! Por eso, no tengan miedo. Ustedes valen mucho más que todos los pajaritos.

Si ustedes les dicen a otros que son mis seguidores, yo también le diré a mi Padre, que en verdad lo son. Pero si ustedes le dicen a la gente que no son mis seguidores, yo también le diré a mi Padre que no lo son.

No crean ustedes que he venido para establecer la paz en este mundo. No he venido a traer paz, sino pleitos y dificultades. He venido para poner al hijo en contra de su padre, a la hija en contra de su madre, y a la nuera en contra de su suegra. El peor enemigo de ustedes lo tendrán en su propia familia.

Si ustedes prefieren a su padre o a su madre más que a mí, o si prefieren a sus hijos o a sus hijas más que a mí, no merecen ser míos. Y si no cargan su cruz y me siguen,, no merecen ser míos. Si sólo se preocupan por su propia vida, la van a perder. Pero si están dispuestos a dar su vida por causa mía, les aseguro que la van a ganar.

Cuando una persona los recibe a ustedes, también me recibe a mí. Y cuando una persona me recibe a mí, y también recibe a Dios, que es quien me envió. Dios les dará un premio a los que reciban en su casa a un profeta, sólo por saber que el profeta anuncia el mensaje de Dios. El premio será el mismo que Dios les da a quiénes lo obedecen y hacen lo bueno. Les aseguro que Dios no se olvidará de premiar al que dé un  vaso de agua fresca a uno de mis seguidores, aunque se trate del menos importante.

Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe creer en Dios y reconocerlo como su único Dios verdadero y confiar en El,  que siga sus enseñanzas más no negarlo antes los demás, a veces puede sufrir dificultades por causa de ser su seguidor, y es cuando Dios envía su espíritu a cada persona que le recibe y acepta en su corazón.

No obstante, Dios pide que el hombre vaya a dar la buena noticia a lugares donde la gente esté confundida, donde no le conocen todavía para que les avise que el reino de Dios está cerca. 

Asimismo, Dios  da poder al hombre, a unos,  que sanen, otros que liberen a los cautivos de la maldad, pero ¡claro! todo esto sin costo alguno, pues sabes, seguir a Jesucristo tiene un precio alto, es peligroso, conlleva riesgos, dependiendo del lugar .

Por lo mismo, es necesario que el hombre tenga una actitud positiva, que sea humilde en todo momento mostrando una conducta agradable a Dios pues el espíritu de Dios mora en cada creyente, y en caso de dificultad, el espíritu de Dios hablará a través de esa persona. Así pues, a veces, no importa que la gente se burla del hombre que busca a Dios, pero definitivamente esto no debe preocupar al seguidor de Jesús, por el contrario no debe temer a nadie pues Jesucristo regresará con todo el poder de Dios.

Ahora bien, todo lo que el hombre quiera esconder se descubrirá, los secretos saldrán a la luz pues Dios conoce el corazón del ser humano, sólo Dios sabe cuántos cabellos tiene en la cabeza, pues para Dios, Creador de todo lo que existe, sabe todos los secretos.

Por eso lo fundamental es que el hombre viva apegado a la Palabra de Dios, para que adquiera sabiduría y pueda vencer toda adversidad o confrontación aún con su familia. Por tanto, es esencial que cada persona centre su vida en Jesús, que El sea su prioridad, sobretodo, que muestre obediencia a todos sus mandatos,  y haga lo bueno.


Con Alta Estima,

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