¡Escúchenme, sacerdotes! ¡Atiéndanme, jefes de Israel!
¡Préstenme atención, familiares del rey! Yo los voy a juzgar y a castigar
porque han engañado a mi pueblo. ¡Hicieron a Israel aun más rebelde! Lo
obligaron a adorar a otros dioses en los santuarios de Mispá y de Tabor.
Israelitas, yo sé cómo se portan ustedes; ¡se portan como
una prostituta, porque adoran a otros dioses! No me reconocen como su Dios, ni
se arrepienten de su maldad. Ustedes son tan malos y orgullosos que acabarán
por ser destruidos; ¡lo mismo pasará con
Judá!
Pero un día me buscarán; y llevarán como ofrenda sus
vacas y sus ovejas, pero no podrán encontrarme. ¡Yo los abandonaré! Se han
portado como una adúltera: me engañaron adorando a otros dioses, y sus
descendientes ya no serán mi pueblo. Por eso, muy pronto, tanto ustedes como
sus campos serán destruidos.
¡Avísenles a todos en Guibeá, Ramá y Bet-avén! ¡Den el
toque de alerta! ¡Adviertan a los del reino de Judá! Israelitas, yo les aseguro
que cumpliré lo que antes anuncié. El día que yo los castigue, ¡dejaré su país
en ruinas!
Voy a castigar con furia a los jefes de Judá, porque son
como los ladrones de terrenos: han invadido el territorio de Israel. El reino
de Israel es maltratado y nadie respeta sus derechos porque prefirió adorar a
dioses falsos. Por eso yo acabaré con ese reino y con el reino de Judá; ¡los
destruiré por completo, como destruye la polilla a la madera! Y cuando Israel y
Judá se vean en ruinas, buscarán la ayuda del rey de Asiria; pero él no podrá
ayudarlos.
Yo atacaré a Israel y a Judá con la misma furia de un
león. Los agarraré y los haré pedazos, y no habrá quien los salve. Luego los
dejaré por un tiempo, y esperaré a que se arrepientan; cuando reconozcan que me
han ofendido, se llenarán de angustia y me buscarán.
Aquí puedes darte cuenta que lo importante es que el
hombre se arrepienta de su maldad para que se aparte del pecado, de ser
orgulloso, pues es tiempo que el hombre
busque a Dios, que deje de adorar a dioses falsos para que sus generaciones no
hagan lo mismo y pierdan el privilegio de pertenecer al pueblo de Dios.
Sabes, lo esencial es que el hombre obedezca a Dios para que no deteriore su relación con El, que no siga
avanzando hacia la destrucción y quede en ruinas como la polilla que destruye
la madera.
¡Animo! Es el momento de que el hombre reconozca que ha
fallado, que ha caído en pecado y ha ofendido a Dios pero arrepentido
verdaderamente le pedirá su ayuda y El se la dará pues Dios espera este momento
en que el hombre lo busca con todo su
corazón para que Dios more en su vida.
Con Alta Estima,
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