Dios continuó diciendo: Yo quiero salvar a mi pueblo,
pero veo que todos ellos han cometido grandes pecados. Todos ellos son
mentirosos y ladrones; entran a robar en las casas y en plena calle cometen
asaltos. Yo los conozco muy bien: están llenos de maldad, pero ellos no quieren
reconocerlo. Con sus pecados y mentiras alegran al rey y a sus jefes. No hay
uno solo de ellos que sea fiel en su matrimonio; se parecen a un horno
caliente, al que no hace falta calentarlo más: el panadero sólo tiene que
esperar a que fermente la masa.
Cuando el rey celebra alguna fiesta, los jefes beben
hasta emborracharse; ¡y son esos borrachos burlones a quienes el rey llama sus
amigos! Pero ellos se acercan al rey con la intención de traicionarlo. No
descansan durante la noche, sino que se la pasan planeando cómo destruirlo al
día siguiente. Son como un horno: ¡arden para quemar por completo a todos sus
gobernantes! Quitan del trono a sus reyes, ¡pero ninguno de ellos busca mi
ayuda!
Los de Israel han hecho amistad con gente que no cree en
mí. Mi pueblo se parece al pan mal horneado: por un lado está bien cocido y por
el otro lado está crudo. Los egipcios y los sirios están acabando con Israel,
pero Israel ni siquiera se da cuenta. ¡Han acabado con sus fuerzas, pero tampoco se dan cuenta!
Israel no ha querido arrepentirse ni buscarme a mí, que
soy su Dios. Su orgullo no lo deja hacerlo. Israel les pide ayuda y apoyo a las
naciones de Egipto y Asiria. Actúa como una paloma confundida y sin
inteligencia; pero, cuando vaya a buscar ayuda, lo atraparé como a los pájaros
y lo castigaré por su maldad.
¡Qué mal les va a ir! ¡Se arrepentirán de haberme
abandonado! ¡Terribles cosas vendrán sobre ellos porque se han rebelado contra
mí! Yo estoy dispuesto a salvarlos, pero ellos sólo me dicen mentiras. En sus
camas lloran de dolor, y se hacen heridas a propósito, pero sus oraciones no
son sinceras; lo hacen para pedirme buenas cosechas, pero siguen siendo
rebeldes.
Yo les he dado enseñanzas, los he llenado de fuerza, pero
ellos hacen planes contra mí. No me toman en cuenta, y por eso fracasan en
todo. Sus jefes se creen muy valientes, pero morirán en el campo de batalla y
los egipcios se burlarán de ellos.
Aquí puedes darte cuenta que el hombre no se aparta del
pecado, la maldad predomina en su corazón pues sigue diciendo mentiras, sigue
siendo rebelde.
No obstante, el hombre debe buscar a Dios y compartir con
personas que también quieran conocer a Dios,, que dejen a un lado el orgullo y
se vuelvan sinceros para establecer una conexión espiritual con Dios.
Y, sabes, lo esencial es que el hombre en todo lo que
haga tome en cuenta a Dios y que con un corazón contrito y humillado. decida voluntariamente
volverse a El.
Con Alta Estima,
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