Y aquel personaje siguió diciendo: Durante el primer año
del reinado de Darío en Media, yo le brindé mi ayuda y mi apoyo. Y es que
Persia todavía tendrá tres reyes. Después vendrá un rey muy valiente, que
gobernará un gran imperio y hará lo que se le antoje. Cuando su reino ya esté
bien establecido, será destruido y se dividirá en cuatro partes. Este rey no
les dejará el poder a sus hijos, ni será tan poderoso como antes fue, porque su
reino estará dividido y en su lugar gobernarán otros reyes.
El rey del sur será muy poderoso, pero uno de los jefes
de su ejército le ganará en poder y controlará a muchas naciones y pueblos.
Después de algunos años, el rey del norte y el rey del sur unirán sus fuerzas.
Para que haya paz entre ellos, el rey del norte y el rey del sur unirán sus
fuerzas. Para que haya paz entre ellos, el rey del norte se casará con la hija
del rey del sur. Sin embargo, este plan no tendrá éxito porque matarán a la
hija y a su esposo, junto con sus hijos y sus criados.
Un miembro de la familia del rey del sur peleará contra
el ejército del rey del norte, y lo vencerá; luego ocupará el castillo del rey,
y con su ejército lo controlará todo. Se llevará a Egipto sus dioses de metal,
y otros objetos de oro y plata. De este modo, durante algún tiempo no habrá
guerra entre estos dos reinos.
Tiempo después, el rey del norte tratará de conquistar al
reino del sur, pero tendrá que regresar a su tierra. Entonces los hijos del rey
del norte se enojarán y reunirán un gran ejército para luchar contra el rey del
sur. Y lo atacarán, y llegarán hasta el castillo de ese rey. A su paso lo
destruirán todo, como si fueran un río desbordado.
Ante este ataque, el rey del sur se enojará mucho.
Entonces saldrá a luchar contra el ejército del rey del norte, y lo derrotará
por completo. Esta victoria hará que el rey del sur se vuelva muy orgulloso.
Pero su orgullo no le durará mucho tiempo, porque el rey del norte organizará
otro ejército, más grande y mejor preparado que el primero, y después de
algunos años volverá a atacar al rey del sur y lo vencerá.
En ese tiempo, muchos se unirán al rey del norte para
pelear contra el rey del sur. Tal y como lo viste en tu sueño, entre ellos
habrá algunos israelitas malvados; pero no les irá bien, pues serán derrotados.
El rey del norte construirá una rampa alrededor de una ciudad amurallada, y
subirá a sus muros y la conquistará. ¡Ni los soldados más valientes del sur
podrán detener al ejército enemigo! El rey conquistador hará lo que quiera, y
nadie se atreverá a hacerle frente. Destruirá todo lo que encuentre a su paso,
y se quedará en la tierra más hermosa. El rey de norte tratará de vencer por
completo al rey del sur. Para quedarse con su reino, firmará la paz y dejará
que su hija se case con él. Pero su plan no tendrá éxito. Entonces atacará las
ciudades que están a la orilla del mar, y a muchas de ellas las conquistará.
Pero un jefe del ejército terminará con esto, y pondrá en vergüenza al rey del
norte. Así el rey del norte volverá a sus castillos, pero un accidente le
causará la muerte, y nadie más volverá a hablar del él.
Su lugar lo ocupará otro rey, que para hacerse rico
enviará uno de sus criados a cobrar impuestos. Pero pocos días después morirá,
aunque no en la guerra. Después de ese rey vendrá un malvado, que no merecerá ser
rey, pero que llegará a serlo por medio de engaños, y sin que nadie se dé
cuenta de sus intenciones. Ese malvado derrotará por completo a los ejércitos
enemigos, y también al príncipe con quien hizo un tratado. Engañará también a
sus amigos, y a pesar de no tener un gran ejército logrará sus propósitos.
Ese malvado tomará por sorpresa las tierras más ricas del
lugar, y hará lo que no hicieron sus padres ni sus abuelos; repartirá entre sus
soldados las riquezas que hayan ganado en la guerra, y hará planes para
conquistar a las ciudades más protegidas. Pero esto no durará mucho tiempo. Sin
embargo se sentirá tan poderoso, que, con su gran ejército, atacará al rey del
sur.
Pero el rey del sur se le enfrentará valientemente,
apoyado por su ejército grande y poderoso. Sin embargo, este rey será
traicionado y no podrá resistir los ataques de sus enemigos. Sus propios
amigos, a quienes invitaba a comer en su propia mesa, serán la causa de su
desgracia. Y así, su ejército perderá la guerra, y muchos de sus soldados
perderán la vida.
Estos dos reyes se sentarán a comer en la misma mesa,
pero sólo pensarán en hacerse daño. Se engañarán el uno al otro, pero ninguno
de los dos logrará su propósito, porque todavía no será el tiempo adecuado.
Después de llevar a cabo sus planes, el rey del norte regresará a su país,
llevándose todo lo que ganó en la guerra.
Pasado el tiempo, el rey de norte no cumplirá con el
tratado de paz que hizo. Al contrario, en el momento preciso volverá a luchar contra
el rey del sur, sólo que esta vez no triunfará. Vendrá en barcos un ejército
del oeste, y lo atacará. Esto le dará tanto miedo que lo hará huir. Entonces
les hará caso a quienes, por estar a su servicio, no cumplieron con el tratado
de paz. Será tanto su odio que hará cosas terribles en contra de ese tratado.
Sus soldados no respetarán el templo ni la ciudad
amurallada. No permitirán que se presente la ofrenda de todos los días, y en su
lugar ofrecerán algo asqueroso. El rey tratará de ganarse la simpatía de los
que no cumplieron con el tratado de paz; pero los que aman a su dios se
mantendrán firmes y no le harán caso.
Los maestros del pueblo enseñarán a mucha gente a
mantenerse fieles a Dios, aunque serán perseguidos. A unos los matarán, a otros
los quemarán, y a otros les robarán todas sus pertenencias. Muchos de ellos
serán llevados como esclavos a otros países. Mientras esto suceda, no les
faltará un poco de ayuda, aunque muchos se unirán a ellos sólo por
conveniencia. Todo esto sucederá como preparación, para que puedan resistir
mejor otras pruebas. Pero esto durará sólo un poco de tiempo, hasta que llegue
el momento final señalado por Dios.
El rey del norte hará todo lo que quiera. Será tanto su
orgullo que se creerá superior a todos los dioses. Hasta llegará a ofender
gravemente al verdadero Dios. Y todo le saldrá bien, pero sólo hasta que Dios
lo castigue, porque lo que Dios tiene que hacer lo hace.
Este rey adorará al dios de las ciudades amuralladas,
dios al que ni sus padres ni sus abuelos adoraron, y hasta le ofrecerá oro,
plata, piedras preciosas y objetos de mucho valor. Para defender las ciudades
conquistadas, pedirá el apoyo de un ejército que adora a otros dioses. Y a todos
los que le rindan honores, los recompensará con puestos muy importantes y con
grandes territorios.
Cuando llegue el momento final, el rey del sur atacará al
rey del norte, pero este responderá a los ataques. Saldrá al frente de carros
de guerra, y de todo un ejército montado a caballo, y apoyado por muchos
barcos. ¡Caerá sobre todo el país, con la fuerza de una tormenta! También
invadirá la tierra más hermosa, y matará a muchísimas personas; sin embargo, no
les pasará nada a los que viven en Edom y Moab, ni a la mayoría de los que
viven en Amón.
El ejército del rey del norte conquistará varios países,
y ni siquiera Egipto se escapará. El rey se llevará todos los tesoros de
Egipto: el oro, la plata y todas sus riquezas. Después de eso, conquistará a
Libia y Etiopia. Pero le llegarán noticias del este y del norte, que le darán
mucho miedo. Se enojará tanto que querrá matar a muchos. Entonces pondrá su
campamento entre el mar y la montaña de Dios, que está en la tierra más hermosa.
Allí le llegará la hora de su muerte, y nadie podrá ayudarlo.
Aquí puedes darte cuenta del poder de Dios y que el
hombre debe honra y respeto a Dios como su único Dios verdadero, que el hombre
ponga su confianza en El para que a pesar de las tribulaciones que tenga, las
pruebas de sufrimiento que se le presente, pero asido de la mano de Dios podrá
vencerlas y podrá avanzar, aún cuando el hombre se llene de maldad y se desencadene
odio, venganza, corrupción, engaños unos con otros, sólo el hombre que ama a
Dios se mantendrá fiel y firme en sus convicciones.
Sabes, el tiempo se acerca y el hombre debe estar
preparado con un corazón humilde y dispuesto a hacer ofrendas agradables a
Dios, pues sólo al hombre obediente, apegado a su Palabra y cambie su manera de
vivir, no le pasará nada.
Con Alta Estima,
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