El rey Nabucodonosor mandó hacer una estatua de oro. La
estatua tenía treinta metros de alto y tres metros de ancho, y fue puesta en el
valle de Durá, que está en la provincia de Babilonia. Para la presentación de
la estatua, el rey mandó que se reunieran todas las personas importantes de su
gobierno. Cuando toda esa gente estuvo reunida, un mensajero anunció: Hay aquí
gente que viene de diferentes pueblos y habla distintos idiomas. A todos
ustedes, el rey Nabucodonosor les ordena prestar atención a los músicos, que
van a tocar sus instrumentos. En cuanto oigan la música, todos ustedes deberán
inclinarse hasta el suelo y adorar a la estatua que el rey mandó hacer. Quien no se incline para adorar a la estatua, será arrojado de inmediato a un
horno encendido.
Y así fue. En cuanto la gente oyó la música, todos se
arrodillaron y adoraron a la estatua de oro. Pero como los judíos no
obedecieron la orden, unos babilonios fueron a ver al rey para acusarlos. Le
dijeron: ¡Deseamos que Su Majestad viva muchos años! Sabemos que usted nos ha
ordenado adorar a la estatua de oro, tan pronto como oigamos la música.
También sabemos que quien no obedezca será arrojado a un
horno encendido. Pero hay unos judíos que no respetan a Su Majestad, ni adoran
a sus dioses, ni quieren inclinarse ante la estatua de oro. Y esto, a pesar de
que Su Majestad les dio puestos muy importantes en el gobierno de Babilonia.
Estamos hablando de Sadrac, Mesac y Abed-negro.
Al oír esto, el rey Nabucodonosor se enojó muchísimo y
mandó que le llevaran a esos tres judíos. Cuando ellos se presentaron ante el
rey, ´él les preguntó: He sabido que ustedes no adoran a mis dioses ni quieren
inclinarse ante la estatua de oro. ¿Es cierto eso? Voy a darles una
oportunidad. Si al escuchar la música, se inclinan y adoran a la estatua, no
les haré nada. Pero si no la adoran, ordenaré que de inmediato los echen al
horno, ¡Y ya verán que no habrá Dios que pueda salvarlos!
Sadrac, Mesac y Abed.nego le respondieron: Su Majestad,
eso no es algo que nos preocupe. Si el Dios que adoramos así lo quiere, es
capaz de librarnos del fuego y del poder de Su Majestad. Pero aun si no
quisiera hacerlo, nosotros no pensamos adorar esa estatua de oro.
Cuando Nabucodonosor oyó esto, se enojó mucho con los
tres jóvenes y mandó que calentarán el horno al máximo. Luego ordenó que sus
hombres más fuertes ataran a los jóvenes y los echaran al fuego. Los hombres
del rey ataron de inmediato a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Como el rey quería que
los echaran al horno enseguida, los hombres del rey les dejaron la misma ropa
fina que traían puesta. Pero el horno estaba demasiado caliente, así que al
momento en que arrojaron a los tres jóvenes al horno, el fuego alcanzó a los
hombres del rey y los mató. Los jóvenes, en cambio, cayeron al horno atados.
Cuando Nabucodonosor vio esto, se levantó rápidamente y
les preguntó a sus consejeros: Me parece que los jóvenes que echamos al horno
eran tres, y los tres estaban atados. Así es, respondieron los consejeros.
Entonces, dijo el rey, ¿cómo es que yo veo cuatro? Todos ellos están desatados,
y andan paseándose por el horno, sin que les pase nada. Además, ¡el cuarto
joven parece un ángel!
Dicho esto, Nabucodonosor se acercó al horno lo más que
pudo, y gritó: Sadrac, Mesac y Abed-nego, servidores del Dios altísimo, ¡salgan
de allí!. Los tres jóvenes salieron del horno. Enseguida los rodearon todas las
personas importantes del gobierno, y se quedaron sorprendidos al ver que el
fuego no les había hecho ningún daño. No se les había quemado la piel ni el
pelo, ¡y ni siquiera su ropa olía a quemado! El rey exclamó: ¡Bendito sea el
Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió a su ángel para salvarlos. Tanto
confían ellos en su dios, que no quisieron obedecer mis órdenes. ¡Estaban
dispuestos a morir, antes que adorar a otro dios! No hay un dios que pueda
hacer lo que el Dios de estos jóvenes ha hecho. Por lo tanto, ordeno que quien
hable mal de este Dios sea cortado en pedazos, y que su casa se convierta en un
basurero ¡No me importa de dónde sea ni qué idioma hable! Además, Nabucodonosor
les dio a los tres jóvenes puestos aun más importantes en el gobierno de
Babilonia.
Aquí puedes darte cuenta que Dios elige a quien él quiere,
puede el hombre permanecer a una familia distinguida, de buen parecer,
inteligente, culta, pero lo esencial que el hombre tenga un corazón humilde
dispuesto a amarle; a cambiar de estilo
de vida, de manera de pensar para ser diferente en este mundo adverso. Y sabes,
lo más importante , permanecer fiel, limpio
de pensamientos sin contaminarse con las cosas del mundo, disfrutando pero sin apegarse demasiado a las cosas
materiales.
Por lo tanto, sería bueno que el hombre reflexione si
Dios ocupa el primer lugar en su vida, si confías en Dios, si ha aprendido a
honrar a Dios verdaderamente para que el hombre llegué a ser útil a Dios y le
sirva con todas sus fuerzas para cultivar una estrecha relación con El.
No obstante, es fundamente que el hombre tome decisiones sabias, obedezca
a Dios, crea en El con una fe grande y que sea firme en sus convicciones, entonces Dios puede
liberar al hombre arrepentido del pecado, de ataduras que no le permiten avanzar, por lo que lo más importante es buscar y honrar a Dios.
Con Alta estima,
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