Dios volvió a decirme: Oseas, tu esposa te es infiel:
tiene un amigo que es su amante. También los israelitas me son infieles, pues
adoran a dioses falsos y comen de las ofrendas que presentan. Sin embargo, ve y
ama a tu esposa, así como yo amo a los israelitas.
Yo, Oseas, le pagué al amante de mi esposa quince monedas
de plata y le di trescientos treinta kilos de cebada, para que ella volviera a vivir conmigo. Y luego le dije a
ella: Ya eres mía, y vivirás conmigo mucho tiempo. Si tú prometes serme fiel,
yo también te seré fiel, aunque por un tiempo no viviremos como esposos.
Lo mismo sucederá con los israelitas: Durante mucho
tiempo no tendrán rey ni jefe; tampoco podrán presentar ofrendas a Dios, ni
sabrán lo que Dios quiere que hagan; además, no tendrán sacerdotes ni ídolos
familiares. Después de esto, se arrepentirán. Cuando el tiempo del fin,
volverán a obedecer a Dios y pedirán sus bendiciones, y también seguirán el
ejemplo del rey David.
Aquí puedes darte
cuenta que el ser humano cuando vive apartado de Dios se aleja de su camino y en ocasiones puede pecar y traicionar la
confianza de una relación afectiva, pero sabes, lo importante es que el hombre
se vuelva a Dios, que lo busque para que reafirme su fidelidad y renueve su relación con Dios, pero es
imprescindible que se arrepienta verdaderamente, pues Dios en su infinita
misericordia le dará al hombre bendiciones.
Con Alta Estima,
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