Ustedes, israelitas, llegaron a ser muy ricos; ¡parecían
viñas cargadas de uvas! Pero mientras más ricos eran, más templos construían
para sus dioses; mientras más fértil era su tierra, más bellos eran los
monumentos que construían para sus ídolos.
Por eso Dios los va a castigar; destruirá sus templos y
monumentos, y los hará pagar por su pecado, pues quieren al mismo tiempo amar a
Dios y a los dioses falsos. Ahora ustedes dirán:
Por no respetar a Dios, nos hemos quedado sin rey. Pero
aunque lo tuviéramos, ya no podría
ayudarnos.
Ustedes hablan por hablar; hacen tratos y no los cumplen.
¡Ustedes han sembrado maldad donde debería haber justicia! Los habitantes de
Samaria, la ciudad capital de Israel, se sienten orgullosos del toro que adoran
en Bet-avén. Pero vendrá el ejército asirio y se llevará ese ídolo a su país
como un regalo para su rey.
Por eso los israelitas lloran y tiemblan de miedo, junto
con sus sacerdotes; ahora todos se avergüenzan de haber adorado a ese ídolo. Su
rey, que vive en Samaria, será arrastrado por el río como un pedazo de madera.
Los templos que están en los cerros serán destruidos por
completo, porque allí pecaban adorando a dioses falsos. En sus ruinas crecerán
la maleza y las espinas. Entonces ustedes los israelitas desearán que una
montaña les caiga encima y los mate.
Dios le dijo a su pueblo: Israelitas, ¡ustedes son unos
malvados! Comenzaron a pecar en Guibeá, y no han dejado de hacerlo; por eso
serán destruidos en el mismo lugar donde pecaron. Haré que las naciones se unan
contra ustedes; así los castigaré, y quedaré satisfecho. Ustedes me obedecían
con alegría, pero es tanto lo que han pecado que ahora tendré que castigarlos.
Ni los de Judá ni los de Israel escaparán del castigo.
Oseas le dijo al pueblo: ¡Prepárense para buscar a Dios!
Ustedes son como un campo nuevo; siembren la semilla de justicia, y tendrán una
cosecha de amor. Entonces Dios vendrá y los salvará; será como la lluvia cuando
cae sobre la tierra seca. Pero ustedes han sembrado maldad; por eso ahora cosechan violencia y comen el
fruto de sus mentiras. Pusieron su confianza en el poder de su ejército. Ahora
estalla la guerra, las fuertes murallas son destruidas, y mueren las madres y
los hijos, como cuando el rey Salmán destruyó la ciudad de Bet-arbel.
Esto mismo les ha pasado a los habitantes de Betel,
porque es grande su maldad. ¡Tan pronto como amanezca, el rey de Israel perderá
la vida!
Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe buscar a
Dios, conocerlo a través de su Palabra para que el Señor le de sabiduría y
siembre según la justicia de Dios, que corte toda maldad y se arrepienta verdaderamente conforme a su misericordia
pues el hombre ha arado iniquidad, sólo ha segado injusticia, sólo dice
mentiras, está atorado no puede avanzar porque ha confiado en su propia fuerza, en su
propia opinión y le impide crecer espiritualmente.
Por lo que es necesario que el hombre quite esa maleza,
que es el pecado, esa maldad que le impide caminar libremente, pues sabes el
hombre debe sembrar justicia para recibir la verdadera recompensa una cosecha
de amor.
Con Alta Estima.
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