sábado, 25 de julio de 2015

Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza


¡Todas esas personas están a nuestro alrededor como testigos! Por eso debemos dejar de lado el pecado que es un estorbo, pues la vida es una carrera que exige resistencia.
Pongamos toda nuestra atención en Jesús, pues de él viene nuestra confianza, y es él quien hace que confiemos cada vez más y mejor. Jesús soportó la vergüenza de morir clavado en una cruz porque sabía que, después de tanto sufrimiento, sería muy feliz. Y ahora se ha sentado a la derecha del trono de Dios.

Piensen en el ejemplo de Jesús. Mucha gente pecadora lo odió y lo hizo sufrir, pero él siguió adelante. Por eso, ustedes no deben rendirse ni desanimarse, pues en su lucha contra el pecado todavía no han tenido que morir como él.
Pero ustedes parecen haberse olvidado ya del consejo que Dios les da a sus hijos en la Biblia: Querido jovencito, no tomes las instrucciones de Dios como algo sin importancia. Ni te pongas triste cuando él te reprenda. Porque Dios corrige y castiga a todo aquel que ama y considera su hijo.

Si ahora ustedes están sufriendo, es porque Dios los ama y los corrige, como si fueran sus hijos. Porque no hay un padre que no corrija a su hijo. Si Dios no los corrige, como lo hace con todos sus hijos, entonces ustedes no son en verdad sus hijos. Cuando éramos niños, nuestros padres aquí en la tierra nos corregían, y nosotros los respetábamos. Con mayor razón debemos obedecer a Dios, que es nuestro Padre que está en el cielo, pues así tendremos vida eterna.
Cuando éramos niños, nuestros padres nos corregían porque pensaban que eso era lo mejor para nosotros. Pero Dios nos corrige para nuestro verdadero bien, para hacernos santos como él. Desde luego que ningún castigo nos gusta en el momento de recibirlo, pues nos duele. Pero si aprendemos la lección que Dios nos quiere dar, viviremos en paz y haremos el bien.

Por todo eso, no debemos dejar de confiar totalmente en Dios. Si la vida es como una carrera, y ustedes tienen ya cansadas las manos y débiles las rodillas, cobren nuevas fuerzas. Corran por un camino recto y parejo, para que el pie que esté cojo se sane y no se tuerza más.

Traten de vivir en paz con todos, y de obedecer a Dios; porque si no lo hacen, jamás lo verán cara a cara. No dejen que nadie se aleje del amor de Dios. Tampoco permitan que nadie cause problemas en el grupo, porque eso les haría daño; ¡sería como una planta amarga, que los envenenaría! Ninguno debe tener relaciones sexuales prohibidas ni despreciar a Dios. Eso fue lo que hizo Esaú, pues cambió sus derechos de hijo mayor por un plato de comida, y cuando quiso que su padre le reconociera esos derechos, él no se los reconoció. Esaú lloró mucho, pero ya no había nada que hacer.

Ustedes no se acercaron al monte Sinaí, el cual se podía ver y tocar, y en el que había fuego, oscuridad, tinieblas y tormenta. Tampoco oyeron el sonido de una trompeta, ni la voz de Dios dándoles mandamientos. Los que oyeron esa voz en el monte Sinaí pedían que se callara, pues no podían obedecer el mandamiento que les ordenaba: Deberían matar a pedradas, o con una lanza, a cualquier persona o animal que ponga un pie en este monte. Tan terrible fue lo que ellos vieron en ese monte, que Moisés mismo dijo: Estoy temblando de miedo.

Ustedes, por el contrario, se han acercado al monte Sión y a la ciudad de Dios, quien vive para siempre. Esa es la ciudad de Jerusalén, que está en el cielo. Allí hay miles de ángeles que alaban a Dios, y allí están todos aquellos a quienes Dios trató como a hijos, y a quienes les dio el derecho de vivir en el cielo. Ustedes se han acercado a Dios, quien juzgará a todo el mundo. 

También se han acercado a los espíritus de las personas buenas que Dios hizo perfectas. Se han acercado a Jesús, y recuerden que, por medio de él, Dios hizo un nuevo con ustedes. Gracias a la sangre que Jesús derramó al morir, hemos sido perdonados de nuestros pecados. Por eso Jesús es mejor que Abel, pues la sangre de Abel no ofrece perdón, sino  que pide venganza.
Tengan cuidado cuando Dios les llame la atención. No lo rechacen porque los israelitas que en el pasado lo rechazaron, no escaparon del castigo. En aquella ocasión, cuando Dios les habló, su voz hizo temblar la tierra. Y si nosotros rechazamos a Dios, que nos llama la atención desde el cielo, tampoco escaparemos del castigo. Porque ahora él dice: Otra vez haré temblar, no sólo la tierra, sino también el cielo. Y cuando dice otra vez, entendemos que él quitará las cosas creadas, las que no pueden ser movidas. Gracias a Dios, el reino que él nos da no puede ser movido. Por eso debemos adorar a Dios con el amor y la fuerza que a él le gusta recibir. Porque nuestro Dios es como un fuego destructor.

Aquí puedes darte cuenta que lo fundamental es que el hombre confíe en el Señor Jesús pues El nos da ejemplo de seguir ¡Adelante!, El venció la adversidad, sufrió y murió en la cruz y resucitó para dar al hombre una vida nueva, la vida eterna y, entonces el hombre no debe rendirse sino debe  ser obediente a las instrucciones de Dios, porque es primordial que las  cumpla para que Dios no le reprenda.

No obstante, el hombre que es obediente, honra a Dios con su conducta pues es necesario que el hombre se esfuerce en vivir apegado a la Palabra de Dios para ser mejor cada día y haga el bien.

Por tanto, lo esencial es que el hombre siga a Jesús y viva de acuerdo a su ejemplo, obediente hasta la cruz y entonces el hombre que hace el bien, llegue a ser santo, y por ende, logre establecer la paz en su vida.

Así pues, es necesario que el hombre cobre nuevas fuerzas para que siga en el camino correcto, que si cojea de un pie, ya no se tuerza más.

Así es que el hombre debe poner su atención en Jesús,  sobremanera que obedezca a Dios, para que siempre esté cerca de El y aunque en la vida haya tormentas, con la confianza en Dios, el hombre saldrá victorioso pues Dios reina en su ser interior y esto es inamovible.


Con Alta Estima,

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