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Ahora escúchenme ustedes, los ricos: lloren y griten de
dolor por todo lo que muy pronto van a sufrir. Sus riquezas se pudrirán, y la
polilla les comerá la ropa. El dinero que han estado juntando en estos últimos
tiempos se oxidará, y ese óxido será el testigo que los acusará en el juicio
final, y que los destruirá como un fuego.
Ustedes no les han pagado el sueldo y sus trabajadores, y el
Señor todopoderoso ha oído las protestas de ellos. Ese dinero que no han pagado
también los acusará delante de Dios.
Ustedes los ricos han vivido con mucho lujo, y se han dado
la gran vida en esta tierra. Han engordado tanto que parecen ganado listo para
el matadero. Injustamente han acusado y matado a personas inocentes, que ni
siquiera podían defenderse.
Pero ustedes, hermanos, tengan paciencia y no se desesperen,
pues ya pronto viene Cristo el Señor. Hagan como el campesino, que con
paciencia espera la lluvia, y también espera que la tierra le dé buenas
cosechas. No se quejen unos de otros, para que Dios no los castigue, pues él es
nuestro juez, y ya pronto viene.
Sigan el ejemplo de los profetas, que hace mucho tiempo
anunciaban el mensaje de Dios. Nosotros los admiramos porque fueron pacientes y
soportaron el sufrimiento. Y seguramente se acuerdan de Job, y de cómo soportó
con valor los sufrimientos y, al final, Dios lo trató muy bien. Y es que Dios
es muy bueno y amoroso con los que sufren.
Sobre todo, queridos hermanos, no juren ni por el cielo ni
por la tierra, ni por ninguna otra cosa. Cumplan más con su palabra. Cuando
digan Sí, que sea sí y cuando digan no, que sea no. ¡No vaya a castigarlos Dios
por no cumplir con su palabra!
Si alguno de ustedes está triste, póngase a orar. Si está
alegre, alabe a Dios con cánticos. Si alguno está enfermo, que llame a los
líderes de la iglesia, para que oren por él, entonces ellos le untarán aceite y
le pedirán al Señor que lo sane. Si oran con confianza, Dios les responderá y
sanará al enfermo, y si ha pecado también lo perdonará.
Por eso, confiesen sus pecados unos a otros, y oren unos por
otros, para que Dios los sane. La oración de una persona buena es muy poderosa,
porque Dios la escucha. Por ejemplo, el profeta Elías era en todo igual a todos
nosotros; pero le pidió a Dios con mucha confianza que no lloviera, ¡y durante
tres años y medio no llovió sobre la tierra! Después volvió a orar, ¡y llovió y
la tierra dio sus cosechas!
Hermanos en Cristo, si alguno de ustedes deja de confiar en
la verdad que ha aprendido, y otro le devuelve la confianza, quiero que sepan
esto: quien hace que un pecador deje de pecar, salva de la muerte al pecador y
logra que Dios le perdone sus muchos pecados.
Aquí puedes darte cuenta que es esencial que el hombre sea
justo y que aunque tenga riquezas, estas sean usadas para el bien y sean de
ayuda a otros con menos recursos, pues lo fundamental es que el hombre busque a
Dios y enseñe su mensaje a otros, que el hombre esté preparado y se empape del
conocimiento de Dios para que esté listo para llevar el mensaje de Dios a los
que no le conocen.
Asimismo, es importante que el hombre cumpla con su Palabra,
que su si o su no sea firme, que se
aparte del pecado y Dios sana su vida, renueva su mente y purifica su corazón.
Así pues, lo fundamental
es que el hombre confíe en la verdad, que confíe en el Señor Jesús pues El
pronto volverá.
Con Alta Estima,
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