¡Miren! Dios el Padre nos ama tanto que la gente nos
llama hijos de Dios, y la verdad es que lo somos. Por eso los pecadores de este
mundo no nos conocen, porque tampoco han conocido a Dios.
Queridos hermanos, ¡nosotros ya somos hijos de Dios! Y
aunque todavía no sabemos cómo seremos en el futuro, si sabemos que, cuando
Jesucristo aparezca otra vez, nos pareceremos a él, porque lo veremos como él
es en realidad. Todo el que espera confiadamente que todo esto suceda, se
esfuerza por ser bueno, como lo es Jesús.
Todo el que peca, desobedece la ley de Dios, porque el
pecado consiste en desobedecer a Dios.
Como ustedes saben, Jesucristo vino al mundo para quitar
los pecados del mundo. Jesucristo no peca, ni puede pecar. Por eso, cualquiera
que sea amigo de Jesucristo, y quiera mantenerse unido a él, no puede seguir
pecando. El que peca, no conoce a Jesucristo ni lo entiende.
Hijitos míos, ¡que nadie los engañe! Todo el que obedece a Dios es tan justo como
lo es Jesús. Pero el que siempre hace lo malo es amigo del diablo, porque el
diablo ha estado pecando desde el día en que Dios creó el mundo: para destruir
todo lo que hace el diablo.
Ningún hijo de Dios sigue pecando, porque los hijos de
Dios viven como Dios vive. Así que no puede seguir pecando, porque es un hijo
de Dios.
Podemos saber quién es hijo de Dios, y quién es hijo del
diablo: los hijos del diablo son los que no quieren hacer lo bueno ni se aman
unos a otros.
Desde el principio se les ha enseñado a ustedes que
nosotros debemos amarnos unos a otros. No debemos ser como Caín, que era como
un hijo del diablo, por eso mató a su hermano. ¿Y por qué lo mató? Porque lo
que Caín hacía era malo, y lo que hacía su hermano era bueno.
Mis queridos amigos, no se extrañen si los pecadores de
este mundo los odian. El amor que nos tenemos demuestra que ya no estamos
muertos, sino que ahora vivimos. Pero si ustedes no se aman los unos a los
otros, es porque todavía están bajo el poder de la muerte. Si ustedes se odian
unos a otros, son asesinos, y ya saben que ningún asesino puede tenerla vida
eterna.
Pero nosotros sabemos lo que es el amor, porque
Jesucristo dio su vida por nosotros. Así también nosotros, debemos dar nuestra
vida por nuestros hermanos en Cristo. Si un rico ve que alguno de su propia
iglesia tiene alguna necesidad, y no lo ayuda, ese rico no ama como Dios ama.
Hijos míos, no debemos limitarnos a decir que amamos,
sino que debemos demostrarlo por medio de lo que hacemos.
Sabemos que pertenecemos a Dios porque amamos a los
demás. Por eso, si nos sentimos culpables de algo, podemos estar seguros de que
Dios no nos acusa de nada, porque él está por encima de todo sentimiento y lo
sabe todo.
Amados míos, si estamos bien con Dios, podemos
presentarnos ante él con toda confianza. Y nos dará lo que le pidamos, porque
obedecemos sus mandamientos y hacemos lo que a él le agrada. Y su mandamiento
es que creamos en su Hijo Jesucristo, y que nos amemos unos a otros, tal como
Jesús nos lo ordenó. Si obedecemos a Dios, viviremos unidos a él, y él vivirá
unido a nosotros. Esto lo sabemos por el Espíritu Santo que nos ha dado.
Aquí puedes darte cuenta que lo fundamental es que el
hombre se esfuerce por hacer lo bueno, que se aparte del pecado y así pueda
estar unido a Jesús pues obedeció en todo a Dios.
Asimismo, el hombre regenerado que es hijo de Dios, hace
lo justo, lo bueno y ayuda a los demás con una actitud humilde y sincera.
Lo esencial es que el hombre sepa que pertenece a Dios, y
si siente alguna culpa por algo debe estar seguro que Dios está por encima de
todo sentimiento y lo sabe todo.
Por tanto, el Espíritu de Dios que vive en el hombre le
enseña a obedecer a Dios en todo y por ende, el hombre vivirá unido a Dios y El
vivirá unido a nosotros.
Con Alta Estima,
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