jueves, 6 de agosto de 2015

Nuevo trabajo: la construcción del templo de Dios y últimas instrucciones


Cuando David ya era un anciano, eligió a su hijo Salomón para que fuera rey de Israel. David le  había dicho al pueblo: El Dios de Israel le ha dado tranquilidad a su pueblo y ha decidido vivir para siempre en Jerusalén. Los ayudantes de los sacerdotes ya no necesitan transportar la carpa de Dios ni los utensilios que se usan en el culto.
Por eso, David reunió a todos los jefes de Israel, a los sacerdotes y a sus ayudantes, y les dio a conocer sus últimas decisiones con respecto a estos ayudantes. Ellos quedarían bajo las órdenes de los sacerdotes, que eran descendientes de Aarón, y los ayudarían en el trabajo del templo.
David también decidió contar a todos los ayudantes mayores de treinta años; para organizarlos y repartirles los trabajos del templo.
En total se contaron treinta y ocho mil ayudantes, y su trabajo fue distribuido de la siguiente manera: Veinticuatro mil para dirigir el trabajo en el templo; seis mil serían asistentes y jueces; cuatro mil vigilarían las entradas del templo, y cuatro mil serían cantores y músicos encargados de la alabanza a Dios con instrumentos musicales que David había hecho. Todos estos ayudantes eran descendientes de Leví.
Luego, David hizo una lista de los descendientes de Leví que eran mayores de veinte años y jefes de sus grupos familiares, y los dividió en tres, según los hijos que tuvo Leví: Guersón, Quehat y Merarí.
Guersón tuvo dos hijos: Ladán, Simí. Simí tuvo siete hijos: Selomit, Hazlel, Harán, Jáhat, Ziza, Jeús, Beriá. Como los dos menores, Jeús y Beriá, no tuvieron muchos hijos, fueron contados y registrados como si fueran una familia..

Quehat tuvo cuatro hijos: Amram, Ishar, Hebrón, Uziel.
 Amram tuvo dos hijos: Aarón, Moisés.
Aarón y sus descendientes fueron elegidos por Dios para que siempre presentaran ante él las ofrendas más sagradas, quemaran el incienso, y sirvieran y bendijeran al pueblo en el nombre de Dios.
Moisés y sus descendientes fueron contados como parte de la tribu de Leví. Moisés tuvo dos hijos: Guersón, Eliézer.
El hijo mayor de Guersón fue Sebuel. Eliézer sólo tuvo un hijo llamado Rehabías, quien tuvo muchos hijos. El hijo mayor de Ishar fue Selomit.
Hebrón tuvo cuatro hijos; sus nombres, del mayor al menor, fueron: Jerías, Amarías, Jehaziel, Jecamán.
Uziel tuvo dos hijos; sus nombres del mayor al menor, fueron: Micaías, Isías.
Merarí tuvo dos hijos: Mahli, Musi. Mahli tuvo dos hijos: Eleazar, Quis
Eleazar nunca tuvo hijos varones, y las hijas que tuvo se casaron con sus primos, los hijos de Quis.
Musí tuvo tres hijos: Mahlí, Eder, Jeremot.
Así fue como quedaron inscritos todos estos ayudantes, quienes quedaron a las órdenes de los sacerdotes para ayudarlos en el templo de Dios. De acuerdo al turno y la tares que les había tocado, los distintos grupos de ayudantes cumplían con estos trabajos: Cuidar y limpiar los patios del templo, los cuartos y todos los utensilios sagrados.
Ayudar en cualquiera de los cultos que se hacían en el templo.
Tener listo todo lo que se usaba en las ofrendas: el pan santo, la harina, las hojuelas de pan sin levadura, las ofrendas cocidas, la masa y los instrumentos que se usaban para pesar y medir.
Estar presentes en el templo, por la mañana y por la tarde, para dar gracias y alabar a Dios.
Ayudar a los sacerdotes siempre que se presentaban las ofrendas quemadas en honor de Dios, es decir, los sábados, los días de luna nueva y los de fiesta.

Aarón tuvo cuatro hijos: Nadab, Abihú, Eleazar, Itamar
Aarón y sus descendientes fueron los encargados de todos los trabajo sacerdotales. Pero como Nadab y Abihú murieron antes que su padre, y no tuvieron hijos, Eleazar e Itamar se hicieron cargo del trabajo sacerdotal.
Después de hacer un sorteo, David, Sadoc y Ahimélec les asignaron turnos a los sacerdotes para que prestaran sus servicios. Lo hicieron así porque tanto entre los descendientes de Eleazar como entre los de Itamar había sacerdotes muy importantes dedicados al servicio del templo.
Uno de los ayudantes de los sacerdotes, llamado Semaías hijo de Natanael, fue el encargado de anotar todos los nombres en una lista oficial; el rey, los jefes, los sacerdotes Sadoc y Ahimélec, y los jefes de los grupos sacerdotales y de los grupos de ayudantes, fueron testigos de cómo se escribió esta lista.
Como había más sacerdotes descendientes de Eleazar que de Itamar, se asignaron más turnos a los jefes de Eleazar. A los de Itamar se les asignaron ocho turnos, y a los de Eleazar, dieciséis. Según el sorteo que se hizo, este es el orden: Jolarib, Jedaías, Harim, Seorim, Malquías, Mijamín, Cos, Abías, Jeús, Secanías, Eliasib, Jaquím, Hupa, Jeseba, Bilgá, Imer, Hezir, Pisés, Petahías, Hezequiel,Jaquín, Gamul, Delaías, Maazías.
De acuerdo a este orden, estos sacerdotes se fueron turnando para servir en el templo; tal como lo había ordenado el Dios de Israel por medio de Aarón.
Hubo otros ayudantes que también fueron asignados por sorteo para servir en el templo. Y tanto los sacerdotes como estos ayudantes fueron tratados de igual manera. También en este caso el rey David, Sadoc, Ahimélec y los jefes de los grupos familiares de los sacerdotes  y de los descendientes de Leví, fueron testigos de cómo se hizo el sorteo.
Esta es la lista de sus nombres y del grupo al que pertenecían:
Subael, descendiente de Amram;
Jehedías, descendiente de Subael;
Isías, descendiente de Rehabías.
Isías era el principal de ellos.
Selomot, descendiente de Ishar;
Jáhat, descendiente de Selomot;
Jerías, Amarías, Jahaziel, Jecamán; los cuatros anteriores eran descendientes de Hebrón:
Micaías, descendiente de Uziel; Samir, descendiente de Micaías; Isías, hermano de Micaías, Zacarías, descendiente de Isías; Mahil, Musí, descendiente de Merarí; Sóham, Zacur, Ibrí, descendientes de Jaazías, hijo de Merarí.
Eleazar, descendiente de Mahli, hijo de Merarí. Eleazar no tuvo hijos.
Jerahmeel, descendiente de Quis, hijo de Merarí; Mahli, Eder, Jerimot, descendientes de musí.

David y los jefes encargados del templo apartaron a Asaf, Hernán y Jedutún, junto con todos sus hijos, para que se encargaran de la música de los cultos. Estos músicos comunicaban mensajes de Dios por medio de sus cantos o acompañados por instrumentos musicales, y estaban bajo las órdenes directas del rey David. Asaf, Hernán y Jedutún dirigían a sus hijos cuando alababan a Dios en el templo, acompañados de arpas, platillos y otros instrumentos de cuerdas. Esta es la lista de sus nombres:
Los hijos de Asaf: Jacur, José, Netanías, Asarela.
Los hijos de Jedutún: Guedalías, Serí, Isaías, Simí, Hasabías, Matatías.
Los hijos de Hernán: Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Jeremot, Hananías, Hananí, Eliatá, Guidalti, Romamti.ézer, Josbecasa, Malotí, Hotir, Mahaziot.
Estos catorce hombres, junto con sus tres hermanas, formaban la familia de Hernán, y por eso llegó a ser muy poderoso, pues así se lo había prometido Dios.
Los que estaban entrenados para cantar a Dios fueron en total doscientos ochenta y ocho. Estos se turnaron, por medio de un sorteo, para prestar su  servicio, sin importar que fueran adultos o jóvenes, maestros o estudiantes. Se organizaron en grupos de doce; cada grupo estaba compuesto por el jefe de la familia, sus hijos y hermanos. Cada grupo tenía el nombre del juefe de familia; este es el orden en que les tocó servir: José, Guedalías, Zacur, Isrí, Netanías, Buquías, Jesarela, Isaías, Matanías, Simí, Azarel, Hasabías, Subael, Mtatías, Jeremot, Hananías, Josbecasa, Hananí, Malotí Eliatá, Hotir, Guidalti, Mahaziot, Romamti-ézer.

Los encargados de vigilar las entradas del templo de Dios también hicieron un sorteo para repartir los turnos de vigilancia. Así, los turnos se asignaron sin importar de qué familia era el vigilante, pues todos fueron tratados  de la misma manera en que fueron tratados los ayudantes de los sacerdotes. Quedaron repartidos de acuerdo al siguiente orden:
Del grupo familiar de Coré: Meselemías, hijo de Coré y nieto de Asaf, y sus siete hijos: Zacarías, Jediael, Zebadías, Jatniel, Elam, Johanán, Eliehoenai.
Obed-edom y sus ocho hijos: Semaías, Jozabad, Joah, Sacar, Natanael, Amiel, Isacar, Peultai.
Semaías y sus seis hijos: Otní, Rafael, Obed, Elzabad, Elihú, Samaquías.
Estos seis fueron los jefes de sus grupos familiares. Obed-edom tuvo entonces sesenta y dos descendientes, pues Dios lo bendijo dándole muchos hijos. Los hijos y hermanos de Meselemías que sirvieron como vigilantes fueron dieciocho en total. Todos estos fueron hombres famosos por la valentía que mostraban como vigilantes del templo.
Del grupo familiar de Meraría: Hosá y sus hijos: Simrí, Hilquías, Tebalías, Zacarías.
Los hijos y hermanos de Hosá fueron en total trece. Hosá nombró a Simrí como el jefe, aunque este no era su hijo mayor.
Cada día los que vigilaban las entradas se repartían de la siguiente manera: Seis hombres en la
entrada del este, entre los que estaba Selemías.
Cuatro hombres en la entrada del norte, entre los que estaba un consejero sabio llamado Zacarías hijo de Selemías.
Cuatro hombres en la entrada del sur, para vigilar las dos bodegas que allí había. Dos hombres para cada bodega; entre ellos estaban Obed-edom y sus hijos.
Cuatro hombres en la entrada del oeste. Esta entrada estaba junto a la gran cuesta que lleva al patio oeste, y se le llamaba Saléquet. Entre estos vigilantes estaban Supím y Hosá.
Dos hombres para vigilar el patio oeste.
Otros hombres de la tribu de Leví cuidaban los tesoros del templo y las ofrendas especiales que el profeta Samuel, el rey Saúl, el oficial Abner y el oficial Joab habían dado para Dios. Entre esas ofrendas también estaba parte del botín de guerra que el rey David, los jefes de las tribus, y todos los jefes del ejército habían entregado para los gastos del templo de Dios.

Entre estos vigilantes había descendientes de Guersón hijo de Moisés, y descendientes de Amram, Zetam y Joel. Unos eran hijos de Jehiel y nietos de Ladán, otros era hijos de Ishar, Hebrón y Uziel, descendiente de Amram. Otros eran descendiente s de Eliézer, el hermano de Guersón, entre los cuales estaban Rehabías, Isaías, Joram, Zicrí y Selomit. Como jefe de todos estos tesoreros nombraron a Sebuel, descendiente de Guersón.
Quenanías y sus hijos fueron los líderes y jueces encargados de los asuntos del gobierno, y no trabajaban en el templo. Ellos eran descendientes de Ishar.
Hasabías, que era descendiente de Hebrón, tenía un total de mil setecientos parientes. Todos eran hombres muy valientes, que estaban encargados de todos los asuntos religiosos y políticos  de los israelitas que vivían al oeste del Jordán. .

Cuando David tenía ya cuarenta años gobernando, ordenó que se revisaran las listas de los descendientes de Hebrón. El rey se dio cuenta de que entre esos descendientes había en Jazer de Galaad hombres muy valientes. El jefe de todos esos hombres era Jerías, y en total sumaban dos mil setecientos jefes de familia. Entonces el rey David les puso a cargo de todos los asuntos religiosos y políticos de las tribus de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés.

El ejército de Israel estaba formado por doce grupos, que se turnaban para servir al rey una vez al año. Cada grupo estaba formado por veinticuatro mil hombres, entre los que había jefes de grupos familiares y oficiales del ejército.
Esta es la lista de los jefes de los grupos familiares que cada mes prestaban sus servicios al rey:
Primer mes: Jasobeam hijo de Zabdiel, descendientes de Fares.
Segundo mes: Dodai el ahobita, y su ayudante Miclot.
Tercer mes: Benaías hijo del jefe de los sacerdotes Joiadá, y jefe de los treinta valientes, pero en realidad, su hijo Amizabad era el jefe del grupo.
Cuarto mes: Asael hermano de Joab; luego ocupó su lugar su hijo Zebadías.
Quinto me: Sambut el israíta.
Sexto mes:Irá hijo de Iqués, el tecoíta.
Séptimo mes: Heles el pelonita, descendiente de Efraín.
Octavo mes: Sibecai el de Husá, descendiente de los zarjitas.
Noveno mes: Ebiézer el de Anatot, descendiente de Benjamín.
Décimo mes: Maharaí el de Netofá, descendiente de los zarjítas.
Décimo primer mes; Benaías el de Piratón, descendiente de Efraín.
Duodécimo mes: Heidai el de Netofá, descendiente de Otoniel.

Esta es la lista de los jefes de las tribus de Israel: Eliézer hijo de Zicrí, de la tribu de Rubén
Segatías  hijo de Maacá, de la tribu de Leví.
Elihú, hermano de David, de la tribu de Judá.
Omrí hijo de Micael, de la tribu de Isacar.Ismaías hijo de Abdías, de la tribu de Zabulón.
Jerimot hijo de Azriel, de la tribu de Neftalí.
Oseas hijo de Azazías, de la tribu de Efraín.
Joelhijo de Pedaías, de la tribu de Efraín.
Joel hijo de Pedaías, de la media tribu de Manasés.
Idó hijo de Zacarías, de la otra media tribu de Manasés de Galaad.
Jaasiel hijo de Abner, de la tribu de Benjamín.
Azarei hijo de Jeroham, de la tribu de Dan.
Además, Sadoc fue el jefe de los descendientes de Aarón.
Como Dios había prometido que los israelitas se multiplicarían tanto que nadie los podría contar, David no hizo una lista de los que eran menores de veinte años. Y aunque Joab había comenzado a contarlos, no pudo terminar, porque Dios envió una enfermedad sobre los israelitas como castigo. Por esta razón, en el libro que narra los hechos más importantes del reinado de David nunca se anotó cuántos eran.

Esta es la lista de los que estaban encargados de cuidar y administrar las propiedades del rey David:
Azmávet hijo de Adiel: Era el principal tesorero.
Jonatán hijo de Ozías: Cuidaba los tesoros que estaban guardados en diferentes lugares del territorio de Israel. Ezrí hijo de Quelub: Era el jefe de los campesinos que cultivaban las tierras del rey.
Simí de Ramat: Administraba y cuidaba los viñedos.
Zabdí de Sefam: Era el encargado de llevar el vino a las bodegas.
Baal-hanán de Guederá: Administraba los olivares y los árboles de higos silvestres que había en la llanura.
Joás: Cuidaba los depósitos de aceite.
Sitrai de Sarón: Atendía el ganado que pastaba en Sarón.
Safat hijo de Adlai: Cuidaba el ganado que pastaba en los valles.
Obil el ismaelita: Vigilaba los camellos.
Jehedías de Meronot: Era el encargado de cuidar las burras.
Jaziz el agareno: Era el encargado de cuidar las ovejas.
Estos son los hombres que ayudaban a David en otros trabajos:
Jonatán el ti de David: Era secretario, y un sabio consejero.
Jehiel hijo de Hacmoni: Cuidaba siempre de los hijos del rey.
Ahitófel: Era consejero del rey, luego ocuparon su lugar Joiadá hijo de Benaías, y Abiatar.
Husai el arquita: Consejero y amigo del rey.Joab: Era el jefe del ejército.

David reunió en Jerusalén a todos los jefes y autoridades de Israel. Cuando todos estaban reunidos, David se puso de pie y les dijo: Compatriotas y líderes de mi pueblo, escúchenme con atención: Yo quería construirle un lugar permanente al cofre del pacto, para que allí nuestro Dios reinara; y ya estaba preparado para hacerlo.
Nuestro Dios decidió que de la tribu de Judá saldría un rey que gobernaría por siempre en Israel. Por eso eligió a mi familia, y de entre todos mis hermanos me eligió a mí. A pesar de esto, Dios no me permitió construirle el templo, porque yo había participado en muchas guerras y había matado a mucha gente.
Sin embargo, de entre todos los hijos que Dios me ha dado, él eligió a Salomón como rey para que gobierne en su nombre sobre Israel. Además, Dios me prometió que Salomón construirá el templo y sus salones, y que lo tratará como a un hijo. Y si Salomón se esfuerza y obedece todos sus mandamientos como lo hace ahora, Dios hará que su reino sea firme y permanezca para siempre.
Dios y todo Israel son testigos de lo que estamos haciendo. Por eso, en este día, delante de ellos, les pido a ustedes, los líderes del pueblo, que respeten y obedezcan todos los mandamientos de Dios, sólo así seguirán viviendo en esta tierra fértil, y  podrán dejársela a sus hijos para siempre.
Luego el rey David se volvió a su hijo Salomón y le dijo:
Salomón, hijo mío, Dios conoce todos tus pensamientos, y sabe cuáles son tus intenciones en todo momento. Por eso, obedécelo con amor y de buena gana. El siempre responderá tus peticiones; pero si no lo obedeces, él te rechazará para siempre.
No olvides que Dios te eligió para construir su templo. Por eso, ¡sé fuerte y ponte a trabajar!
Entonces David le entregó a su hijo Salomón los planos que había hecho para la construcción del templo. Los planes seguían las instrucciones de Dios para construir todos los edificios, salones, cuartos y patios del templo. En los cuartos de alrededor se guardarían los utensilios, tesoros y ofrendas especiales, y también dormirían los sacerdotes y los ayudantes que vendrían por turnos a trabajar en el templo.
David también le entregó a Salomón el oro y la plata necesarios para hacer todos los utensilios y muebles que se usarían para los cultos del templo; le indicó el peso que debían tener, y el material que debían usar para fabricarlos. Esta es la lista de algunos de los muebles y utensilios: los candelabros y sus lámparas; las mesas donde se pondría el pan consagrado, los tenedores, los tazones, las jarras y las copas; el altar del incienso y el carro que serviría para mover los querubines que, con sus alas extendidas, cubrirían el cofre del pacto de Dios.
Además, David le indicó a Salomón quiénes quedarían bajo sus órdenes y lo ayudarían a construir el templo: los sacerdotes y sus ayudantes, que por turnos prestarían sus servicios en el templo de Dios; los obreros expertos en trabajos manuales; los jefes y todo el pueblo en general.
Luego, David le dijo a Salomó ¡Sé fuerte y valiente! ¡Cumple con tu trabajo y construye el templo de Dios! ¡No tengas miedo ni te desanimes, porque Dios siempre estará contigo! El no te dará la espalda ni te abandonará.

Luego, el rey David le dijo a toda la gente que se había reunido: Dios eligió a mi hijo Salomón para que le construya el templo, sin embargo, él todavía está muy joven y no tiene experiencia para hacer un trabajo tan importante. ¡El construirá el templo para nuestro Dios, y no se trata de la construcción de un palacio ordinario!
Con muchos sacrificios he podido juntar los materiales necesarios para destruir el templo de mi Dios: oro, plata, bronce, hierro y madera para los muebles y utensilios que deben ser confeccionados. También he reunido muchísimas piedras preciosas de toda clase.
Es tan grande mi amor por este templo para mi Dios, que además de todo lo que ya he reunido, voy a entregar de mis propias riquezas lo siguiente: cien mil kilos del oro más fino que existe, y doscientos treinta mil kilos de plata fina, para recubrir las paredes del templo y sus edificios, y para los muebles y utensilios que harán los artesanos.
¿Quién de ustedes quiere demostrar hoy su amor a Dios, dando una ofrenda para la construcción del templo?

Entonces todos los jefes de Israel y las altas autoridades del reino dieron de buena voluntad las siguientes ofrendas: Ciento sesenta y cinco mil kilos y diez mil monedas de oro, trescientos treinta mil kilos de bronce, tres millones trescientos mil kilos de hierro.
Además, los que tenían piedras preciosas se las entregaron a Jehiel, descendiente e Guersón, que era el encargado de la tesorería del templo.
El rey David y todo el pueblo estaban muy contentos porque todos dieron con sinceridad.
Y aprovechando que tenía al pueblo reunido, David bendijo a Dios con estas palabras:
¡Bendito seas, Dios de Israel;
Dios de nuestro antepasado Jacob;
bendito seas para siempre!
 ¡Dios mío, a ti te pertenecen
la grandeza y el poder, la gloria, el dominio y la majestad!
Porque todo lo que existe es tuyo.
¡Tú reinas sobre todo el mundo!
Tú das las riquezas y el honor,
Y tú dominas a todas tus criaturas.
Tuyos son el poder y la fuerza,
Y das grandeza y poder a todos.
Por eso es que hoy, Dios
Nuestro,
Te damos gracias,
Y alabamos tu nombre glorioso.
Dios nuestro, todas estas riquezas que hemos dado para construirte un templo, en realidad te pertenecen a ti. Son tuyas; tú nos diste todo, y ahora sólo te regresamos lo que de ti, mi pueblo y yo somos como gente sin patria, que va de un lado a otro, como antes lo hicieron nuestros antepasados. Nuestra vida es como una sombra sobre la tierra, sin esperanza alguna.
Sabemos que ninguno de nosotros merece reconocimiento por las ofrendas que hemos traído. Yo sé, Dios mío, que tú das cuenta de nuestras intenciones y que te gusta que seamos sinceros. Por eso me da una gran alegría saber que tu pueblo y yo te hemos presentado nuestras ofrendas, de buena voluntad y con toda sinceridad.
Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac y Jacob haz que tu pueblo tenga siempre esta manera de pensar y de sentir, y que te ama con todo el corazón. Y te pido que le des a mi hijo Salomón el profundo deseo de obedecer y poner en práctica todos tus mandamientos; también te pido que le permitas construir el templo con estos materiales que he reunido.
Cuando terminó, David le dijo al pueblo: ¡Bendigan y alaben a dios! Entonces todo el pueblo, inclinándose ante Dios y ante el rey, bendijo y alabó al Dios de sus antepasados.

Al día siguiente le presentaron a Dios, en nombre de todo Israel, muchísimos animales para sacrificarlos y quemarlos en su honor: mil toros, mil carneros y mil corderos, con sus ofrendas de vino.
Ese día derramaron aceite sobre la cabeza de Salomón, para nombrarlo sucesor del rey David; lo mismo hicieron con Sadoc, para nombrarlo sacerdote. Esa fue la segunda ocasión en que todo el pueblo reconoció a Salomón como su rey, y todos comieron y bebieron con mucha alegría delante de Dios.
Así pues, Salomón reinó en lugar de David, su padre. Todos los jefes del pueblo, los soldados más valientes, y todos los hijos del rey David, fueron leales y apoyaron al rey Salomón. Todo el pueblo de Israel le obedeció, y así, su reino fue firme y exitoso.
Dios hizo que Salomón fuera grande, poderoso y famoso ante su pueblo, como no fue ningún otro rey de Israel.

David hijo de Jesé reinó sobre todo Israel durante cuarenta años, siete de los cuales vivió en Hebrón, y los treinta y tres restantes, en Jerusalén.
David murió tranquilamente cuando ya era muy anciano, lleno de riquezas y honores. En su lugar reinó su hijo Salomón.
Los hechos más importantes de la historia del rey David, desde el principio hasta el fin, están escritos en los libros de los profetas Samuel, Natán y Gad. En ellos se narran no sólo los hechos más importantes con respecto al poder y valentía de David, sino también lo que le pasó a Israel y a sus países vecinos.

Aquí puedes darte cuenta que lo más importante para Dios es que el hombre sea obediente a sus mandamientos y los ponga en práctica en su vida, para que sus descendientes agraden a Dios.

No obstante, Dios elige al hombre que El quiere que le sirva pues El conoce los deseos y mira el corazón de cada persona, pero es necesario que el hombre construya una nueva vida,  que cambie su manera de vivir y sea su conducta sincera y con un corazón humilde, pues es templo del Espíritu de Dios.

Asi también el hombre debe entender que Dios da instrucciones y el hombre obediente las sigue pero sabes, el hombre no debe impone órdenes a otros que no vienen de El, sino más bien el hombre obedece la voluntad de Dios, pues los planes de Dios son mejores.

Por tanto, lo esencial es que el hombre ame y alabe a Dios y entonces el hombre vivirá tranquilo pues esa paz sólo viene del Dios Altísimo


Con Alta Estima,

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