Del líder y encargado de la iglesia, a los hermanos que
Dios ha elegido. Yo lo amo, y no sólo yo, sino también todos los que han
conocido la verdad, la cual nos hace amarnos.
Les pido a Dios el Padre y a su Hijo Jesucristo que sean
buenos con ustedes, que los traten con mucho amor, y que les den su paz. ¡Que
hagan que en ustedes abunden la verdad y el amor!
Me alegré mucho al encontrar que algunos de ustedes viven
de acuerdo con la verdad, como Dios el Padre nos mandó. Ahora les pido que nos
amemos los unos a los otros. Este mandamiento no es nuevo: es el mismo que se
nos dio desde el principio. El que ama de verdad también obedece los
mandamientos de Dios. Y como ustedes lo han sabido desde el principio, Dios nos
manda que vivamos amando siempre a los demás.
En el mundo hay muchos que engañan a la gente diciendo
que Jesucristo no vino al mundo como un hombre de verdad, de carne y hueso. Eso
lo dice el Enemigo de Cristo, que es mentiroso. Tengan cuidado, para que no se eche a perder todo lo bueno que hemos
hecho por ustedes. De lo contrario, ustedes no recibirán de Dios el premio
completo.
Si no permanecen fieles a lo que Cristo enseñó, Dios se
apartará de ustedes. Pero si se mantienen firmes en lo que Cristo enseñó, Dios
el Padre, y el Hijo estarán siempre con ustedes. Si alguien va a visitarlos y
no enseña estas cosas, no lo reciban en su casa ni lo saluden, porque saludarlo
es lo mismo que hacer lo malo que él hace.
Tengo mucho que decirles, pero prefiero no hacerlo por
carta. Espero poder ir a visitarlos y hablarles personalmente. Así estaré
completamente feliz.
La iglesia donde ahora estoy tiene una relación muy
estrecha con la iglesia de ustedes. Y los miembros de esta iglesia les mandan
saludos.
Aquí puedes darte cuenta que el hombre que conoce y habla
la verdad, al aceptar a nuestro Señor Jesucristo en sus vida hace que el amor
abunde y que se amen unos a otros y por ende, viva en
paz.
No obstante, lo importante es que el hombre crea en
Jesús, el Hijo de Dios, quien vino al mundo a vivir como hombre y habitar entre
nosotros, y por lo tanto, el hombre obedezca los mandamientos de Dios para que demuestre su amor a los demás.
Así pues, el hombre regenerado debe mantenerse firme en
sus convicciones obedeciendo fielmente a
las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y entonces, El permanecerá siempre
con nosotros.
Con Alta Estima,
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