Yo los quiero a ustedes como a hijos. Por eso les escribo
esta carta, para que no pequen. Pero si alguno peca, Jesucristo es justo y nos
defiende ante Dios el Padre. Dios perdona nuestros pecados, y los de todo el
mundo, porque Cristo se ofreció voluntariamente para morir por nosotros.
Nosotros sabemos que conocemos a Dios porque obedecemos sus mandamientos. Si alguien dice: Yo soy
amigo de Dios, y no lo obedece, es un mentiroso y no dice la verdad. En cambio,
el que obedece lo que Dios ordena, de veras sabe amar como Dios ama, y puede
estar seguro de que es amigo de Dios. El que dice que es amigo de Dios debe
vivir como vivió Jesús.
Hermanos en Cristo, no les estoy dando un mandamiento
nuevo. Les estoy repitiendo un mandamiento muy antiguo, que ustedes ya conocen;
se trata del mismo mandamiento que Dios le dio desde el principio.
Sin embargo, esto que les escribo es un mandamiento
nuevo, y ya saben lo que significa, como también Cristo lo sabe. El es luz
verdadera, que brilla cada vez más fuerte, y que hace que la oscuridad vaya
disminuyendo.
Si alguno dice que vive en la luz, pero odia a otro
miembro de la iglesia, en realidad vive en una gran oscuridad. El que ama a los
demás, vive bajo la brillante luz de Dios y no causa ningún problema a los de su
iglesia. Pero el que odia a otro cristiano, vive en la oscuridad y no sabe a
dónde va, porque la oscuridad lo ha dejado ciego.
Hijos míos, les escribo porque Dios les ha perdonado sus
pecados por medio de lo que hizo Jesucristo. A ustedes, los mayores, les
escribo porque conocen a Jesús, quien ya existía desde antes de que Dios creara
el mundo.
A ustedes, los jóvenes, les escribo también porque han
sido valientes, han derrotado al diablo, y han aceptado con sinceridad el
mensaje de Dios.
Les he escrito a todos ustedes porque han conocido al
Padre. No quieran ustedes ser como los pecadores del mundo, ni tampoco hacer lo
que ellos hacen. Quienes lo hacen, no aman a Dios el Padre. Las cosas que
ofrece la gente del mundo no vienen de Dios, sino de los pecadores de este
mundo. Y estas son las cosas que el mundo nos ofrece: los malos deseos, la
ambición de tener todo lo que vemos, y el orgullo de poseer muchas riquezas.
Pero lo malo de este mundo, y de todo lo que ofrece, está por acabarse. En
cambio, el que hace lo que Dios manda vive para siempre.
Hijos míos, ya estamos viviendo los últimos días, y el
mundo pronto se acabará. Ustedes han escuchado que antes del fin vendrá el
Enemigo de Cristo. Pues bien, yo quiero decirles que ya han aparecido muchos
enemigos de Cristo, y por eso sabemos que estamos en los últimos días.
Estos enemigos de Cristo se reunían con nosotros, pero en
realidad no eran de nuestro grupo. Si hubieran sido de nuestro grupo, se
habrían quedado con nosotros. Pero se apartaron del grupo para mostrar
claramente que no todos los que se reúnen con nosotros son de los nuestros.
Cristo, el Hijo de Dios, los ha apartado a ustedes del
mundo, y les ha dado el Espíritu Santo, y todo ustedes conocen la verdad, y
saben que quien la conoce no puede mentir.
Entonces, ¿quién miente? Pues el que dice que Jesús no es
el Mesías. ¡Ese es el enemigo de Cristo,
pues rechaza tanto a Dios el Padre como a Jesús el Hijo! Cualquiera que rechaza
al Hijo, también rechaza al Padre. Y si alguien acepta al Hijo, también acepta
al Padre.
Por eso, no dejen de hacer ustedes lo que se les enseñó
desde el principio. Si continúan haciéndolo, entonces vivirán siempre unidos al
Hijo y al Padre, pues Cristo nos ha prometido la vida eterna.
Les estoy escribiendo para advertirles sobre algunos que
quieren engañarlos. Pero ustedes tienen al Espíritu Santo, que Cristo puso en
ustedes. Por eso no necesitan que nadie les enseñe, pues el Espíritu de Dios
les enseña todo; y lo que él enseña no es mentira, sino la verdad. Por eso,
sigan las enseñanzas del Espíritu Santo, y manténganse siempre unidos a Cristo.
Ahora, hijos míos, sigan unidos a Cristo. Así, cuando él
regrese, lo estaremos esperando confiadamente y no pasaremos por la vergüenza
de ser castigados.
Como ustedes saben, Jesucristo hace todo lo que le agrada
a Dios. Por eso, también deben saber que todo el que hace lo que a Dios le
agrada, es hijo de Dios.
Aquí puedes darte cuenta que Dios perdona los pecados del
hombre arrepentido pues nuestro Señor Jesucristo se entregó a sí mismo
voluntariamente para morir por cada uno de nosotros, y entonces el hombre que
obedece los mandamientos vive como Jesús vivió.
No obstante, el hombre regenerado que obedece a Dios,
brilla donde quiera que se encuentre, demuestra su amor hacia los demás
cristianos.
Así pues, el tiempo apremia, y el hombre debe estar
atento y preparado pues estamos en los últimos días y entonces el hombre
regenerado debe buscar las cosas de
arriba, las que provienen de Dios, pues el hombre que hace lo que Dios manda
vive para siempre, ya que obedece a Cristo, y Cristo lo ha apartado del mundo y le ha dado
el Espíritu Santo y por tanto, le enseña la verdad y está unido a Cristo, hace
lo que agrada a Dios, pues es hijo de Dios.
Con Alta Estima
No hay comentarios:
Publicar un comentario