lunes, 24 de agosto de 2015

Ustedes pueden saber que una persona tiene el Espíritu de Dios, si reconoce que Jesucristo vino al mundo como verdadero hombre.


Queridos hermanos, no les crean a todos los que dicen que tienen el Espíritu de Dios. Pónganlos a prueba, para ver si son lo que dicen ser. Porque el mundo está lleno de falsos profetas.

Ustedes pueden saber que una persona tiene el Espíritu de Dios, si reconoce que Jesucristo vino al mundo como verdadero hombre. Pero si dice que esto no es cierto, es porque no tiene el Espíritu de Dios, al contrario, tiene el espíritu del  Enemigo de Cristo. Ustedes ya sabían que este espíritu tenía que venir, y yo quiero decirles que ya ha llegado al mundo.

Hijos míos, ustedes son de Dios, y ya han vencido a esos falsos profetas, pues él permanece unido a ustedes y es más poderoso que su Enemigo. Ellos son unos pecadores, y los demás pecadores de este mundo les hacen caso, porque hablan de las mismas cosas. Pero nosotros pertenecemos a Dios, y podemos saber quién tiene el Espíritu que dice la verdad y quién tiene el Espíritu del engaño. El que es de Dios nos hace caso, pero el que no es de Dios nos ignora.

Amados hijos míos, debemos amarnos unos a otros, porque el amor viene de Dios. Todo el que ama es hijo de Dios, y conoce a Dios. El que nos ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.

Dios nos dio muestras de su amor al enviar al mundo a Jesús, su único Hijo, para que por medio de él todos nosotros tengamos vida eterna. El verdadero amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo, para que nosotros fuéramos perdonados por medio de su sacrificio.

Hijos míos, si Dios nos ha amado así, nosotros también debemos amarnos los unos a los otros. Nadie ha visto nunca a Dios; pero, si nos amamos unos a otros, Dios vive en nosotros y también su amor estará en nosotros.

Sabemos y creemos que Dios nos ama, porque Dios es amor. Cualquiera que ama a sus hermanos está íntimamente unido a Dios. Si en verdad amamos a los hermanos, y si vivimos como Jesucristo vivió en este mundo, no tendremos por qué tener miedo cuando Jesús venga para juzgar a todo el mundo. La persona que ama no tiene miedo. Donde hay amor no hay temor. Al contrario, el verdadero amor quita el miedo. Si alguien tiene miedo de que Dios lo castigue, es porque no ha aprendido a amar.

Nosotros amamos a nuestros hermanos porque Dios nos amó primero. Si decimos que amamos a Dios, y al mismo tiempo nos odiamos unos a otros, somos unos mentirosos. Porque si no amamos al hermano, a quien podemos ver, mucho menos podemos amar a Dios, a quien no podemos ver. Y Jesucristo nos dio este mandamiento: ¡Amen a Dios, y ámense unos a otros.

Aquí puedes darte cuenta que es necesario que el hombre esté preparado y atento a las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo y que estas sean la verdad que El nos enseñó,  y que el hombre reconozca esta verdad, que nuestro Señor Jesucristo vino al mundo a ser verdadero hombre para habitar entre nosotros y que es fundamental  que el hombre siga su ejemplo pues tiene el Espíritu de Dios  que le guía en su camino.

No obstante, lo conveniente es que el hombre viva apegado a la Palabra de Dios, la obedezca y así vivirá unido a Dios  pues somos hijos de Dios.

Así pues, Dios nos dio muestra de su amor, al enviar a su Hijo amado al sacrificio en la cruz y con su sangre preciosa perdonó nuestros pecado para que tengamos una vida nueva: la vida eterna.

Ahora bien, el hombre debe aprender a amar y debe mostrar ese amor, los unos a los otros y así el amor de Dios está en nosotros y Dios vive en nosotros.

Con Alta Estima,


No hay comentarios:

Publicar un comentario