Isaías dijo: Dios tiene poder para salvar y tiene buenos
oídos para oir. Pero la maldad de ustedes los ha separado de Dios. Sus pecados
han hecho que Dios se tape los oídos y no quiera escucharlos. Ustedes tienen
las manos llenas de sangre por los crímenes que han cometido. Ustedes mienten y
maldicen. Nadie se presenta ante el juez con buenas intenciones, y en los
juicios falta la honradez. Confían en la mentira y nadie dice la verdad. Están
llenos de maldad y no lo disimulan.
Ustedes sólo planean maldades, y traen la muerte a todos.
Viven haciendo el mal, y están enredados en la violencia. Se apresuran a
cometer crímenes y corren a derramar sangre inocente; a su paso quedan sólo ruinas.
No son gente de paz ni hay rectitud en sus acciones. Su
conducta está torcida, y los que andan con ellos tampoco vivirán en paz.
El pueblo de Israel dijo: Por causa de nuestra maldad la
justicia no se cumple entre nosotros: esperábamos vivir en la luz, pero nos
hemos quedado en tinieblas. Caminamos como ciegos, tocando la pared; tropezamos
en pleno mediodía como si fuera de noche; aunque parezcamos tener vida, en
realidad estamos muertos. Nos pasamos la vida llorando, y esperando que nos
haga justicia, pero Dios no viene en nuestra ayuda.
Hemos ofendido a Dios, y nuestros pecados nos acusan,
nuestras maldades nos acompañan, y reconocemos nuestras culpas. Hemos sido
infieles a Dios, no lo hemos obedecido; somos violentos y traicioneros, y
engañamos a la gente. Nos hemos burlado de la justicia y Dios no viene a
salvarnos. La sinceridad está por los suelos, y no hay honradez, y al que hace
el bien se le quita lo que tiene.
Isaías dijo: Dios se
mostró muy disgustado al ver la falta de justicia. Vio con sorpresa que esto a
nadie le importaba. Entonces decidió usar su propio poder y así nos dio la
salvación. Tomó la justicia como escudo y se puso la salvación como casco; la
venganza lo cubrió como una capa y el enojo lo envolvió como un manto, para
castigar a sus enemigos y darle a cada cual su merecido.
Al ver el poder de Dios, todo el mundo temblará de miedo,
porque Dios vendrá con la furia de un río desbordado, y empujado por un fuerte
viento. Dios vendrá a salvar a los que viven en Jerusalén, y a todos los
israelitas que se arrepientan de sus pecados. Dios ha jurado que así será.
Dios dijo: Yo hago un pacto con ustedes: les prometo que mi
poder, y las enseñanzas que les he dado, nunca se apartarán de ustedes ni de
sus descendientes.
Sabes, es importante que el hombre se vuelva a Dios con un
corazón sencillo, que lo aprenda a conocer a través de su Palabra y crea en El
pues es inminente que busque el camino del Señor para que goce de paz, pero es
necesario que el hombre sea prudente y obediente a los mandamientos para que
evite hacer lo malo y que el hombre adquiera nuevos valores, como la honradez,
la sinceridad, la justicia, y así el hombre cambiará y tendrá una mirada nueva, llena
de luz, unos pensamientos limpios para lograr
una vida de rectitud, haciendo el bien
Con Alta Estima,
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