martes, 25 de febrero de 2014

Nadie dice la verdad...


Isaías dijo: Dios tiene poder para salvar y tiene buenos oídos para oir. Pero la maldad de ustedes los ha separado de Dios. Sus pecados han hecho que Dios se tape los oídos y no quiera escucharlos. Ustedes tienen las manos llenas de sangre por los crímenes que han cometido. Ustedes mienten y maldicen. Nadie se presenta ante el juez con buenas intenciones, y en los juicios falta la honradez. Confían en la mentira y nadie dice la verdad. Están llenos de maldad y no lo disimulan.

Ustedes sólo planean maldades, y traen la muerte a todos. Viven haciendo el mal, y están enredados en la violencia. Se apresuran a cometer crímenes y corren a derramar sangre inocente;  a su paso quedan sólo ruinas.

No son gente de paz ni hay rectitud en sus acciones. Su conducta está torcida, y los que andan con ellos tampoco vivirán en paz.

El pueblo de Israel dijo: Por causa de nuestra maldad la justicia no se cumple entre nosotros: esperábamos vivir en la luz, pero nos hemos quedado en tinieblas. Caminamos como ciegos, tocando la pared; tropezamos en pleno mediodía como si fuera de noche; aunque parezcamos tener vida, en realidad estamos muertos. Nos pasamos la vida llorando, y esperando que nos haga justicia, pero Dios no viene en nuestra ayuda.

Hemos ofendido a Dios, y nuestros pecados nos acusan, nuestras maldades nos acompañan, y reconocemos nuestras culpas. Hemos sido infieles a Dios, no lo hemos obedecido; somos violentos y traicioneros, y engañamos a la gente. Nos hemos burlado de la justicia y Dios no viene a salvarnos. La sinceridad está por los suelos, y no hay honradez, y al que hace el bien se le quita lo que tiene.

Isaías dijo:  Dios se mostró muy disgustado al ver la falta de justicia. Vio con sorpresa que esto a nadie le importaba. Entonces decidió usar su propio poder y así nos dio la salvación. Tomó la justicia como escudo y se puso la salvación como casco; la venganza lo cubrió como una capa y el enojo lo envolvió como un manto, para castigar a sus enemigos y darle a cada cual su merecido.

Al ver el poder de Dios, todo el mundo temblará de miedo, porque Dios vendrá con la furia de un río desbordado, y empujado por un fuerte viento. Dios vendrá a salvar a los que viven en Jerusalén, y a todos los israelitas que se arrepientan de sus pecados. Dios ha jurado que así será.

Dios dijo: Yo hago un pacto con ustedes: les prometo que mi poder, y las enseñanzas que les he dado, nunca se apartarán de ustedes ni de sus descendientes.

Sabes, es importante que el hombre se vuelva a Dios con un corazón sencillo, que lo aprenda a conocer a través de su Palabra y crea en El pues es inminente que busque el camino del Señor para que goce de paz, pero es necesario que el hombre sea prudente y obediente a los mandamientos para que evite hacer lo malo y que el hombre adquiera nuevos valores, como la honradez, la sinceridad, la justicia, y así el hombre cambiará y tendrá una mirada nueva, llena de luz, unos pensamientos limpios para  lograr una vida de rectitud,  haciendo el bien


Con Alta Estima,

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