Pero tú, Ezequiel, dales de mi parte este mensaje a los
israelitas. Diles que lo escuchen con atención: Ustedes, israelitas, ¡presten
atención a mis palabras! ¡Y escúchenme también ustedes, los que viven
alrededor! Sus enemigos se burlan de ustedes, y los ofenden. Dicen que ahora el
país les pertenece, aunque este siempre ha sido de Israel. Además, las naciones
vecinas lo atacan, destruyen sus ciudades, y les roban todo lo que tienen.
Además, toda la gente se burla de ustedes. Pero yo soy el Dios de Israel, y me
declaro en contra de Edom y de las otras naciones. Estoy muy enojado con ellas
porque, entre burlas y desprecios se han adueñado de mi tierra y la han
destruido.
Tú dales de mi parte este mensaje a los israelitas, y a las
naciones de alrededor: Yo estoy muy enojado contra las naciones vecinas porque
se han burlado de ustedes. Por eso juro que los pondré en vergüenza. Pero
ustedes, los israelitas, verán su país llenarse de altos árboles que darán
mucho fruto. Les aseguro que muy pronto regresarán. Yo mismo voy a cuidar de
ustedes, y volverán a sembrar y cultivar sus terrenos. El pueblo crecerá mucho,
y podrá entonces reconstruir sus ciudades y vivir en ellas. También haré que
sus animales se reproduzcan y aumenten en número.
Ustedes israelitas, volverán a llenar el país. Llegarán a
estar mejor que antes, y entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel.
Volverán a caminar por las montañas del país sin temor alguno. Nunca más abriré
las montañas para que se traguen a los desobedientes. No volverán a oír las
burlas y los insultos de las naciones. Les juro que así lo haré.
Dios también me dijo: Quiero que sepas que cuando los
israelitas vivían en su país, mataron a tanta gente que dejaron la tierra
manchada de sangre. ¡Quedó manchada como una mujer en su período de
menstruación! Para colmo, llenaron el país de ídolos malolientes. Por eso me
enojé con ellos y los dispersé entre las naciones. Por culpa de ellos la gente
se burló de mí, pues a dondequiera que llegaban, la gente decía: Si estos son
el pueblo de Dios, ¿por qué han tenido que abandonar su tierra? Entonces decidí
defenderme.
Por lo tanto, diles de mi parte a los israelitas: Ustedes no
merecen ser libres, pues por culpa de ustedes las naciones se burlan de mí. Sin
embargo, para poner fin a sus burlas les daré libertad. Así las naciones verán
que soy un Dios grande y poderoso, y reconocerán que yo soy el Dios de Israel.
Lo he dicho, y lo cumpliré. Yo los libraré de todas esas naciones; los reuniré
y los llevaré a su tierra.
Ustedes adoraron ídolos malolientes, pero yo me olvidaré de
sus maldades; las limpiaré como quien limpia un trapo sucio. Yo les daré nueva
vida. Haré que cambien su manera de pensar. Entonces dejarán de ser tercos y
testarudos, pues yo haré que sean leales y obedientes. Pondré mi espíritu en
ustedes, y así haré que obedezcan todos
mis mandamientos. Entonces vivirán en la tierra que les di a sus antepasados, y
ustedes serán mi pueblo y yo seré su Dios.
Ya no dejaré que sigan pecando así. Les daré tanta comida
que no volverán a sufrir de hambre ni a pasar vergüenzas delante de las
naciones. Entonces se acordarán de su mala conducta y de sus acciones tan
repugnantes, y se avergonzarán. Entiéndanme bien: todo esto lo haré para que
ustedes se avergüencen de su mala conducta, y no porque se lo merezcan. Les
juro que así lo haré.
Y cuando ya los haya limpiado de todas sus maldades, los
dejaré reconstruir sus ciudades, que ahora están en ruinas. Vivirán en ellas, y
cultivarán la tierra que se quedó abandonada. Todo el mundo lo verá, y dirá:
Esta tierra parecía un desierto, pero ahora parece un jardín; ¡es un paraíso!
Las ciudades habían quedado destruidas y desiertas, pero ahora las han
convertido en fortalezas, y ya vive gente en ellas.
Entonces los pueblos vecinos que hayan quedado con vida
reconocerán que yo soy el Dios de Israel. Reconocerán que puedo reconstruir lo
que está destruido, y que puedo volver a sembrar en terrenos desiertos. Yo soy
el Dios de Israel, y cumpliré mi palabra.
Además, los israelitas llegarán a ser un pueblo muy numeroso,
pues así me lo han pedido. Juro que así lo haré. Ahora sus ciudades están
desiertas, pero yo haré que vuelvan a llenarse de gente. Así como la ciudad se
llenaba de ovejas en los días de fiestas, así se llenará de gente. Entonces
reconocerán que yo soy el Dios de Israel.
Aquí puedes darte cuenta que cuando el hombre obedece los
mandatos de Dios, está cerca de El y es cuando el hombre endereza su vida y
empieza a caminar sin temor alguno, vuelve a estar mejor que antes, ya que lo
esencial es que el hombre crea en Dios, que lo reconozca como su Salvador y con
buena actitud ante toda circunstancia honre y respete a Dios, que es lo realmente
valioso para El.
No obstante, el hombre debe arrepentirse verdaderamente y
evitar volver a caer en los mismos errores, por lo que es fundamental que el
hombre cambie su manera de pensar y, por ende lleve un nuevo estilo de vida y,
entonces el hombre será leal y obediente a los mandatos de Dios, pues el
Espíritu de Dios estará en cada persona y hará que el hombre no actúe con
maldad, aunque sabes, sólo a través del Señor Jesucristo de su sacrificio en la cruz, el hombre es limpiado
de su transgresión y su vida puede ser reconstruida y se parezca a un jardín ¡ el paraíso!.
Con Alta Estima,
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