Habían pasado nueve años desde que llegamos presos a
Babilonia. Era el día diez del mes de Tébet cuando Dios me dijo: Ezequiel, toma
nota de esta fecha, porque hoy mismo el
rey de Babilonia ha empezado su ataque contra Jerusalén. Quiero que vayas a ver
a los israelitas, y que delante de ellos hagas lo siguiente: Pon una olla en el
fuego, y llénala de agua para cocinar carne. Echa en ella lo mejor de la
pierna, del lomo y de los huesos. Échale leña al fuego, para que se cueza bien
todo. Cuando termines, dales este mensaje de mi parte: ¡Ay de ti, ciudad
asesina! Eres como una olla oxidada, que no se puede limpiar. Saca ahora los
trozos de carne, no importa el orden en que salgan. ¡Estás toda manchada de
sangre! A la gente que mataste la estrellaste contra las rocas; ¡no dejaste que
esa sangre la absorbiera la tierra! Pero yo dejaré que la sangre se seque sobre
la roca desnuda. Así podré verla siempre, y no se calmará mi enojo haya hecho
justicia. Les juro que así será.
¡Ay de ti, ciudad asesina! Yo mismo traeré la leña. Y tú,
Ezequiel, ¡atiza el fuego! Que se cueza bien la carne, hasta que el caldo se
consuma y los huesos se quemen por completo. Pon sobre el fuego la olla vacía
para que el cobre se caliente. Así se pondrá al rojo vivo, y el óxido se le
quitará. ¡Aunque es tanto el óxido que tiene que ni con fuego se le quitará!
Tú, Jerusalén, eres como una olla oxidada. Tienen tan pegado
tu pecado, que aunque quise limpiarte no quedaste limpia. Sólo quedarás limpia
después de que te haya castigado. De eso me encargaré yo mismo. No voy a
cambiar de parecer. Voy a castigarte sin piedad ni compasión, por todo lo que
has hecho. Te juro que lo haré; ya he dado mi palabra, y la cumpliré.
Dios también me dijo: Ezequiel, tú quieres mucho a tu
esposa, pero yo te la voy a quitar de repente. Y no quiero que llores, ni que
des muestras de dolor como hace todo el mundo cuando alguien muere. Vas a tener
que sufrir en silencio.
Por la mañana hablé con la gente, y por la tarde mi esposa
murió. Al día siguiente me comporté como Dios me ordenó que lo hiciera. La
gente me decía: Con esto que haces, tú nos quieres decir algo. ¿De qué se
trata? Y yo le contestaba: Se trata de un mensaje que Dios me dio. Me ordenó
decirles de su parte lo siguiente: Israelitas, ustedes se sienten muy
orgullosos de mi templo. Pero aunque lo quieren y lo admiran, yo voy a
destruirlo. Y voy a dejar que maten a los hijos y a las hijas de ustedes que se
quedaron en Jerusalén.
Cuando eso pase, ustedes no deberán llorar ni dar muestras
de dolor como lo hacen todo el mundo cuando alguien se muere. Al contrario,
harán lo mismo que Ezequiel. Y por causa de sus pecados, quedarán sin fuerzas y
apenas les quedarán fuerzas para llorar. Entonces reconocerán que yo soy el
Dios de Israel.
Ezequiel, yo les quitaré el templo del que están orgullosos,
y al que tanto quieren y admiran; y también les arrebataré a sus hijos y a sus
hijas. Cuando eso suceda, uno de los que queden con vida vendrá a darte la
noticia. Entonces tú romperás tu silencio y hablarás con quien te traiga la
noticia. Tú mismo serás la señal para el pueblo, y así reconocerán que yo soy
el Dios de Israel.
Así pues, es importante que el hombre sepa que cuando comete
pecado lo aleja de Dios, lo hace sentir como una olla oxidada que no se puede limpiar y entonces se percibe
como si estuviera sucio, pero Dios en su infinita misericordia envió a su único
Hijo Jesucristo a dar su vida en la cruz para salvar a la humanidad.
Y sabes, aquí te puedes dar cuenta que Dios no cambia de
parecer pues su Palabra es verdad y permanece para siempre; Dios quizá pueda
sentir tristeza por la actitud del hombre, egoísta, desobediente que cae una y otra vez en faltas; pero Dios sabe
lo que tiene que hacer para lograr su propósito.
Asimismo, es necesario que el hombre recuerde que cuando
Dios le pide que haga algo, Dios mismo le respalda, lo importante es que confíe
en el Señor, que deje atrás el miedo, la duda, la angustia pues su fuerza esta
puesta en Dios y El le sustentará porque el hombre se conduce dentro de sus
estatutos.
Con Alta Estima
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