Dios también me dijo: Ezequiel, dales a los gobernantes de
los israelitas el siguiente mensaje de mi parte: Ay de ustedes, malos
gobernantes! Ustedes debieran cuidar a los israelitas, como cuidan los pastores
a sus ovejas, ¡pero sólo se cuidan a sí mismos! En vez de cuidar a las ovejas,
se beben la leche, se hacen vestidos con la lana, y hasta matan a las ovejas
más gordas. No apoyan a las ovejas débiles ni curan a las ovejas enfermas, ni
les ponen vendas a las ovejas heridas. Tampoco van tras las ovejas que se
pierden ni tras las que se apartan del camino. Al contrario, las golpean y las
maltratan.
Mi pueblo es como un rebaño de ovejas. Andan por los cerros
como ovejas sin pastor. Corren grave peligro, pero a nadie le importa. ¡Escúchenme
ahora, gobernantes! ¡Préstenme atención! Ustedes debían cuidar de mi pueblo,
como los pastores cuidan de sus ovejas, ¡pero sólo se cuidan a sí mismos! Por
eso mi pueblo ha sufrido a manos de ladrones y de gente cruel. Les juro que así
es.
Por lo tanto, gobernantes de Israel, escuchen lo que voy a
decirles: Yo me declaro en contra de ustedes, y voy a pedirles cuentas por lo
que han hecho con mi pueblo. Van a dejar de gobernarlo, y no volverán a
aprovecharse de él. Le quitaré a mi pueblo, para que no lo sigan maltratando.
Yo mismo lo cuidaré. Les juro que así lo haré.
Así como un buen pastor va en busca de las ovejas perdidas,
también yo iré en busca de mi pueblo. Lo traeré de los lugares por donde se
perdió un día oscuro y lleno de nubes. Lo sacaré de los países donde ahora está
preso; lo reuniré y lo llevaré de vuelta a su tierra. Luego lo llevaré a las
montañas de Israel, y a los arroyos, y a todas las poblaciones del país, para
que se alimente con la mejor comida. Vivirá en las montañas más altas de
Israel. Yo mismo le daré de comer y lo haré descansar. Juro que así lo haré.
Yo cuidaré de mi pueblo como cuida un buen pastor a sus
ovejas. Mi pueblo anda perdido, pero yo lo haré volver. Anda herido, pero yo
vendaré sus heridas. Está débil, pero yo le daré fuerzas. Y aun cuando esté
gordo y fuerte, cuidaré de él. Y a ustedes, pueblo mío, quiero decirles que
seré justo, tanto con los débiles como con los fuertes. Algunos de ustedes son
como las ovejas, otros son como los carneros y otros son como los chivos.
Algunos de ustedes no se conforman con
comerse el mejor pasto, sino que pisotean el pasto que no se comieron. A otros
les gustaba beber el agua clara, pero con las patas revuelven toda el agua. Y
así, los más débiles tienen que comerse el pasto pisoteado y beberse el agua
revuelta.
Yo juzgaré a los fuertes y a los débiles. Les doy mi
palabra. Ustedes los fuertes empujan a los débiles, y los hacen a un lado;
además, los atacan y los hacen huir. Pero yo soy su juez, y voy a protegerlos.
No dejaré que vuelvan a aprovecharse de ellos, pues les enviaré de nuevo a
David, mi fiel servidor, para que los cuide. Yo soy el Dios de Israel, y David
será su gobernante. Les doy mi palabra.
Este es el pacto de paz que haré con ustedes. Alejaré a los pueblos violentos. Así podrán vivir
tranquilos en el desierto, y podrán dormir en los bosques. Yo los dejaré vivir
alrededor de mi monte, y les enviaré abundante lluvias en el momento oportuno.
Los árboles del campo darán sus frutos, la tierra dará su cosecha, y ustedes
vivirán tranquilos en su propia tierra. Y cuando yo los libre de quienes los
hicieron esclavos, reconocerán que soy el Dios de Israel.
Ninguna nación volverá a esclavizarlos ni los animales
salvajes volverán a devorarlos. Por el contrario, vivirán tranquilos y sin miedo de nada ni de nadie.
Yo haré que su tierra sea famosa por sus cosechas, y no volverán a sufrir
hambre ni tendrán que aguantar las burlas de las naciones. Entonces reconocerán
que estoy con ustedes, y que yo soy su Dios y ustedes son mi pueblo. Les juro
que así será, y les aseguro que seré como un pastor para ustedes, mis ovejas.
Aquí puedes darte cuenta que es esencial que el hombre
entienda que al creer en Dios forma parte de su pueblo y entonces El mostrará
su poder, lo liberará al hombre de su esclavitud del pecado y el hombre le reconocerá como su único Dios
verdadero.
No obstante, es importante que el ser humano se apegue a la
Palabra de Dios y obedezca sus enseñanzas que son el mejor alimento para su crecimiento espiritual y no camine en la oscuridad.
Ahora bien, es prioritario que el hombre se arrepienta y se
esfuerce en no caer en las tinieblas sino más bien se vuelva a Dios pues sólo
el Señor sana sus heridas, El renueva sus fuerzas, pues Dios es justo y El juzgará tanto a los fuertes como a los
débiles pero El cuida y protege a los
débiles, y con su pacto de paz, Dios hará
que puedan vivir tranquilos en su propia tierra.
Con Alta Estima,
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