Dios también me dijo: Ezequiel, hombre mortal, dile de mi
parte a Egipto: ¡El día de tu castigo ya está cerca! ¡Grita de dolor! ¡Ese día
será nublado! ¡Día terrible para todas las naciones! Habrá guerra contra
Egipto, y hasta Etiopía temblará de miedo. Muchos egipcios perderán la vida, y
perderán también sus riquezas; ¡Sus ciudades serán destruidas! En esa guerra
morirán los países vecinos de Egipto: Libia, Lidia y Etiopía, Arabia y los
países aliados.
Por eso yo, el Dios de Israel, afirmo: Los que se unan a
Egipto morirán en la batalla. Presumían de ser poderosos, pero serán humillados.
Desde Migdol hasta Asuán, sus cadáveres quedarán tirados por todo el territorio
egipcio. Les juro que cumpliré mi palabra. No habrá en ninguna parte ciudades
más destruidas que las ciudades egipcias. Yo le prenderé fuego a Egipto, y
acabaré con todos los pueblos que le prestaron ayuda. De ese modo
reconocerán que yo soy el Dios de
Israel. Etiopía está muy confiada, pero yo enviaré mensajeros por mar para que
la espanten cuando yo castigue a Egipto. ¡Ese día ya está cerca!
Por medio de Nabucodonosor, rey de Babilonia, acabaré con
las riquezas de Egipto. No hay en el mundo soldados más violentos que los de
Nabucodonosor. Cuando ellos destruyan a Egipto, dejarán el país lleno de
muertos. Dejaré sin agua al río Nilo, y a Egipto entero lo pondré bajo el poder
de gente malvada que lo llevará a la ruina. Les juro que cumpliré mi palabra.
En Menfis destruiré a los dioses falsos, ¡esos ídolos
malolientes! Egipto se quedará sin rey, y todos los que allí viven se llenarán
de miedo. Destruiré la ciudad de Patros; a Soan le prenderé fuego, y a Tebas le
daré su merecido. Sobre la ciudad de Sin descargaré mi enojo, y nunca más
volverá a ser la fortaleza de Egipto. Acabaré con las riquezas de Tebas, y
dejaré que en sus murallas se abran grandes huecos.
A todo Egipto le prenderé fuego, y todos en el puerto de Sin
se retorcerán de dolor. Menfis, On y
Bubastis serán conquistadas en pleno día. Los jóvenes morirán en la batalla, y
las mujeres serán hechas prisioneras. Les juro que cumpliré mi palabra. Egipto
es un país poderoso, y eso lo llena de orgullo; pero, cuando yo lo destruya,
todo el país quedará a oscuras; se nublará la ciudad de Tafnes, y sus mujeres
serán capturadas. Cuando yo le dé a Egipto el castigo que se merece, reconocerán que yo soy Dios
Así pues, lo esencial es que el hombre confíe en Dios y esté apegado a
su Palabra, que ponga su vida y todo lo que haga en las manos de Dios, pues a Dios le agrada
que el hombre sea obediente a sus mandatos, que cuide sus pensamientos y limpie
su corazón, que posea una actitud humilde en todo momento y que reconozca a
Dios como el Dios todopoderoso quien cumple su Palabra.
Con Alta Estima,
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