Así pues es necesario que el hombre esté preparado pues no
sabe el mañana y algún día tendrá que dar cuentas a Dios, por lo que es
conveniente que el hombre piense bien antes de hacer algo, que sea generoso
dentro de sus posibilidades ayudando a otros y, claro está el ser humano debe aprovechar toda oportunidad
para hacer lo bueno, llevar una vida equilibrada a pesar de los vaivenes de la
vida, pues a veces el ser humano no se valora a sí mismo, que con su esfuerzo
en el trabajo llegue a ser útil, que con voluntad y paciencia puede comenzar de
nuevo después de altibajos pero sin olvidar que vendrán años de vejez y
posteriormente, la muerte y tendrá que rendir cuentas al Creador por todas sus
acciones.
Dale de comer al
hambriento, y un día serás recompensado. Comparte lo que tienes con siete y
hasta ocho amigos, pues no sabes si mañana el país estará en problemas. Cuando
las nubes se ponen negras, de seguro va a llover. Cuando el árbol cae, no
importa de qué lado caiga; donde cae, allí se queda. Si quieres sembrar, no te
quedes mirando al viento; si quieres cosechar, no te quedes mirando al cielo.
Nadie sabe qué rumbo toma el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de
la madre, ni cómo hizo Dios todas las cosas. Hay que sembrar en la mañana, y
volver a sembrar en la tarde. Nunca se sabe cuál de las dos siembras será
mejor, o si las dos serán abundantes.
¡Qué bueno es disfrutar de la luz del sol! Pero aunque
vivamos muchos años, y todo este tiempo lo vivamos felices, no debemos olvidar
que nos esperan muchos días de oscuridad, y que del mañana no esperamos nada. Alégrate
ahora que eres joven. Déjate llevar por lo que tus ojos ven y por lo que tu
corazón desea, pero no olvides que un día Dios te llamará a cuentas por todo lo
que hagas. Deja de preocuparte, pero apártate de la maldad. Ten presente que ni
los mejores días de tu juventud tienen sentido alguno.
Acuérdate de tu creador ahora que eres joven. Acuérdate de
tu creador antes que vengan los días malos. Llegará el día en que digas: No da
gusto vivir tantos años. Acuérdate de tu creador antes que dejen de brillar el
sol, la luna y las estrellas. Acuérdate de tu creador ahora que después de la
lluvia las nubes siguen cargadas. Llegará el día en que tiemblen los guardianes
del palacio; llegará el día en que se doblen los héroes de mil batallas.
Cuando llegue ese día, habrá tan pocas molineras que dejarán
de moler; las que espían por las ventanas dejarán de asomarse a la calle; las
puertas de la casa se cerrarán por completo; el ruido del molino parecerá
perder fuerza, y el canto de los pájaros dejará de escucharse. Cuando llegue
ese día, te darán miedo las alturas y los peligros del camino. Tu almendro
echará flores blancas, el saltamontes y la alcaparra te resultarán una carga, y
no te servirán de nada. Cuando llegue ese día, irás camino al lugar de donde ya
no volverás, y en la calle te rodearán los que lamenten tu muerte.
Acuérdate de tu creador antes que se hagan pedazos el cordón
de plata y la vasija de oro; antes que el cántaro se estrelle contra la fuente
y la polea del pozo se parta en mil pedazos. Cuando llegue ese día, volverás a
ser polvo, porque polvo fuiste, y el espíritu volverá a Dios, pues él fue quien
lo dio.
Yo, el predicador, declaro: ¡En esta vida nada tiene
sentido! ¡Todo es una ilusión!.
Entre otras cosas, el Predicador se dedicó a enseñar a otros
todo lo que sabía. Todo lo estudiaba con cuidado y lo investigaba a fondo.
Además, hizo una gran colección de proverbios. Siempre procuró expresar sus
ideas de la mejor manera posible, y escribirlas con palabras claras y
verdaderas.
Cuando los sabios hablan, sus palabras son como la vara que
guía al buey. Sus colecciones de proverbios vienen de Dios, y son como las estacas
que sostienen la tienda de campaña. Pero yo les recomiendo a los jóvenes tener
presente esto: ponerse a escribir muchos libros es cuento de nunca acabar, y
ponerte a leerlos es un trabajo muy agotador. Puedo terminar este libro
diciendo que ya todo está dicho. Todo lo que debemos hacer es alabar a Dios y
obedecerlo. Un día Dios nos llamará a cuentas por todo lo que hayamos hecho,
tanto lo bueno como lo malo, aunque creamos que nadie nos vio hacerlo.
No obstante, lo esencial es que el ser humano sea temeroso
de Dios, siendo necesario que el hombre cuando es joven conozca a Dios, que
desarrolle una conciencia interior, que piense en Dios, que guarde su mente, seleccionando
lo que lee para que su espíritu siempre esté fortalecido y su mente y su
corazón sean guardados de tanta falacia.
Con Alta Estima,
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