lunes, 9 de diciembre de 2013

Acuérdate de tu Creador…


Así pues es necesario que el hombre esté preparado pues no sabe el mañana y algún día tendrá que dar cuentas a Dios, por lo que es conveniente que el hombre piense bien antes de hacer algo, que sea generoso dentro de sus posibilidades ayudando a otros y, claro está  el ser humano debe aprovechar toda oportunidad para hacer lo bueno, llevar una vida equilibrada a pesar de los vaivenes de la vida, pues a veces el ser humano no se valora a sí mismo, que con su esfuerzo en el trabajo llegue a ser útil, que con voluntad y paciencia puede comenzar de nuevo después de altibajos pero sin olvidar que vendrán años de vejez y posteriormente, la muerte y tendrá que rendir cuentas al Creador por todas sus acciones.

Dale de comer al hambriento, y un día serás recompensado. Comparte lo que tienes con siete y hasta ocho amigos, pues no sabes si mañana el país estará en problemas. Cuando las nubes se ponen negras, de seguro va a llover. Cuando el árbol cae, no importa de qué lado caiga; donde cae, allí se queda. Si quieres sembrar, no te quedes mirando al viento; si quieres cosechar, no te quedes mirando al cielo. Nadie sabe qué rumbo toma el viento, ni cómo se forma el niño en el vientre de la madre, ni cómo hizo Dios todas las cosas. Hay que sembrar en la mañana, y volver a sembrar en la tarde. Nunca se sabe cuál de las dos siembras será mejor, o si las dos serán abundantes.

¡Qué bueno es disfrutar de la luz del sol! Pero aunque vivamos muchos años, y todo este tiempo lo vivamos felices, no debemos olvidar que nos esperan muchos días de oscuridad, y que del mañana no esperamos nada. Alégrate ahora que eres joven. Déjate llevar por lo que tus ojos ven y por lo que tu corazón desea, pero no olvides que un día Dios te llamará a cuentas por todo lo que hagas. Deja de preocuparte, pero apártate de la maldad. Ten presente que ni los mejores días de tu juventud tienen sentido alguno.

Acuérdate de tu creador ahora que eres joven. Acuérdate de tu creador antes que vengan los días malos. Llegará el día en que digas: No da gusto vivir tantos años. Acuérdate de tu creador antes que dejen de brillar el sol, la luna y las estrellas. Acuérdate de tu creador ahora que después de la lluvia las nubes siguen cargadas. Llegará el día en que tiemblen los guardianes del palacio; llegará el día en que se doblen los héroes de mil batallas.

Cuando llegue ese día, habrá tan pocas molineras que dejarán de moler; las que espían por las ventanas dejarán de asomarse a la calle; las puertas de la casa se cerrarán por completo; el ruido del molino parecerá perder fuerza, y el canto de los pájaros dejará de escucharse. Cuando llegue ese día, te darán miedo las alturas y los peligros del camino. Tu almendro echará flores blancas, el saltamontes y la alcaparra te resultarán una carga, y no te servirán de nada. Cuando llegue ese día, irás camino al lugar de donde ya no volverás, y en la calle te rodearán los que lamenten tu muerte.

Acuérdate de tu creador antes que se hagan pedazos el cordón de plata y la vasija de oro; antes que el cántaro se estrelle contra la fuente y la polea del pozo se parta en mil pedazos. Cuando llegue ese día, volverás a ser polvo, porque polvo fuiste, y el espíritu volverá a Dios, pues él fue quien lo dio.
Yo, el predicador, declaro: ¡En esta vida nada tiene sentido! ¡Todo es una ilusión!.

Entre otras cosas, el Predicador se dedicó a enseñar a otros todo lo que sabía. Todo lo estudiaba con cuidado y lo investigaba a fondo. Además, hizo una gran colección de proverbios. Siempre procuró expresar sus ideas de la mejor manera posible, y escribirlas con palabras claras y verdaderas.

Cuando los sabios hablan, sus palabras son como la vara que guía al buey. Sus colecciones de proverbios vienen de Dios, y son como las estacas que sostienen la tienda de campaña. Pero yo les recomiendo a los jóvenes tener presente esto: ponerse a escribir muchos libros es cuento de nunca acabar, y ponerte a leerlos es un trabajo muy agotador. Puedo terminar este libro diciendo que ya todo está dicho. Todo lo que debemos hacer es alabar a Dios y obedecerlo. Un día Dios nos llamará a cuentas por todo lo que hayamos hecho, tanto lo bueno como lo malo, aunque creamos que nadie nos vio hacerlo.

No obstante, lo esencial es que el ser humano sea temeroso de Dios, siendo necesario que el hombre cuando es joven conozca a Dios, que desarrolle una conciencia interior, que piense en Dios, que guarde su mente, seleccionando lo que lee para que su espíritu siempre esté fortalecido y su mente y su corazón sean guardados de tanta falacia.


Con Alta Estima,

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