martes, 31 de diciembre de 2013

No habrá nadie que haga daño…


 Si de un tronco viejo sale un retoño, también de la familia de David saldrá un nuevo rey. El espíritu de Dios estará sobre él y le dará sabiduría, inteligencia y prudencia. Será un rey poderoso, y conocerá y obedecerá a Dios. No juzgará por las apariencias, ni se guiará por los rumores, pues su alegría será obedecer a Dios. Defenderá a los pobres y hará justicia a los indefensos. Castigará a los violentos, y hará morir a los malvados. Su palabra se convertirá en ley. Siempre hará triunfar la justicia y la verdad.

Cuando llegue ese día, el lobo y el cordero se llevarán bien, el tigre y el cabrito descansarán juntos, el ternero y el león crecerán uno junto al otro y se dejarán guiar por un niño pequeño. La vaca y la osa serán amigas, sus crías descansarán juntas, y el león y el buey comerán pasto juntos. El niño jugará con la serpiente y meterá la mano en su nido. En la Jerusalén de aquel día no habrá nadie que haga daño, porque todos conocerán a Dios, y ese conocimiento llenará todo el país, así como el agua llena el mar.

Cuando llegue ese día, subirá al trono un descendiente de David, y juntará a todas las naciones. Su país alcanzará la fama y el poder. Entonces, Dios hará que vuelva todo su pueblo dispersado en los países de: Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar, Hamat, y las islas del mar. Reunirá a las naciones y a los refugiados de Israel y de Judá, que fueron esparcidos por todo el mundo. Ya no habrá celos entre Israel y Judá, ni tampoco serán enemigos. Juntos atacarán a los filisteos que viven en la costa del Mediterráneo. Juntos atacarán a los edomitas, moabitas y amonitas, que viven al otro lado del río Jordán.

Dios secará el Mar de los Juncos. Enviará un viento caluroso sobre el río Eufrates, y lo dividirá en siete arroyos para lo puedan cruzar a pie. Así como hubo un camino para Israel cuando salió de Egipto, habrá un camino de regreso para los que hayan quedado en Asiria.

Sabes el hombre que teme a Dios habrá hallado la sabiduría y por ende el ser humano actuará con justicia y amor en la tierra pues se llenará del conocimiento de Dios y entonces el hombre menguará la envidia ya que reflexionará sobre sus deseos más profundos, lo más obscuro de sus sentimientos, pero aquel hombre que obedezca a Dios será parte del remanente fiel que encontrará el camino pues ha buscado a Dios. 



Con Alta Estima

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