miércoles, 25 de diciembre de 2013

Toda la tierra está llena de su poder…


Yo, Isaías, vi a Dios sentado en un trono muy alto, y el templo quedó cubierto bajo su capa. Esto me sucedió en el año en que murió el rey Ozías. Vi además a unos serafines que volaban por encima de Dios. Cada uno tenía seis alas; con dos alas volaban, con otras dos se cubrían la cara, y con las otras dos se cubrían a la cintura para abajo. Con fuerte voz se decían el uno al otro: Santo, santo, santo es el Dios único de Israel, el Dios del universo; ¡toda la tierra está llena de su poder! Mientras ellos alababan a Dios, temblaban las puertas del templo, y este se llenó de humo.

Entonces exclamé: ¡Ahora sí voy a morir! Porque yo, que soy un hombre pecador y vivo en medio de un pueblo pecador, he visto al rey del universo, al Dios todopoderoso. En ese momento, uno de los serafines voló hacía mí. Traía en su mano unas tenazas, y en ellas llevaba una brasa que había tomado del fuego del altar. Con esa brasa me tocó los labios, y me dijo: Esta brasa ha tocado tus labios. Con ella, Dios ha quitado tu maldad y ha perdonado tus pecados. Enseguida oí la voz de Dios que decía: ¿A quién voy a enviar? ¿Quién será mi mensajero? Yo respondí: Envíame a mí, yo seré tu mensajero. Entonces Dios me dijo: Ve y dile a este pueblo: Por más que oigan, no van a entender; por más que miren, no van a comprender”.

Confunde la mente de este pueblo; que no pueda ver ni oír ni tampoco entender. Así no podrá arrepentirse, y yo no lo perdonaré. Entonces le pregunté: Dios mío, ¿por cuánto tiempo tendré que predicar? Dios me respondió: Hasta que todas las ciudades sean destruidas y se queden sin habitantes; hasta que en las casas no haya más gente y los campo queden desiertos; hasta que yo mande al pueblo fuera de su tierra, y el país quede abandonado.

Y si de cien personas quedan sólo diez, hasta esas diez serán destruidas. Quedarán como el tronco de un árbol, que recién ha sido cortado. Pero unos pocos israelitas quedarán con vida, y de ellos saldrá un pueblo obediente y fiel.

Sabes, el ser humano celebra a Dios Salvador pues El redimió a la humanidad al enviar a su único hijo Jesús y dar su vida para salvar a su pueblo, por lo que el hombre debe proclamar a otros lo que Dios hizo , la grandeza de su poder, y, lo más importante el hombre debe dar testimonio de su fe en todo lo que haga, siendo esencial  que el hombre busque la paz y libertad que sólo  da Dios.


Con Alta Estima,

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