viernes, 20 de diciembre de 2013

Dejen de confiar en su propio poder…


Este es el mensaje que Dios le dio a Isaías hijo de Amós, para el reino de Judá y la ciudad de Jerusalén.

En el futuro, el monte donde se encuentra el templo de nuestro Dios será el monte más importante. Allí vendrán muchos pueblos y gente de muchas naciones, y unos a otros se dirán: Subamos al monte de Sión, al templo del Dios de Israel, para que él mismo nos enseñe y obedezcamos sus mandamientos. Dios mismo será nuestro maestro desde el monte de Sión ¡desde la ciudad de Jerusalén! Dios mismo dictará sentencia contra naciones y pueblos lejanos, y ellos convertirán sus espadas en herramientas de trabajo. Nunca más nación alguna volverá a pelear contra otra, ni se entrenará para la guerra.

¡Vamos, pueblo de Israel, deja que Dios sea tu guía!

Isaías dijo: ¡Dios mío tú has abandonado a tu pueblo Israel! El país está lleno de adivinos, que ha venido de Asiria y de Babilonia.
Israel practica la brujería, igual que sus vecinos, los filisteos.  Israel hace negocios sucios con gente extranjera. Por eso se ha llenado de oro y plata, son muchos sus tesoros.
Israel se ha convertido en gran potencia militar, pues tiene muchos caballos y numerosos carros de guerra.
¡Israel está lleno de ídolos!
Todos adoran a dioses fabricados con sus propias manos. Esto es una vergüenza y una terrible desgracia; ¡no los perdones, Dios mío!

Israelitas, escóndanse entre las rocas, escóndanse en las cuevas, para que puedan escapar del poderoso y temible Dios. Los orgullosos bajarán la vista y agacharán la cabeza. Sólo el Dios todopoderoso será adorado, pues ya está cerca el día en que humillará a esos orgullosos. Cuando llegue ese día, Dios actuará contra aquellos que se creen muy importantes; se creen más grandes y altos que los cedros del monte Líbano y que los robles del valle de Basán. Dios actuará contra aquellos que se creen muy importantes; se creen más grandes y altos que las montañas y los cerros, más altos que las torres y más fuertes que las murallas. Se creen más ricos que un barco cargado de muchos tesoros.

Cuando llegue ese día serán humillados por completo los creídos y orgullosos. Cuando llegue ese día, Dios acabará con todos los ídolos, y solamente él será adorado. Cuando Dios decida castigarlos escóndanse entre las rocas, escóndanse en las cuevas, para que puedan escapar de Dios y de su terrible poder. Cuando llegue ese día, la gente tomará sus falsos dioses, esos ídolos de oro y plata que fabricaron con sus propias manos, y los arrrojarán a las ratas y a los murciélagos. Por eso, ¡dejen de confiar en su propio poder, porque tarde o temprano todos van a morir!

Sabes, el ser humano debe de aprender  los caminos del Señor, confiando en El pues es el único Dios verdadero,  y  así el hombre mostrará una actitud humilde y un corazón agradecido.  


Con Alta Estima,

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