Resín, rey de Siria y Pécah, rey de Israel, se unieron
para atacar a Ahaz, rey de Judá, que se encontraba en la ciudad de Jerusalén.
Trataron de conquistar la ciudad, pero no lo consiguieron. En esta ocasión, el
rey Ahaz y su familia se enteraron de que los sirios se habían aliado con los
israelitas del norte. Al oír esto, el rey y el pueblo se pusieron a temblar de
miedo, como tiemblan las hojas de los árboles cuando sopla el viento.
Entonces Dios le dijo a Isaías: Toma a tu hijo Sear-iasub
y preséntate ante el rey Ahaz. Lo encontrarás cerca del canal que trae el agua
del estanque superior. Ese canal está en el camino que va al Campo del
Tintorero. Allí le dirás al rey lo siguiente: Ten cuidado, pero no te asustes,
el rey Resín y el rey Pécah están furiosos, pero no les tengas miedo, pues no
son más que un fuego que sólo echa humo y pronto se apaga. Ellos piensan
hacerte daño; quieren invadir el territorio de Judá, conquistarlo y llenar de
miedo a su gente.
Piensan poner como rey al hijo de Tabeel. Pero Dios ha
dicho: ¡Eso no sucederá jamás! Damasco es tan sólo la capital de Siria y Resín
no es más que su rey; Samaria es tan sólo la capital de Israel y Pécah no es
más que su rey; Samaria es tan sólo la capital de Israel y Pécah no es más que
su rey. Dentro de sesenta y cinco años Israel dejará de ser una nación. Pero si
tú y tus oficiales no confían en mí, que soy el Dios de Israel, serán
derrotados por completo.
Dios también dijo a Ahaz: Pídeme que haga un milagro que
te sirva de señal. Puede ser algo que suceda en lo más profundo de la tierra, o
en lo más alto de los cielos. Pero Ahaz le respondió: No pretendo poner a
prueba a Dios pidiéndole una señal. Entonces Isaías dijo: Escuchen ustedes, los
de la familia del rey de Judá: ¿No les basta con fastidiar a los hombres que
también quieren molestar a Dios? Dios mismo les va a dar una señal: La joven
está embarazada y pronto tendrá un hijo, al que pondrá por nombre Emanuel, es
decir, Dios con nosotros. En sus primeros años de vida, el niño sólo comerá
yogur y miel. Pero antes de que el niño sepa distinguir entre lo bueno y lo
malo, serán destruidos los países de Resín y Pécah, a los que tú, Ahaz, tanto
miedo les tienes.
Isaías continuó diciendo: Dios mandará contra Judá al rey
de Asiria. El atacará a la familia del rey y a todo su pueblo. Sucederán cosas
muy terribles, cosas que no se habían visto desde que el reino de Israel se
separó del reino de Judá. Cuando llegue ese día, Dios llamara a los ejércitos
egipcios, quienes vendrán como moscas; y a los ejércitos asirios, quienes
vendrán como ovejas. Todos ellos vendrán a ocupar las cuevas y los valles, los
matorrales llenos de espinas y los sitios donde toma agua el ganado. Cuando
llegue ese día, el rey de Asiria castigará a Judá y la humillará por completo.
Cuando llegue ese día, quedarán con vida sólo unos pocos.
Una vaca y dos ovejas bastarán para alimentarlos. Tendrán suficiente yogur y
miel. Los viñedos que antes tenían mil plantas y valían mil monedas de plata se
convertirán en matorrales llenos de espinos. Sólo se podrá entrar allí con arcos
y flechas para cazar. Antes, se cultivaba el suelo de las colinas con un
azadón. Pero cuando llegue ese día, habrá tantos matorrales y espinos que les
dará miedo meterse en ellos. Sólo servirán para que pasten allí los bueyes y
las ovejas.
Sabes, es necesario que el ser humano confíe en Dios en
toda circunstancia, que esté apegado a la Palabra de Dios y obedezca sus
mandamientos, de manera que el hombre le demuestre su amor con su obediencia y
creyendo en sus promesas pues sólo El da seguridad.
No obstante, una señal que da Dios es el nacimiento del
futuro rey, a quien llamará “Emanuel” que significa Dios con nosotros. Como
puedes darte cuenta, es prioritario que el hombre deje a un lado su
incredulidad y que su fe crezca ya que sólo Dios asegura un futuro de paz y justicia.
Con Alta Estima,
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