Jerusalén se derrumba, el reino de Judá está en ruinas,
porque allí todos ofenden a Dios. Todos ellos son culpables; ¡en la cara se les
ve! Nadie esconde sus pecados; ni siquiera los disimulan. Se están portando
igual que los habitantes de Sodoma. Nada bueno les espera; se están ganando su
propio castigo. ¡Qué mal le irá al malvado! ¡Dios lo castigará por todo lo que
ha hecho! En cambio, Dios bendecirá al obediente, y lo recompensará por su
buena conducta.
Los gobernantes engañan a mi pueblo, y lo llevan por mal
camino; hasta las mujeres y los niños
gobiernan y abusan de la gente. Dios está por juzgar a su pueblo. Lo llamará a
juicio y les dirá a sus líderes y jefes:
Ustedes han destruido a mi pueblo querido. Han robado a los pobres y han guardado
en sus casas todo lo que se robaron. ¡Con qué derecho abusan de mi pueblo y
maltratan a los pobres? Yo, el Dios todopoderoso, les juro que así es.
Dios les dijo a las mujeres de Jerusalén: Mujeres de
Jerusalén, ustedes son tan orgullosas que andan con la cabeza levantada, miran
a todos con desprecio, se menean al caminar y llaman la atención haciendo sonar
los adornos que llevan en los tobillos. Pero yo las dejaré desnudas, con las
cabezas peladas y llenas de llagas.
Mujeres de Jerusalén, llegará el día en que haré
desaparecer todos los adornos que ustedes usan en las manos y en los pies, en
la cara y en el cuello, en el pelo y en las orejas, en los dedos y en la
cintura. También les quitaré sus perfumes y sus espejos, sus manos y sus bolsos
son sandalias y sus finos vestidos.
Mujeres de Jerusalén, hoy andan perfumadas, mañana olerán
mal: hoy usan cinturón, mañana usarán una soga; hoy se visten con ropa fina,
mañana vestirán trapos viejos, hoy se ven muy hermosa, mañana estarán llenas de
cicatrices; hoy se peinan con elegancia, mañana no tendrán nada que peinarse.
Dios también dijo: Los guerreros de Jerusalén morirán en
el campo de batalla. La gente llorará y se pondrá de luto, y la ciudad quedará
abandonada.
Sabes, es urgente e importante que el ser humano obedezca
los mandamientos y se apegue a la Palabra de Dios y así evite ofenderlo con sus
malas actitudes, que siga el camino correcto para que siempre le vaya bien pues
Dios bendice al que le obedece y lo hará prosperar por su buena conducta. Y, es
esencial que el hombre recuerde, ser humilde, no orgulloso ni vanidoso y mucho
menos despreciativo ante los demás pues
no conoce que pasará en el futuro.
Con Alta Estima,
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