La tierra de Zabulón y Neftalí es una región de Galilea,
cerca de donde habitan pueblos que no adoran a nuestro Dios. Esa región se
extiende desde el otro lado del río Jordán hasta la orilla del mar. Hace mucho
tiempo, Dios humilló a esa región de Galilea, pero después le concedió un gran
honor, el cual Isaías anunció así:
Aunque tu gente viva en la oscuridad, verá una gran luz.
Una luz alumbrará a los que vivan en las tinieblas. ¡Dios nuestro, tú nos has
llenado de alegría! Todos nos alegramos en tu presencia, como cuando llega la
cosecha, como cuando la gente se reparte muchas riquezas. Tú nos has
liberado de los que nos esclavizaron. Tu
victoria sobre ellos fue tan grande como tu victoria sobre el pueblo de Madián.
Tú echarás al fuego las botas de los soldados y sus ropas manchadas de sangre.
Nos ha nacido un niño, Dios nos ha dado un hijo: a ese
niño se le ha dado el poder de gobernar; y se le darán estos nombres: Consejero
admirable, Dios invencible, Padre eterno, Príncipe de Paz. El se sentará en el
trono de David, y reinará sobre todo el mundo y por siempre habrá paz. Su reino
será invencible, y para siempre reinarán la justicia y el derecho. Esto lo hará
el Dios todopoderoso por el gran amor que nos tiene.
Isaías le dijo al pueblo de Israel: Dios le ha advertido
a Israel que lo va a castigar. Y todo el pueblo, incluyendo a los habitantes de
Samaria, ha recibido esta advertencia. Pero todos dicen con mucho orgullo: No
importa que hayan tirado los edificios de ladrillo; nosotros construiremos
otros, y los haremos de piedra. Han derribado los árboles de sicómoro, pero
nosotros plantaremos cedros. Dios ordenó que los atacaran unos enemigos
terribles. Por el este, los atacaron los sirios; por el oeste, los filisteos.
De un solo bocado se tragaron a Israel. A pesar de todo esto, el enojo de Dios
no se ha calmado; nos sigue amenazando todavía.
El Dios todopoderoso castigó a su pueblo, pero este no se
arrepintió, ni buscó su ayuda. Entonces Dios, en un solo día, eliminó a los
líderes y jefes de Israel, y a sus profetas mentirosos. Los jefes engañaron a
este pueblo, y confundieron a toda su gente. Por eso Dios perdonó a sus
jóvenes, ni se compadeció de sus huérfanos ni de sus viudas. Porque todo el
pueblo fue muy malo y sólo decía tonterías. A pesar de todo esto, el enojo de
Dios no se ha calmado; nos sigue amenazando todavía. La maldad es como el
fuego, que todo lo devora; no deja espinos ni matorrales, ni árboles en el
bosque y el humo sube en grandes columnas.
Dios es el rey del Universo, y cuando se enoja todo el
país queda destruido. Nadie se compadece de su hermano; se destruyen unos a
otros, y aun así no quedan satisfechos. Las tribuis de Efraín y Manasés se
pelean entre ellos, y luego los dos juntos atacan a Judá. A pesar de todo esto,
el enojo de Dios no se ha calmado; nos sigue amenazando todavía.
Como puedes darte cuenta es urgente que el ser humano
crea en Dios y lo acepte en su vida de manera que al estar en comunión con El
le dará sabiduría y discernimiento para hacer lo correcto, que evite hablar
tonterías pues esto provoca la ira del Dios todopoderoso. Por eso es importante
que el ser humano busque la presencia de Dios en su vida para que sea llena de
alegría y de gozo, pues sólo Dios puede
liberar al hombre de la esclavitud del pecado, El da la victoria por su gran
amor a la humanidad.
Con Alta Estima,
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