martes, 24 de diciembre de 2013

Esperaba que hicieran lo bueno...



Dios dijo: Esta canción habla de una viña, y quiero dedicársela a mi pueblo. Mi amigo plantó una viña en un terreno muy fértil. Removió la tierra, le quitó las piedras y plantó semillas de la mejor calidad. Puso una torre en medio del terreno y construyó un lugar para hacer el vino. Mi amigo esperaba uvas dulces, pero sólo cosechó uvas agrias. Ahora, díganme ustedes, habitantes de Jerusalén y de Judá, digan quién tiene la culpa, si ustedes o yo. ¿Qué no hice por ustedes? Lo que tenía que hacer, lo hice. Yo esperaba que hicieran lo bueno, pero sólo hicieron lo malo.

Pues bien, ustedes son mi viña y ahora les diré lo que pienso hacer: dejaré de protegerlos para que los destruyan, derribaré sus muros para que los pisoteen. Los dejaré abandonados, y pasarán hambre y sed, y no los bendeciré. Mi viña, mi plantación más querida, son ustedes, pueblo de Israel; son ustedes, pueblo de Judá. Yo, El Dios todopoderoso, esperaba de ustedes obediencia, pero sólo encuentre desobediencia; esperaba justicia, pero sólo encuentro injusticia.

El profeta Isaías anunció seis amenazas contra Judá: ¡Qué mal les va a ir a ustedes! Compran casas y más casas, campos y más campos y no dejan lugar para nadie más. Se creen los únicos dueños del país. El Dios todopoderoso me ha prometido: Todas esas casas grandes y hermosas, serán destruidas y nadie podrá habitarlas. Tres hectáreas plantadas de uvas no darán más que un barril de vino; diez bolsas de semilla sólo producirán una bolsa de trigo.

¡Qué mal les va a ir a ustedes! Muy temprano empiezan a emborracharse, y todavía de noche siguen tomando. En sus fiestas se oye música de arpas, tambores y flautas, y abunda el vino. Ustedes nunca se fijan ni toman en cuenta todo lo que Dios ha hecho. Por eso, el pueblo y sus jefes serán llevados a un país extraño, y allí morirán de hambre y de sed. Les aseguro que las tumbas se abrirán para tragarse al pueblo y a sus jefes, porque se divierten haciendo el mal. El pueblo quedará humillado, y sus jefes agacharán la cabeza. Las ciudades serán destruidas, y ovejas y cabras comerán pasto entre sus ruinas. Así el Dios todopoderoso mostrará su grandeza y santidad cuando haga justicia.

¡Qué mal les va a ir a ustedes¡ El pecado los tiene atrapados! Para colmo, ustedes se animan a decir: Que Dios nos demuestre que cumplirá todo lo que ha prometido; que el Dios único y todopoderoso se apresure a cumplir su planes, para que podamos conocerlos.

¡Qué mal les va a ir a ustedes! Dicen que lo malo es bueno, y que las tinieblas son luz. También dicen que lo amargo es dulce.
¡Qué mal les va a ir a ustedes! ¡Se creen muy sabios y muy inteligentes!
¡Qué mal les va a ir a ustedes! ¡Para beber vino y mezclar licores son unos campeones! ¡Pero en realidad, son todos unos corruptos! Por dinero dejan en libertad al culpable, y no respetan los derechos del inocente. Rechazan la enseñanza del Dios santo de Israel; desprecian los mandamientos del Dios único y perfecto.
Por eso, así como el fuego quema la paja así también desparecerán ustedes: serán como plantas que se pudren de raíz y sus flores se convierten en polvo.

Por eso Dios se enojó con ustedes, que son su pueblo, y levantó su mano poderosa para castigarlos. Temblaron las montañas, y los cadáveres quedaron tirados como basura en las calles. Pero Dios sigue muy enojado, su mano está lista para seguir con el castigo.

Dios llama a una nación lejana para atacar a su pueblo. Los soldados de esa nación atienden pronto a su llamado. Son fuertes y no se cansan; están siempre alertas y listos para la guerra. Ya han preparado sus arcos, y han afilado sus flechas. Los cascos de sus caballos son duros como las piedras; las ruedas de sus carros avanzan con rapidez. Los soldados lanzan gritos de guerra; parecen leones feroces que arrastran la presa y se la llevan; ¡nadie se las puede quitar! En el momento indicado, esa nación atacará a Israel con la fuerza de un mar tormentoso. Entonces la tierra quedará envuelta en tinieblas, y la luz del día se perderá entre oscuros nubarrones. ¡Israel quedará muy angustiada!

Sabes, Dios espera que el hombre sea obediente, que de testimonio de su fe, que sea edificado a través de su Palabra  y muestre en todo momento una actitud de amor y justicia ante los demás, pues es lo  menos que el ser humano puede ofrecer a Dios en agradecimiento de sus bendiciones.


Con Alta Estima 

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