Acerca de la nación de Amón, Dios dijo: El territorio de Gad era de
los israelitas, pero me desobedecieron, y por eso ahora los amonitas, que
adoran al dios Milcom, se han apropiado del país. Ya se acerca el día en que
haré que se escuchen gritos de guerra en la ciudad de Rabá, que está en el
territorio de Amón. Tanto Rabá como las ciudades vecinas arderán en llamas y
quedarán en ruinas, y entonces Israel echará de allí a todos los que le robaron
su tierra.
¡Lloren ustedes, los que viven en Hesbón, porque su ciudad quedará en
ruinas! ¡Griten ustedes, las que viven en Rabá! ¡Vístanse de luto y hagan
lamentos! Corran de un lado para otro, dentro de los muros de la ciudad, porque
su dios Molcom y sus sacerdotes serán llevados a otro país, junto con sus oficiales.
Ustedes los amonitas se sienten
orgullosos de tener un país con valles fértiles; confían mucho en sus riquezas
y creen que nadie los atacará. Pero yo soy el Dios de Israel; soy el Dios
todopoderoso, y haré que las naciones vecinas los asusten y persigan por todas
partes. Todos ustedes serán expulsados de aquí, y nadie podrá reunir a los que
huyan. Pero después de todo esto, yo haré que ustedes, los amonitas, vuelvan
del país adonde hayan sido llevados.
Acerca de la nación de Edom, el Dios todopoderoso dijo: ¡Ya no hay
sabios en Temán! Ya no queda ni uno solo. Se ha acabado la sabiduría, no hay
nadie que dé consejos. Ustedes, los que viven en Dedán, ¡Den media vuelta y
huyan de aquí! ¡Métanse en las cuevas más profundas! Voy a enviar una terrible
desgracia contra los habitantes de Edom, pero ya es hora de que los castigue.
Los que cosechan uvas siempre dejan algo para los pobres. Los ladrones
que roban de noche nunca se llevan todo. Pero a los habitantes de Edom no voy a
dejarles nada; ¡dañaré hasta sus escondites, para que no tengan dónde
esconderse! Morirán sus hijos y sus familias; morirán también sus vecinos. Pero
sepan que yo cuidaré de sus huérfanos y de sus viudas; ¡pueden confiar en mí!
Dios también dijo: Ciudad de Bosrá, no creas que escaparás del
castigo. Si he castigado a las naciones que no debían sufrir ningún castigo,
¡con mayor razón te castigaré a ti! Yo soy el Dios de Israel, y te juro que
serás destruida y humillada; ¡llegarás a ser el hazmerreír de todos! También
tus otras ciudades quedarán en ruina para siempre.
Ya he mandado un mensajero para que anuncie entre las naciones:
¡Prepárense para la guerra! ¡Unanse y ataquen a Edom! Edom, voy a convertirte
en la nación más débil del mundo; voy a hacer que todos te desprecien. Tú te
sientes orgullosa de vivir en los altos montes. Como si fueras un ave has
puesto tu nido entre las rocas y por eso te crees a salvo. Pero de allí te
derribaré, aunque tu nido sea tan alto como el nido de las águilas. Te juro que
así lo haré.
Tu caída será tan terrible que se espantarán al verte los que pasen
por tus ruinas. Quedará como Sodoma y Gomorra, ¡y nadie volverá a vivir en ti!
Edom, yo te atacaré sin aviso, como lo hace un león con su presa. Yo elegiré a
tu enemigo, para que en poco tiempo te derrote. ¡No hay otro Dios como yo! ¡No
hay quien me pueda desafiar! ¡Ningún pastor de ovejas es capaz de hacerme
frente!
Por lo tanto, presten atención; escuchen lo que he pensado hacer con
los que viven en Temán. Ya tengo preparado un plan contra Edom. Los más jóvenes
serán arrastrados y todo el país quedará destruido. Edom caerá en forma tan
violenta que la tierra temblará, y los gritos de la gente se oirán hasta el Mar
de los Juncos. El enemigo se lanzará al ataque con la rapidez de las águilas;
atacará con las alas abiertas, y cubrirá la ciudad de Bosrá. Ese día, los
soldados edomitas tamblarán como tiemblan las mujeres cuando van a tener un
hijo.
Acerca de Damasco, Dios dijo: Las ciudades de Hamat y Arpad ya
recibieron la mala noticia y no hay nada que las consuel; ¡están inquietas y
agitadas como las olas del mar! Los habitantes de Damasco se han quedado sin
fuerzas; quieren huir, pero los tiemblan las piernas; se retuercen de angustia
y dolor, como si fueran mujeres a punto de tener su primer hijo. Damasco fue en
otros tiempos una ciudad importante y alegre, pero ahora ha quedado abandonada.
Y cuando llegue el momento, sus mejores guerreros y sus jóvenes caerán
muertos por las calles. Con el fuego que prenderé a los altos muros de Damasco,
arderán los palacios de Ben-adad. Yo soy el Dios todopoderoso y les juro que
así será.
El rey de Babilonia había vencido a las tribus de Quedar y de Hasor.
Acerca de ellas, Dios dijo: ¡Soldados de Babilonia, ataquen a la nación de
Quedar! ¡Maten a esa gente del oriente! ¡Atáquenos! ¡Quítenles todo! ¡Quítenles
sus carpas y sus ovejas! ¡Quítenles sus camellos y sus cosas ded valor!
Asistentes con este grito: ¡Hay terror por todas partes!
Ustedes, los que viven en Hasor ¡escápense ya! ¡escóndanse bajo
tierra! El rey de Babilonia ha preparado contra ustedes un terrible plan de
ataque. Les juro que va a atacarlos.
Y ustedes, soldados de Babilonia, ¡ataquen a esta nación orgullosa! Es
una nación egoísta, y se siente tan segura que nunca cierra sus portones. Pero
yo voy a dispersarla por todo el mundo, y de todos lados le traeré el desastre.
A ustedes, babilonios, les permito que les quiten sus camellos y sus tesoros.
Les juro que así será.
La ciudad de Hasor quedará en ruinas y se llenará de perros salvajes;
nunca más volverá a ser habitada, porque nadie va a querer vivir allí.
Cuando el rey Sedequías comenzó a reinar en Judá, Dios me habló acerca
de la nación de elam. Me dijo: Jeremías, yo soy el Dios todopoderoso, y este es
mi mensaje acerca de Elam: Voy a acabar con el ejército elamita. Sus soldados
son expertos guerreros, pero yo los haré pedazos. Desde los cuatro puntos
cardinales enviaré contra Elam grandes ejércitos y con la fuerza del viento los
dispersaré por todas partes; ¡no habrá un solo país donde no haya elamitas
refugiados!
Los elamitas temblarán de miedo cuando se enfrenten a sus enemigos, y
ellos los destruirán por completo. Yo estoy muy enojado con ellos, así que les
enviaré terribles castigos. Haré que haya guerra entre ellos, hasta que nadie
quede con vida. Mataré a su rey y a sus oficiales, y el rey de Elam seré yo.
Sin embargo, cuando todo termine, haré volver a los elamitas de los países
adonde fueron llevados. Les juro que así lo haré.
Así pues, es importante que el hombre esté preparado, escuche la voz
de Dios, que esté atento y alerta con un corazón dispuesto a adorarle, pero es
necesario que se apegue a sus mandamientos y alinee su vida dentro de los
parámetros que Dios ha establecido para vivir en este mundo. Sabes, este cambio
de estilo de vida lo debes practicar de aquí en adelante.
No obstante, el hombre puede vivir en un valles fértiles pues Dios
creo todo lo que hay en la tierra para que el hombre aprenda a cultivarla, puede
llegar a ser próspero conforme el hombre se esfuerce pero no debe confiar en
sus riquezas y sentirse con poder con una seguridad por tener tantas posesiones,
orgulloso de sus logros sí, pero, ¡cuidado! No seas el hazmerreír mañana, esto
puede ser temporal, lo importante es que Dios sea el centro de tu vida y todo
lo que quieras emprender lo pongas en sus manos y El te bendecirá grandemente.
Asimismo, es de prioridad que el hombre lea la Palabra de Dios para
que adquiera sabiduría, se llene del
conocimiento de Dios, pues al confiar en Dios el hombre aprende a ser sabio
para dar consejos, para tomar buenas decisiones, prepararse para combatir lo
adverso diariamente.
Por lo tanto, el hombre debe cambiar de actitud, morir al “yo”, dejar
a un lado toda actitud egoísta, de orgullo, de envidia, de soberbia. Es tiempo
que el hombre deje de estar perdido en la oscuridad, que se rinda y acepte a Dios en su vida, que el
habite en su corazón pues El envió a su Hijo amado para que diera su vida en
sacrificio de cruz, para redimir a la humanidad, con su vida hizo un nuevo
Pacto de alianza, Dios-hombre, un pacto eterno, el cual el hombre debe
considerar para tener plenitud en su vida aunque es esencial una voluntad firme
y, alcanzar la estatura del varón perfecto que es Jesucristo.
Con Alta Estima,
No hay comentarios:
Publicar un comentario