Algunos de los jefes de Israel vinieron a verme. Cuando
llegaron se sentaron frente a mí. Entonces Dios me dijo: Dime, Ezequiel, ¿cómo
voy a darle un mensaje a estos hombres, si no piensan más que en hacer lo malo
y en adorar a esos ídolos malolientes? Más bien, ve a decirles de mi parte lo
siguiente: El Dios de Israel dice que ustedes no piensan más que en hacer lo
malo y en adorar a esos ídolos malolientes, ¡y también van a ver al profeta
para consultarme por medio de él! Pero como respuesta recibirán el castigo que
se merecen, por adorar a tantos ídolos. Quizás así se arrepientan de haberme
abandonado por adorar a esos ídolos.
A los israelitas les dirás de mi parte: Dejen ya de hacer lo
malo, abandonen a sus ídolos y vuelvan a obedecerme. Mi respuesta a todos los
israelitas, y a los extranjeros que viven en Israel, es la siguiente: Ustedes
les preguntan a los profetas por mis mensajes, pero se han alejado de mí para
adorar a esos ídolos malolientes, y no
piensan más que en hacer lo malo. Por eso, quiero que sepan que yo mismo me
enfrentaré a ustedes. Yo los eliminaré de mi pueblo, y ese castigo será una
lección para todos. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel.
Pero si algún profeta les da un mensaje falso, será porque
así lo quise. Sin embargo, castigaré a ese profeta y lo eliminaré del pueblo.
Castigaré al profeta y a quien lo haya consultado. Así los israelitas no
volverán a darme la espalda ni seguirán pecando. Entonces serán mi pueblo, y yo
seré su Dios. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi palabra.
Dios también me dijo: Al país que peque contra mí, y que una
y otra vez me sea infiel, yo lo castigaré duramente. Echaré a perder sus
cosechas de trigo, y sufrirá hambre; así acabaré con los habitantes de ese país
y con sus animales. Si en ese país vivieran Noé, Daniel y Job, sólo ellos se
salvarán, pues eran hombres justos. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi
palabra.
También podría yo castigar a ese país enviando bestias
salvajes, para que acabaran con sus habitantes. La tierra quedaría sin vida
alguna, como un desierto, y nadie se atrevería a pasar por él, por miedo a las
bestias salvajes. Pero aun si Noé, Daniel y Job vivieran en ese país , no
podrían salvar ni a sus hijos ni a sus hijas. Sólo ellos se salvarían, pero el
país quedaría totalmente destruido. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi
palabra.
También podría yo castigar a ese país enviando un ejército
que lo ataque y acabe con sus habitantes. Pero aun si Noé, Daniel y Job
vivieran en ese país, no podrían salvar ni a sus hijos ni a sus hijas. Sólo
ellos se salvarían. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi palabra. También
podría yo, en mi enojo, castigar a ese país con graves enfermedades, para
acabar con sus habitantes y con todos sus animales. Pero aun si Noé, Daniel y
Job vivieran en ese país, no podrían salvar ni a sus hijos ni a sus hijas. Sólo
ellos se salvarían, pues eran hombres justos. Yo soy el Dios de Israel, y
cumpliré mi palabra.
Dios también me dijo: Mi castigo contra Jerusalén será peor
cuando envíe contra ella mis cuatro castigos mortales: la guerra, el hambre,
las bestias salvajes y las enfermedades. Con estos cuatro castigos destruiré a
todos sus habitantes y a sus animales. Sin embargo, haré que algunos de ellos
queden con vida. Lograrán escapar con sus hijos y sus hijas, y se irán a
Babilonia, donde están ustedes. Cuando lleguen allá, ustedes se darán cuenta
del comportamiento de ellos, y me darán la razón por haber castigado así a
Jerusalén. Yo soy el Dios de Israel, y cumpliré mi palabra.
Aquí puedes darte cuenta, que el hombre no debe pensar en
hacer lo malo, sino al contrario buscar a Dios y todo aquel que le obedece le
irá bien pues Dios desea que el hombre se arrepienta y El le perdona, le restaura
y, entonces su vida se alineará a los propósitos de Dios.
Asimismo, es esencial que el hombre deposite su confianza
en Dios, que crea en El y muestre su fidelidad con un corazón dispuesto a hacer
su voluntad, a apegarse a su Palabra, para que viva de acuerdo al orden
establecido por El y alcance la estatura del varón perfecto, entonces Dios
estará contento por su buen comportamiento, pues todo aquel que obedece y está
sujeto a Dios, El lo protege pues a pesar de las circunstancias adversas confía
en El.
Por lo tanto, sería bueno que el hombre reflexionara, ¿Tengo una actitud correcta en todo momento?
¿Lo que hago agrado a Dios para merecer su salvación? Sabes, queda poco tiempo,
es urgente un cambio, un nuevo estilo de vida, y sólo Dios puede ayudar al hombre en esa
transformación.
Con Alta Estima,
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