viernes, 16 de mayo de 2014

Puedes estar seguro que cumpliré mi Palabra…


Ezequiel, toma un molde de barro fresco y dibuja en él la ciudad de Jerusalén. Dibuja también un ejército a su alrededor, dispuesto a conquistarla con escaleras y máquinas para derribar murallas. Dibuja además una rampa,  para que los soldados puedan subir a la muralla. Después de eso coloca una lámina de hierro entre la ciudad y tú, como si la lámina fuera una muralla, y haz como si estuvieras por atacarla. Esto será una señal para los israelitas.

Luego te acostarás sobre tu lado izquierdo, para representar el castigo que la gente de Israel va a recibir por sus pecados. Quédate así durante trescientos noventa días, que son los trescientos noventa años que pecaron. Pasado ese tiempo, te acostarás sobre tu lado derecho, para representar  el castigo que va a recibir la gente de Judá. Te quedarás así durante cuarenta días, que son los cuarenta años que ellos pecaron.

Yo te ataré con cuerdas, para que no puedas moverte ni a un lado ni a otro, hasta que se complete todo este tiempo de sufrimiento. Cuando cumplas con esto, te volverás hacia Jerusalén y extenderás la mano, como amenazando a la ciudad, y le advertirás a todos que ella será destruida. Durante los trescientos noventa días  que estarás acostado sobre tu lado izquierdo, comerás de la siguiente manera: En un recipiente mezclarás trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y avena para hacer una masa. Encenderás un fuego con estiércol humano en vez de leña, y delante de todos prepararás un pan con la masa. Todos los días, a la misma hora, comerás un cuarto de kilo de ese pan, y beberás medio litro de agua.

Para terminar, Dios me dijo: Cuando yo disperse a los israelitas por todo el mundo, esta es la clase de comida contaminada que tendrán que comer. Yo protesté y le dije: Dios mío, yo nunca he comido nada contaminado, pues tú me rechazarías. Nunca he comido la carne de los animales impuros que nos has prohibido comer. ¡Ni siquiera cuando era niño lo hice! Pero Dios me contestó: Está bien. En vez de encender el fuego con estiércol humano usa estiércol de vaca. Pronto verás que habrá muy poca comida en Jerusalén. Tú y los demás tendrán que conformarse con sólo un poco de pan y un poco de agua. Aun así, comerán y beberán esto con mucho miedo y angustia, pues les angustiará ver cómo se les acaban el pan y el agua; les llenará de espanto ver a sus hermanos morirse poco a poco. Y todo esto les pasará por causa de sus pecados.

Luego Dios me dijo: Ezequiel, hombre mortal, toma una navaja afilada y córtate el pelo de la cabeza y de la barba. Toma luego una balanza y pesa el pelo en tres partes iguales. Cuando Jerusalén haya sido conquistada, irás al centro de la ciudad y quemarás allí una tercera parte del pelo. Otra tercera parte restante la arrojará al viento, para que el pelo se esparza por todos lados. Por mi parte, yo los perseguiré para destruirlos.

Un poco de ese pelo lo atarás al borde de tu capa, y otro poco lo quemarás en el fuego. Esta será la señal de que todo el pueblo de Israel será quemado. Puedes estar seguro de que cumpliré mi palabra. Yo hice que Jerusalén fuera el centro de todas las naciones, yo la hice el lugar más importante de la tierra. Pero Jerusalén fue más rebelde que las naciones y los pueblos vecinos; no se comportó como las otras naciones, sino que fue peor que ellas, pues desobedeció mis leyes y mis mandamientos. Puesto que Jerusalén se ha portado así, yo declaro que me pondré en contra suya. Yo soy el Dios de Israel. La castigaré por su horrible maldad; la castigaré delante de todas las naciones, como nunca antes lo hice ni lo volveré a hacer.

Cuando yo declare culpables a sus habitantes, tendrán tanta hambre que los padres se comerán a sus hijos, y los hijos se comerán a sus padres. A los que logren escapar con vida, los dispersaré por todo el mundo. Juro que acabaré con todos los habitantes de Jerusalén. No les tendré compasión. Yo soy el Dios de Israel. Puesto que no respetaron mi templo, sino que adoraron a sus ídolos odiosos y siguieron con su maldad, la tercera parte de ellos morirá de hambre y de enfermedad. ¡Caerán muertos en las calles de la ciudad! En los alrededores, otra tercera parte morirá atravesada por la espada. Y a la tercera parte restante la dispersaré por todo el mundo, aunque no dejaré de perseguirlos para destruirlos.

Yo los castigaré con furia, y cuando mi enojo se haya calmado, reconocerán que yo, el Dios de Israel, soy un Dios muy celoso que cumple su palabra. Cuando haya descargado mi furia contra Jerusalén, la dejaré completamente destruida. Al verla, todos los pueblos vecinos se burlarán de ella. Y aunque la insultarán y la ofenderán, también se espantarán al ver el castigo tan duro que le mandé, y aprenderán la lección. Yo, el Dios de Israel, cumpliré mi palabra.

Aquí puedes ver que Dios es fuerte y no quiere que el hombre se contamine, pero El desea que el hombre enderece su camino pues vive alejado de El, su vida está abatida por la cotidianeidad del mundo dejándose llevar por el vaivén de lo superfluo, quiere aparentar que no cae en excesos pero la realidad es que si el hombre no cambia de estilo de vida está caminando hacia su propia autodestrucción.

Sabes, es tiempo de que el ser humano haga cambios, que se alinee a los preceptos de Dios, que medite en su Palabra, se arrepienta  y nazca de nuevo  para que deje atrás la inmundicia y siga avanzando, mostrando una actitud sincera apegada a sus enseñanzas.

Por lo tanto, es esencial la obediencia a su Palabra para no ver el castigo del Señor sino más bien que el hombre tenga temor de Dios y vea su compasión, que las pruebas aunque difíciles quebranten su ser interior,  aprenda la lección y sea mejor persona cada día.

Con alta Estima,

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