Pero tú, dedica a los jefes de Israel este lamento: Israel
era como una leona: vivía entre los leones y cuidaba de sus cachorros. Uno de
ellos fue Joacaz, y ella lo vio crecer hasta convertirse en un león; y el que
antes fue cachorro aprendió a devorar gente. Las naciones oyeron hablar de él,
le pusieron una trampa y le atraparon; le pusieron un gancho en la nariz, y se
lo llevaron a Egipto. Israel perdió toda esperanza de volver a ver a su
cachorro; crió entonces a Joaquín, otro de sus cachorros, hasta convertirlo en
león. Y este león andaba entre leones, muy seguro de sí mismo, y aprendió a
devorar gente. Hacía destrozos en los palacios y dejaba en ruinas las ciudades;
con sus feroces rugidos hacía temblar a todo el mundo.
Las naciones vecinas se juntaron con la intención de
apresarlo; le tendieron una trampa, y Joaquín cayó en ella. Le pusieron un
gancho en la nariz, y se lo llevaron al rey de Babilonia. Lo encerraron en una
jaula, y no volvieron a oírse sus rugidos en las montañas de Israel.
Israelitas, nuestra nación parecía una vid en medio de un
viñedo; estaba plantada junto al agua, y era tanta el agua que tenía que estaba
llena de uvas y ramas. Era la más alta de las vides; podía verse por encima de
otros árboles. Sus ramas eran tan fuertes que con ellas se hacían los cetros
para los reyes. ¡Tanto se extendían sus ramas que todo mundo podía verla! Pero
el viento del este la marchitó y todas sus uvas se cayeron. Ella misma fue
arrancada con furia y arrojada por el suelo. Sus fuertes ramas se secaron, y el
fuego acabó con ellas. Ahora está sembrada en el desierto, y no recibe gota de
agua. De sus ramas brota fuego, y ese fuego consume sus frutos. ¡Ya no tiene
ramas fuertes para hacer cetros de reyes! Este es un lamento y se usará como un
canto de luto.
Aquí puedes darte cuenta que como la vid, aunque sean
adversas y difíciles las condiciones de vencer, si el hombre tiene su confianza
en Dios, todo lo puede lograr ya que para Dios no hay nada imposible, pero ¡claro! El hombre debe hacer
la parte que le corresponde para poder avanzar.
Asimismo, para que el hombre alcance el éxito, en muchos
casos depende de la constancia, de la perseverancia y de la creatividad humana,
además del ahínco para desarrollar técnicas de cómo utilizar un terreno inhóspito y favorecer el suelo,
esforzándose por sobrevivir en lo seco del desierto, pero sabes, así el hombre
obediente no se marchita, sino más bien
puede compararse con la más alta de las vides, puede verse por encima de
otros árboles, porque vive apegado a la Palabra de Dios, que le da fortaleza,
seguridad y la capacidad de perseverar
aun con los obstáculos y sembrar en otros
la Palabra y que sea su alimento diario, que le quitará la sed y se conviertan en valientes guerreros de Dios.
No obstante, es importante mantener la esperanza de que otros se vuelvan
a Dios.
Con Alta Estima,
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