El Dios todopoderoso me dio este mensaje para los habitantes de Moab:
¡Pobrecita de la ciudad de Nebo! Estoy a punto de destruirla! ¡Humillaré a la
ciudad de Quiriataim, y dejaré en ruinas su fortaleza! Moab ha perdido su
importancia, y en Hesbón están pensando destruirla. Babilonia invita a otras
naciones a venir y a borrar del mapa a Moab. También a la ciudad de Madmén la
destruiré espada en mano. Los de Horonaim lloran a gritos; toda la ciudad ha
quedado destruida.
Moab se volverá un montón de ruinas y los niños llorarán desesperados.
Por la cuesta de Luhit, los que suben no dejan de llorar. Por la pendiente de
Horonaim los que bajan no dejan de gritar: ¡Qué desastre hemos sufrido! ¡Sálvese
quien pueda!¡Huyamos como burros salvajes!
A los de Moab los tomarán presos, junto con su dios Quemós, junto con
sus sacerdotes y oficiales, por confiar en su ejército y en sus muchas riquezas: Valles y llanos
serán destruidos. La destrucción llegará a toda ciudad y ninguna de ellas se
salvará. Prepárenle a Moab su tumba, porque ha dejado de existir! ¡Sus ciudades
están vacías y ya nadie vive en ellas! Les juro que así es!
Maldito sea el que no quiera tomar la espada para matar! Maldito sea
el que de mala gana haga lo que yo le ordene! Desde un principio, Moab siempre ha
disfrutado de paz; ni uno solo de sus
habitantes ha sido llevado prisionero. Moab se parece al buen vino: siempre ha
estado en reposo y en el mismo lugar. Por eso le ha ido bien y no ha perdido sus tradiciones. Pero ya se
acerca el día en que lo atacará el enemigo y se lo llevará prisionero. Les juro
que así será.
Los moabitas se avergonzarán de
su dios Quemós, como antes los israelitas se avergonzaron del dios Baal, en
quien pusieron toda su confianza. Pobrecitos soldados moabitas, ustedes se
creen muy valientes, pero su país será destruido y el enemigo conquistará sus
ciudades: ¡Hasta sus mejores soldados morirán en el campo de batalla! Yo soy el
Dios de Israel; yo soy el Dios todopoderoso. Y les juro que así será.
Ya no falta mucho tiempo; muy pronto Moab será destruida. Todos sus
vecinos y conocidos llorarán por esta famosa nación, y dirán: ¡Pobrecita de
Moab! Miren como se vino abajo, una nación tan grande y poderosa!
Ustedes los que viven en Dibón, ¡bajen ya de su alto trono y siéntense en el duro suelo! El enemigo ha comenzado a
destruir!, y caerán las murallas de Moab!
Y Ustedes, los que viven en Aroer, deténganse a la orilla del camino y fíjense
cómo huye la gente. ¡Pregunten qué fue lo que pasó! Seguramente les dirán que
Moab ha sido derrotada; les dirán también que lloren y que anuncien por el río
Arnón que Moab ha quedado en ruinas. Y es que voy a castigar a las ciudades de
la llanura; castigaré a Holón, Jahas y Mefáat; Dibón, Nebo y Bet- Diblataim, Quiriataim,
Bet-gamul y Bet-megón, a Queriot y Bosrá, y a todas las ciudades de Moab,
cercanas y lejanas. Moab ha perdido su poder; ¡se le han acabado las fuerzas!
Les juro que así es.
Tú, Moab, me ofendiste; ¡ahora dejaré que tus enemigos te dejen en
vergüenza y se burlen de ti! Tú, Moab, te burlabas de mi pueblo; siempre
hablabas de ellos con desprecio, como si fueran unos ladrones. Pero ahora les
toca a ustedes dejar abandonadas sus ciudades y quedarse a vivir entre las
rocas; les toca vivir como las palomas, que anidan al borde de los precipicios.
Mi pueblo y yo te conocemos. Bien sabemos que tú, Moab, eres un pueblo
muy orgulloso que se cree superior a todos. ¡Pero de nada te servirá ese
orgullo! Por eso lloro y me angustio por la gente de Moab y de Quir-heres.
Lloro también por ustedes, los que viven en Sibmá, pues se extendieron como un
viñedo; sus ramas llegaban hasta Jazer y se extendían más allá del mar. Pero
llegó la destrucción y acabó con tu cosecha. Ya no hay fiesta ni alegría en los
fértiles campos de Moab; ya no hay quien exprima uvas ni quien prepare vino;
¡yo puse fin a esa alegría!
¡Los pozos de Nimrim se han secado! El llanto de la gente de Hesbón se
oye por todo el país de Moab. Yo acabaré con los moabitas que adoran a otros
dioses en los pequeños santuarios que han construido en los cerros. Les juro
que así lo haré.
Mi corazón parece una flauta triste: llora por la gente de Moab y por
los que viven en Quir-heres, porque amontonaron grandes riquezas y todo eso lo
han perdido. No hay un solo hombre en Moab que no se haya rapado la cabeza ni
se haya afeitado la barba en señal de dolor y tristeza. Todos se visten de luto
y se hacen heridas en las manos. En todas las casas de Moab se oyen gritos de
dolor; por todas sus calles se oye llorar a la gente, porque hice pedazos a
Moab como si fuera un frasco inútil. ¡Todos en Moab lloran a gritos porque su
nación ha quedado destrozada! Sus ruinas producen espanto; ¡causan risa entre
todos sus vecinos!
¡Miren a los soldados de Babilonia! ¡Ya vienen los enemigos de Moab!
¡Parecen águilas dispuestas a atacar! Cuando llegue el momento, se apoderarán
de sus ciudades, y entonces sus guerreros, asustados, temblarán como tiemblan
las mujeres cuando van a tener un hijo.
Ustedes, los que viven en Moab, tratarán de escapar, pero sin éxito,
pues caerán de trampa en trampa; y aun
si lograran escapar, acabarán por caer en la tumba. Ya está muy cerca el día en
que castigaré a Moab; y dejará de ser
una nación porque se rebeló contra mí. Les juro que así será.
Los que alcancen a escapar llegarán a Hesbón casi muertos; pero aun a
esa orgullosa ciudad, donde gobernaba el rey Sihón, le prenderé fuego. ¡Pobres
de ustedes, los moabitas, que adoran a dios Quemós! Van a ser destruidos, y a
sus hijos y a sus hijas los llevarán como esclavos a otra nación. Pero cuando
todo haya terminado, haré que vuelvan de ese país. Les juro que así lo haré.
Este es mi castigo contra Moab.
Aquí puedes darte cuenta que el hombre debe llenarse del conocimiento
de Dios y esto sólo lo puede hacer a través de su Palabra leyéndola y meditando
para que al reflexionar cambie de
actitud porque la Palabra de Dios le da el poder para derribar toda maldad que
haya en el corazón de cada persona y lo libera de la esclavitud. No obstante,
lo esencial es que el hombre ponga su confianza en Dios pues la fama, las
riquezas las apariencia sólo le dejan vaciedad, no enriquecen su vida, por lo
que a veces es necesario que el hombre toque fondo para que reflexione y
corrija su actitud pues tanta falacia lo
lleva a la autodestrucción.
Por lo tanto, es urgente que el
hombre despierte, que esté siempre alerta, que construya su diario vivir
apegado a la Palabra de Dios, la cual le dará la fuerza para vencer las
asechanzas del enemigo, que se levante como un guerrero fiel a sus mandatos,
con un corazón humilde, sincero, muestre su amor al único y verdadero Dios, con alabanzas y gemidos en señal de adoración por la grandeza de sus obras.
Con Alta Estima,
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