Dios me habló y me dio esta orden: Tú, Ezequiel, vives entre gente tan rebelde,
que hasta cierra los ojos y se tapa los oídos para no verte ni oírte. ¨Por eso
quiero que salgas de tu casa a plena luz del día, cuando todos puedan verte, y finjas
caminar como si te llevaran preso a otro país. No lleves contigo más de lo que
puedas cargar; llévate solamente lo que se llevaría un prisionero. Esta gente
es muy rebelde, pero espero que entienda el mensaje.
Por la tarde, haz un hueco en la muralla y pasa por ahí con
tu equipaje, como para iniciar tu viaje al país donde quedarás prisionero. Y
por la noche, échate al hombro lo que lleves en la mano y ponte en marcha.
Tápate la cara para no ver el país. De este modo le darás una lección al pueblo
de Israel. Yo hice todo lo que Dios me mandó hacer, y al día siguiente Dios me
dijo: Dime, Ezequiel, ¿qué piensan los israelitas de lo que has estado
haciendo? Si te lo preguntan, diles que es un mensaje de mi parte para el rey y
para la gente de Jerusalén. Diles que todo lo que has hecho es anunciarles lo
que les va a suceder. Porque así será. Todos ellos serán llevados prisioneros a
otro país. El rey se echará al hombro su equipaje, y por la noche hará un hueco
en la muralla y saldrá por ahí. Y será tal su vergüenza que se tapará la cara
para no ver el país.
Yo lanzaré mi red sobre el rey, y lo llevaré preso a
Babilonia. Pero no llegará a ver ese país, pues morirá antes de llegar. A los
guardias que lo protegen los dispersaré por toda la tierra, y a su ejército lo
perseguiré hasta destruirlo. Y cuando se encuentren dispersos entre las
naciones, reconocerán que yo soy Dios. Dejaré que algunos de ellos queden con
vida. Sobrevivirán a la guerra, al hambre y a las enfermedades, para que les
cuenten a las naciones todas las maldades repugnantes que cometieron. Entonces
reconocerán que yo soy Dios.
Después, Dios me dijo: Ezequiel, hombre mortal, tiembla de
miedo cuando comas tu pan, y bebe tu agua con ansiedad y angustia. Luego busca
a los que viven en Jerusalén y en la tierra de Israel, y dales de mi parte este
mensaje: Por causa de tanta violencia que ustedes han cometido, viene el día en
que también ustedes comerán su pan llenos de miedo, y beberán su agua llenos de
angustia. Todo su país y todas sus ciudades serán destruidas. Sus terrenos quedarán vacíos como un desierto,
y no producirán nada. Sólo entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel.
Dios también me dijo: ¿Qué se han creído los israelitas?
Andan repitiendo este dicho: Pasan y pasan los días, y lo que anunció el
profeta no se cumple. Pues ahora, ve y diles de mi parte que ese dicho no
volverá a repetirse en Israel. Más bien, diles este otro dicho: Viene el día en
que se cumplirá lo que el profeta anunció. Nunca más ustedes los israelitas
volverán a escuchar mensajes falsos ni predicciones engañosas. Ustedes son un
pueblo rebelde, pero vivirán para ver que cumplo lo que digo. Yo soy el Dios de
Israel, y no tardaré en cumplir mi palabra. También andan diciendo que tú
anuncias algo que tardará mucho en suceder. Por eso, ve y diles de mi parte que
ya no tardan en cumplirse mis palabras. Lo que digo, lo cumplo. Yo soy el Dios
de Israel, y no tardaré en cumplir mi palabra.
Aquí puedes darte cuenta que en la actualidad, en las
sociedades modernas, la vida del hombre
está reflejada en el materialismo excesivo, vive alejado de Dios, no quiere
saber nada de El hasta cierran los ojos y se tapan los oídos para no oír de
otros el mensaje que Dios transmite a través de su Palabra pues existe tanta
rebelión, no considera que la violencia
engendra más violencia, su corazón está
vacío al no experimentar la presencia de Dios en su vida; así como tampoco le
preocupa que va a suceder pues los atenuantes son más llamativos y se deja
llevar por las circunstancias que le
arrastran a la autodestrucción del hombre mismo.
No obstante, lo imprescindible es que el hombre busque a
Dios, que le reconozca como su Dios viviente y crea en El, se apegue a sus
enseñanzas para que se llene de su conocimiento pues sabes, la Palabra debe ser
el alimento diario que nutre su espíritu y evita que su ser interior se sienta
vacío, carente de frutos.
Por lo tanto a pesar de que el hombre transgrede las leyes
establecidas por Dios en esta vida terrenal, es necesario que el hombre corrija
su actitud en base a la verdad que le lleva a Jesucristo, pues El no tardará en
cumplir su Palabra.
Con Alta Estima,
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