sábado, 17 de mayo de 2014

Los juzgaré tal y como ellos juzgaron a otros…


Dios me dijo: Ezequiel, hombre mortal, dirige la mirada hacia las montañas de Israel, y dales de mi parte el siguiente mensaje a los que van a adorar allí: ¡Ustedes, que adoran dioses falsos en las montañas de Israel, presten atención a mi mensaje! Voy a destruirlos a todos, junto con los pequeños templos donde adoran a esos dioses. Haré pedazos los altares y los hornillos donde queman incienso; cualquiera que se acerque a uno de esos ídolos malolientes caerá muerto allí mismo, y alrededor de su altar dispersaré sus huesos. Destruiré por completo las ciudades; ¡destruiré todo lo que los israelitas han construido! Y cuando vean caer muerta a tanta gente, reconocerán que yo soy el Dios de Israel.

Sin embargo, yo dejaré con vida a algunos israelitas, los cuales serán llevados prisioneros a otras naciones de la tierra. Cuando estén allá, se acordarán de mí y del castigo que les di por engañarme y adorar a los ídolos. Entonces se darán cuenta de lo mal que se portaron, y se les revolverá el estómago al acordarse de sus actos repugnantes. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel, y que siempre hablé en serio.
Después, el Dios de Israel me dio esta orden: ¡Búrlate de los israelitas, felicitándolos por su repugnante maldad! ¡Apláudeles con todas las fuerzas! ¡Recuérdales que gracias a ellos la guerra, el hambre y las enfermedades acabarán con todo el pueblo! Los que estén lejos morirán por causa de las enfermedades; los que estén cerca morirán en la guerra, y los que aún vivan se morirán de hambre, pues descargaré mi enojo contra ellos.

Los cuerpos de sus muertos quedarán tirados junto a sus ídolos malolientes. Habrá muertos por todas partes: alrededor de los altares, en las colinas y en las montañas, y aun debajo de cualquier árbol. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel. Mi castigo contra ellos será muy duro. De norte a sur, y desde Rival hasta el desierto, todo el país quedará en ruinas. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel.
Dios me dijo lo siguiente: Ezequiel, diles a los israelitas que el Dios de Israel les envía esta advertencia: ¡El fin está cerca! ¡Les llegó la hora, a ustedes y a toda la tierra! Voy a llamarlos a cuentas. Descargaré mi enojo sobre ustedes, y no les tendré ninguna compasión. Voy a castigarlos. Voy a hacerlos sufrir las consecuencias de todos sus actos repugnantes. Así reconocerán que yo soy el Dios de Israel.

Les aseguro que ya llegó su fin. Desgracia tras desgracia caerá sobre ustedes. Les ha llegado la hora a los que viven en este país. Ha llegado el día de espanto. ¡Se acabó la fiesta en las montañas! No quedaré satisfecho hasta haber calmado mi enojo contra ustedes. Voy a llamarlos a cuentas. Voy a castigarlos. Voy a hacerlos sufrir las consecuencias de todos sus actos repugnantes. Así reconocerán que yo soy el Dios de Israel, y que también sé castigar. ¡Ha llegado el día! ¡Ha llegado la hora! ¡Por todas partes se ve orgullo y maldad! Crece la violencia y brota la maldad! ¡Pero de ustedes no quedará nada! ¡Ni grandes ciudades, ni grandes riquezas!

¡Ha llegado la Hora! ¡Ha llegado el día! ¡Se acabó la alegría de los que compran y los que venden! ¡Voy a castigar a estas multitudes! Aunque los comerciantes queden con vida, no podrán recuperar sus mercancías. Yo he anunciado lo que haré con esta  gran ciudad, y nada hará que cambie de opinión: ¡nadie quedará con vida!

Voy a castigar a esta gran ciudad. Y aunque sus habitantes toquen la trompeta nadie saldrá a la batalla. Los que se queden fuera de la ciudad morirán en el combate; los que se queden adentro morirán de hambre y de enfermedad; los que quieran escapar a las montañas, también morirán por causa de sus pecados, aunque traten de huir como palomas espantadas. A todo les temblarán las rodillas, y no tendrán fuerza en los brazos. Se vestirán de luto y se llenarán de temor, irán con la cara avergonzada y con la cabeza rapada. Tirarán a la calle su oro y su plata, como si fueran basura. Ese día descargaré mi ira, y nada podrá salvarlos, ni siquiera su oro y su plata, pues fueron la causa de sus pecados. Todas esas riquezas no podrán quitarles el hambre ni llenarles el estómago.

Tan orgullosos estaban de sus valiosas joyas, que con ellas hicieron imágenes de sus ídolos. ¡Pero yo haré que esas joyas les den asco! Cuando yo abandone este país, vendrán ladrones extranjeros y se robarán esas riquezas. Vendrán los peores criminales y entrarán en mi templo, llevándose mis tesoros y dejando el lugar inservible. Por toda la ciudad hay violencia; por todo el país se mata a la gente. Ezequiel, prepara las cadenas para arrastrar los cadáveres, pues voy a traer naciones malvadas para que los echen de sus casas. Esas naciones no respetarán los templos, así que ya no tendrán nada de qué sentirse orgullosos.

Entonces se llenarán de angustia. Y querrán tener paz, pero ya no habrá paz. ¡Vendrá desgracia tras desgracia! ¡Sólo habrá malas noticias! No habrá profetas que les hablen de mi parte, ni sacerdotes que puedan enseñarles, ni gente capaz de dirigirlos. El rey estará de luto, el gobernante estará deprimido, y todo el pueblo estará aterrado. Los trataré tal y como ellos trataron a los demás; los juzgaré tal y como ellos juzgaron a otros. Entonces reconocerán que yo soy el Dios de Israel.

Así pues, es tiempo de que el hombre reconozca a Dios para que haya paz en la tierra, que el hombre se aparte de los excesos y vanalidades de este mundo, pues Dios merece respeto, por lo que es preponderante que el hombre reflexione y corrija su conducta para que enderece su camino y agrade a Dios.
No obstante, el fin está cerca y es necesario que el hombre preste atención a la voz de Dios, que construya su vida edificada conforme a su Palabra, que se aleje del  pecado para evitar el enojo de Dios a quien no puede engañar  siendo esencial que el hombre sienta temor de El.
Por otro lado, hay tanta violencia y maldad que el hombre corre a pasos agigantados hacia la destrucción entre unos y otros, carencia de valores, los principios se están perdiendo, la sociedad está cayendo en desgracia a consecuencia de sus actos repugnantes, prevaleciendo el orgullo, depresión, miedo, críticas, chismes.

Así pues, el tiempo apremia, el hombre debe volverse a Dios, hacer cambios en su estilo de vida, tirar a la basura los malos hábitos para enderezar el camino pues el Señor está por venir y pedirá cuentas a cada persona, por lo que es hora de que el hombre  reflexione y enmiende sus errores, pues ¿de qué le sirve hacer riquezas si se vuelve consumista ? o  ¿qué  actúe con violencia con sus semejantes ? o  ¿Qué realice actos que provocan injusticia entre unos y otros? Lo aterrador es que si sigue así, ¿Qué lo podrá salvar? Y todo a causa de sus pecados.

Con Alta Estima, 

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