Yo soy el que ha sufrido el duro castigo de Dios. El me forzó a
caminar por los caminos más oscuros; no hay un solo momento en que no me
castigue. Oscura tumba es mi vida; ¡es como si ya estuviera muerto! Dios me
rodeó por completo de la miseria más terrible. Me dejó sin fuerzas; ¡no tengo
un solo hueso sano! Se niega Dios a escucharme, aunque siempre le pido ayuda. A
cada paso me pone tropiezos y me hace perder el camino. Me tiene preso y
encadenado. ¡No puedo escaparme de él! Objeto soy de sus ataques; ¡soy el
blanco de sus flechas! Como animal feroz me vigila, esperando el momento de
atacarme. ¡Me obliga a apartarme del camino para que no pueda defenderme! Ya me
partió el corazón con sus terribles flechas. Dios ha llenado mi vida de
tristeza y amargura. Todo el día y a todas horas, la gente se burla de mí.
Estoy completamente derrotado, porque Dios me hizo caer. Ya no tengo
tranquilidad; la felicidad es sólo un recuerdo. Me parece que de Dios ya no
puedo esperar nada. Los más tristes recuerdos me llenan de amargura. Siempre
los tengo presentes, y eso me quita el ánimo. Pero también me acuerdo de algo
que me da esperanza: Sé que no hemos sido destruidos porque Dios nos tiene
compasión. Sé que cada mañana se renuevan su gran amor y su fidelidad. Por eso
digo que en él confio; ¡Dios es todo para mí!
Invito a todos a confiar en Dios porque él es bondadoso. Es bueno
esperar con paciencia que Dios venga a salvarnos, y aprender desde nuestra
juventud que debemos soportar el sufrimiento. Es conveniente callar cuando Dios
así lo ordena. Y olvidar la venganza cuando alguien nos golpea. Debemos esperar
con paciencia que Dios venga a ayudarnos. Realmente Dios nos ha rechazado, pero
no lo hará para siempre. Nos hace sufrir
y nos aflige, pero no porque le guste hacerlo. Nos hiere, pero nos tiene
compasión, porque su amor es muy grande.
Violar los derechos humanos es algo que Dios no soporta. Maltratar a
los prisioneros o no darles un juicio justo, es algo que Dios no aprueba. ¡Oye
bien esto: Nada puedes hacer sin que Dios te lo ordene! ¡Todo lo bueno y lo
malo pasa porque él así lo ordena! ¡No tenemos razón para quejarnos si nos
castiga por nuestros pecados! Si pecamos contra Dios, y él no quiere
perdonarnos, pensemos en qué lo hemos ofendido. Dirijamos a Dios del cielo
nuestras oraciones más sinceras, y corrijamos nuestra conducta.
Una nube envuelve a Dios; no le deja escuchar nuestra oración. Lleno
de enojo, Dios nos persigue; nos destruye sin ninguna compasión. Nos ha
expuesto ante las naciones como si fuéramos lo peor. Fuimos la burla del
enemigo. Sufrimos en carne propia los horrores de la destrucción. Cuando vi
destruida mi ciudad no pude contener las lágrimas. Realmente me duele ver
sufrir a las mujeres de Jerusalén. Se me llenan de lágrimas los ojos, pero no
hay quien me consuele. ¡Espero que desde el cielo Dios nos mire y nos tenga
compasión!
¡Intentaron matarme, y no sé por qué razón! Mis enemigos me atraparon,
me encontraron en un pozo. Estuve a punto de ahogarme; ¡creí que había llegado
mi fin! En la profundidad de ese pozo te pedí ayuda, Dios mío, y tú atendiste
mis ruegos; ¡escuchaste mi oración! Te llamé, y viniste a mí; me dijiste que no
tuviera miedo. No me negaste tu ayuda, sino que me salvaste la vida. Dios mío,
¡ayúdame! Mira el mal que piensan hacerme, ¡quieren vengarse de mí!
Tú sabes cómo me ofenden; tú sabes que me hacen daño. Tú bien sabes
que mis enemigos siempre hacen planes contra mí. ¡Míralos! No importa lo que
hagan, siempre están burlándose de mí! ¡Espero que los castigues con toda tu
furia! ¡Bórralos de este mundo! Mi Dios, ¡dales su merecido por todo lo que han
hecho! ¡Maldícelos y hazlos sufrir!
Aquí puedes darte cuenta que para que el hombre corrija su conducta,
es necesario que cambie de estilo de vida, y esto sólo puede lograrlo con
disciplina, con una convicción firme de hacer lo correcto, con obediencia, estando bajo la fuerza de Dios,
y entonces el hombre podrá enderezar su camino.
Sabes, el hombre debe creer la verdad que Dios enseña a través de su
Palabra, aunque en el nuevo principio a veces sienta tristeza y vea todo oscuro, por los errores cometidos, las consecuencias a veces le pueden llevar al borde del abismo;
lo conveniente, es que el hombre reconozca que toda transgresión o mal
comportamiento causa sufrimiento, temporal,
de valor insignificante si lo compararas
con lo verdadero, con lo que Jesús
sufrió al morir en la cruz por salvar a la humanidad.
Por lo tanto, es el momento preciso de que el hombre se vuelva a Dios,
que se apegue al orden establecido por El y que a pesar de las pruebas que le
quitan el ánimo, debe tener la esperanza en Jesucristo, pues cada día El
renueva su amor y fidelidad a todo aquel que cree en El y le ama con todo su
corazón.
Asimismo, lo esencial es que el hombre busque los principios de Dios,
que no viole los derechos humanos, que actúe siempre con justicia, que olvide
la venganza, pues sólo la obediencia es la base fundamental para que el hombre
siga sus leyes divinas. No obstante, el hombre debe confiar en Dios, sólo y entender que todo lo que pasa es porque Dios
lo ordena.
Con Alta Estima,
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