domingo, 11 de mayo de 2014

Todo lo bueno y lo malo pasa porque él así lo ordena…


Yo soy el que ha sufrido el duro castigo de Dios. El me forzó a caminar por los caminos más oscuros; no hay un solo momento en que no me castigue. Oscura tumba es mi vida; ¡es como si ya estuviera muerto! Dios me rodeó por completo de la miseria más terrible. Me dejó sin fuerzas; ¡no tengo un solo hueso sano! Se niega Dios a escucharme, aunque siempre le pido ayuda. A cada paso me pone tropiezos y me hace perder el camino. Me tiene preso y encadenado. ¡No puedo escaparme de él! Objeto soy de sus ataques; ¡soy el blanco de sus flechas! Como animal feroz me vigila, esperando el momento de atacarme. ¡Me obliga a apartarme del camino para que no pueda defenderme! Ya me partió el corazón con sus terribles flechas. Dios ha llenado mi vida de tristeza y amargura. Todo el día y a todas horas, la gente se burla de mí.

Estoy completamente derrotado, porque Dios me hizo caer. Ya no tengo tranquilidad; la felicidad es sólo un recuerdo. Me parece que de Dios ya no puedo esperar nada. Los más tristes recuerdos me llenan de amargura. Siempre los tengo presentes, y eso me quita el ánimo. Pero también me acuerdo de algo que me da esperanza: Sé que no hemos sido destruidos porque Dios nos tiene compasión. Sé que cada mañana se renuevan su gran amor y su fidelidad. Por eso digo que en él confio; ¡Dios es todo para mí!

Invito a todos a confiar en Dios porque él es bondadoso. Es bueno esperar con paciencia que Dios venga a salvarnos, y aprender desde nuestra juventud que debemos soportar el sufrimiento. Es conveniente callar cuando Dios así lo ordena. Y olvidar la venganza cuando alguien nos golpea. Debemos esperar con paciencia que Dios venga a ayudarnos. Realmente Dios nos ha rechazado, pero no lo hará para siempre.  Nos hace sufrir y nos aflige, pero no porque le guste hacerlo. Nos hiere, pero nos tiene compasión, porque su amor es muy grande.

Violar los derechos humanos es algo que Dios no soporta. Maltratar a los prisioneros o no darles un juicio justo, es algo que Dios no aprueba. ¡Oye bien esto: Nada puedes hacer sin que Dios te lo ordene! ¡Todo lo bueno y lo malo pasa porque él así lo ordena! ¡No tenemos razón para quejarnos si nos castiga por nuestros pecados! Si pecamos contra Dios, y él no quiere perdonarnos, pensemos en qué lo hemos ofendido. Dirijamos a Dios del cielo nuestras oraciones más sinceras, y corrijamos nuestra conducta.

Una nube envuelve a Dios; no le deja escuchar nuestra oración. Lleno de enojo, Dios nos persigue; nos destruye sin ninguna compasión. Nos ha expuesto ante las naciones como si fuéramos lo peor. Fuimos la burla del enemigo. Sufrimos en carne propia los horrores de la destrucción. Cuando vi destruida mi ciudad no pude contener las lágrimas. Realmente me duele ver sufrir a las mujeres de Jerusalén. Se me llenan de lágrimas los ojos, pero no hay quien me consuele. ¡Espero que desde el cielo Dios nos mire y nos tenga compasión!

¡Intentaron matarme, y no sé por qué razón! Mis enemigos me atraparon, me encontraron en un pozo. Estuve a punto de ahogarme; ¡creí que había llegado mi fin! En la profundidad de ese pozo te pedí ayuda, Dios mío, y tú atendiste mis ruegos; ¡escuchaste mi oración! Te llamé, y viniste a mí; me dijiste que no tuviera miedo. No me negaste tu ayuda, sino que me salvaste la vida. Dios mío, ¡ayúdame! Mira el mal que piensan hacerme, ¡quieren vengarse de mí!

Tú sabes cómo me ofenden; tú sabes que me hacen daño. Tú bien sabes que mis enemigos siempre hacen planes contra mí. ¡Míralos! No importa lo que hagan, siempre están burlándose de mí! ¡Espero que los castigues con toda tu furia! ¡Bórralos de este mundo! Mi Dios, ¡dales su merecido por todo lo que han hecho! ¡Maldícelos y hazlos sufrir!

Aquí puedes darte cuenta que para que el hombre corrija su conducta, es necesario que cambie de estilo de vida, y esto sólo puede lograrlo con disciplina, con una convicción firme de hacer lo correcto,  con obediencia, estando bajo la fuerza de Dios, y entonces el hombre podrá enderezar su camino.

Sabes, el hombre debe creer la verdad que Dios enseña a través de su Palabra, aunque en el nuevo principio a veces sienta tristeza  y vea todo oscuro,  por los errores cometidos, las consecuencias  a veces le pueden llevar al borde del abismo; lo conveniente, es que el hombre reconozca que toda transgresión o mal comportamiento  causa sufrimiento, temporal, de valor insignificante  si lo compararas con  lo verdadero, con lo que Jesús sufrió al morir en la cruz por salvar a la humanidad.

Por lo tanto, es el momento preciso de que el hombre se vuelva a Dios, que se apegue al orden establecido por El y que a pesar de las pruebas que le quitan el ánimo, debe tener la esperanza en Jesucristo, pues cada día El renueva su amor y fidelidad a todo aquel que cree en El y le ama con todo su corazón.

Asimismo, lo esencial es que el hombre busque los principios de Dios, que no viole los derechos humanos, que actúe siempre con justicia, que olvide la venganza, pues sólo la obediencia es la base fundamental para que el hombre siga sus leyes divinas. No obstante, el hombre debe confiar en Dios, sólo  y entender que todo lo que pasa es porque Dios lo ordena.


Con Alta Estima,

No hay comentarios:

Publicar un comentario